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El turismo es uno de los sectores más potentes de España y no son pocos los que aprovecharon el filón de alquilar su vivienda a extranjeros para una visita vacacional que suele dejar un rendimiento mucho mayor que los alquileres de larga estancia. Una tendencia que ha terminado alterando el mercado inmobiliario en el país y que se deja notar especialmente en ciudades como Barcelona, Madrid o Valencia, donde cada vez hay menos inmuebles destinados al arrendamiento como vivienda habitual.
El mercado del alquiler turístico en España vive uno de sus momentos más convulsos. Tras años de crecimiento descontrolado y con una regulación desigual entre comunidades autónomas, el sector comienza a ser regulado por las administraciones en España. El Ministerio de Consumo ha anunciado que ha obligado a Airbnb a bloquear más de 65.000 anuncios de pisos turísticos ilegales en todo el país, en cumplimiento de una orden respaldada por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid.
La medida, que afecta en una primera fase a 5.800 inmuebles situados en regiones como Madrid, Valencia, Andalucía, Cataluña, País Vasco o Baleares, responde a la detección de múltiples infracciones: ausencia de licencia o número de registro, uso de licencias falsas o vencidas, o incumplimiento de las obligaciones de transparencia jurídica del arrendador.
Pero esta intervención no es un caso aislado. En los últimos meses, las grandes ciudades -especialmente Madrid, Barcelona, Palma o Valencia- han endurecido sus normativas urbanísticas para limitar la proliferación de viviendas turísticas, obligando a contar con licencia específica, establecer un uso compatible con el planeamiento y restringiendo su implantación a ciertas zonas.
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La sentencia del Tribunal Superior de Justicia marca un precedente importante. Y aunque se dirige a una plataforma concreta, sienta las bases para que otros ayuntamientos puedan adoptar medidas similares. Esto plantea un escenario incierto para miles de propietarios que hasta ahora operaban al margen de la normativa o en un limbo legal.
Esto supone un punto de inflexión para los propietarios que hasta ahora habían invertido en sus viviendas con fines turísticos y alquilaban sin licencia. ¿Qué alternativas tienen? Vender no siempre es rentable y convertirlos en vivienda habitual puede suponer una reducción importante de ingresos y una rigidez contractual poco atractiva.
Elegir cómo reorientar una vivienda tras el bloqueo del alquiler turístico dependerá del perfil del propietario, la ubicación del inmueble y sus objetivos de rentabilidad. Pero si lo que se busca es seguir generando ingresos sin exponerse a sanciones, operar dentro de la legalidad y simplificar la gestión, el alquiler temporal a empresas es hoy una de las opciones más completas. Es una de las fórmulas que más interés está despertando en los últimos años. Este modelo permite alquilar viviendas por semanas o meses a trabajadores desplazados por proyectos profesionales, sin que se considere alquiler turístico ni vivienda habitual.
Según Homyspace, plataforma especializada en este tipo de alquiler, el alquiler temporal, cuando está debidamente justificado, no está sometido a la normativa turística, sino que se acoge al régimen de arrendamiento por temporada contemplado en la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU).
«La clave está en que el contrato tenga una causa concreta y documentada, como un desplazamiento por motivos laborales, estudios o tratamientos médicos. En nuestro caso, todos los contratos responden a estancias temporales de empleados desplazados, lo que garantiza su legalidad y seguridad jurídica para el propietario», señalan desde Homyspace.
A diferencia del alquiler vacacional, el alquiler temporal a empresas no exige licencia turística, no está sujeto a las limitaciones del planeamiento urbanístico y no depende de la estacionalidad. Además, ofrece contratos claros, menos rotación y una ocupación estable, lo que reduce el desgaste del inmueble y facilita la gestión para el propietario.
El perfil del inquilino también cambia: trabajadores desplazados. Empresas que necesitan alojar a su personal en otras ciudades o profesionales independientes que se trasladan por proyectos de duración limitada. Esto permite generar ingresos regulares con menos incidencias que en el alquiler vacacional, y con un modelo más predecible.*
«El mercado turístico es volátil y cada vez más regulado. En cambio, el alquiler temporal ofrece una rentabilidad alta sin los riesgos de operar fuera de la legalidad», concluyen desde Homyspace.
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