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El presidente de Banco Sabadell, Josep Oliu, durante una junta general de accionistas. EFE/SUSANNA SÁEZ
La mudanza del siglo

La mudanza del siglo

Valencia y Alicante suman algunos de los traslados mercantiles más significativos motivados por el desafío secesionista La Comunitat refuerza su poder económico con la crisis catalana

ÁLVARO MOHORTE

Domingo, 15 de octubre 2017, 00:14

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valencia. Un desafortunado golpe de fortuna. El traslado de las sedes de Caixabank, Sabadell, Banco Mediolanum, la fabricante de Cola Cao o MRW se ha recibido en el tejido económico valenciano como una buena noticia aunque no con satisfacción. «Si esto es el paso previo a que se rompa España, no ganamos ninguno. Ni en lo económico ni en ningún sentido», comenta un relevante empresario.

Desde que a principios de mes comenzara la escalada soberanista catalana, más de medio centenar de grandes compañías han trasladado su sede a otros puntos de España por este motivo. El pionero entre los primeros espadas en hacerlo fue el banco de Sabadell, que anunciaba el jueves 5 de octubre que se mudaba formalmente a Alicante y al día siguiente también se marchaba Caixabank, en su caso a Valencia.

Lo mismo está pasando en el Puerto de Valencia, donde ya son tres los cruceros que iban a ir a Barcelona y en estos días han decidido hacer escala en Valencia. Más se prevé que ocurra con la carga de contenedores, negocio en el que Valencia es puntera y donde muchas empresas ya tienen preparados planes de contingencia para un repunte de la actividad si la situación se complica en Cataluña. De hecho, APM Terminals, propiedad de Maersk, gestiona terminales en ambos puertos y ya realizó desvíos de Algeciras a Tánger Med, donde es también concesionarias, durante la huelga de la estiba.

A su vez, Citroën empezó la semana pasada a embarcar por Valencia su producción de la planta zaragozana de General Motors en Figueruelas. Entre el grao de Barcelona y el valenciano, la nueva propietaria, PSA, ha optado por el segundo en una decisión clave para el tráfico de automóviles, o ro-ro, que estaba prevista antes del desafío de las últimas semanas pero al que ha contribuido, según fuentes del negocio portuario.

Distinto es el caso de la industria. El presidente del Clúster de la Automoción, Emilio Orta, recuerda que una cosa es mover jurídicamente la dirección y otra muy distinta llevarse, por ejemplo, la Seat de Martorell. «En ese sentido, no se ha movido nada. Aunque traslados más espectaculares se han hecho en el pasado», advierte.

Como destino turístico, la Comunitat está teniendo una ocupación récord en el puente del Pilar frente a la caída de reservas en Cataluña. Además, no faltan empresarios que reconocen que el rechazo a los productos y compañías catalanas puede impulsar la sustitución por otras valencianas, pero esto depende de que en la Comunitat se ofrezca ese mismo activo, como ha ocurrido en el pasado con los vinos y cavas. La cruz de esto último está en que pueda resentirse también la demanda desde Cataluña si la huída de empresas va a mayores, ya que es el segundo mayor cliente de la economía valenciana.

«Los beneficios dependen de la continuidad de estas decisiones», advierte Vicente Pallardó, profesor de Estructura Económica de la Universitat de València, que, sin ánimo de querer que la tensión se prolongue en el tiempo, añade que no parece que la situación se vaya a resolver de forma rápida.

Efecto llamada

En su opinión, los efectos positivos del cambio de domicilio pueden ser en dos líneas. La primera se refiere a la atracción de personal cualificado. «Aunque el número de personas que se moverán con la operación será muy modesto, se trata de personal bien remunerado con un relevante gasto corriente», apunta Pallardó. Sin contar con el impacto económico de las juntas generales de accionistas, que reúnen a centenares de personas y que el Sabadell celebrará en Alicante, como la primera reunión del consejo tras la mudanza, que tendrá lugar el día 26.

Sin embargo, es más relevante el efecto llamada que se pueda producir, aunque es mucho más difícil de cuantificar a corto plazo. Los ejemplos más claros en esta crisis se han dado en Madrid, que suma una veintena de mudanzas. Al ser la sede operativa de las grandes entidades financieras y aseguradoras españolas, en ese ámbito se ha llevado en una semana las sedes de la gestoras Caixabank Asset Management, GVC Gaesco, Trea Asset Management, Arquia Banca o las aseguradoras SegurCaixa Adeslas, participada al 50% por Mutua Madrileña y Vida Caixa, que también se ha trasladado a la capital.

En el caso valenciano, Pallardó atribuye a un efecto arrastre la llegada a Valencia de Caixabank, después de que Sabadell fuera a Alicante. Sin embargo, también cree que hubo unas motivaciones de diplomacia empresarial y equilibrio de las sensibilidades internas del consejo en el hecho de que los dos históricos bancos catalanes no se fueran a Madrid.

Eso explicaría que Fundación La Caixa y la sociedad de inversión Criteria Caixa se hayan ido a Palma de Mallorca, cosa que no hicieron más de una veintena de las más poderosas, como Gas Natural, Aguas de Barcelona, Catalana Occidente, Planeta o eDreams, ni las principales gestoras y aseguradoras de la propia Caixabank, hoy en Madrid.

«Se ha magnificado el impacto a corto plazo de estas decisiones», advierte Joaquín Maudos, catedrático de Análisis Económico en la Universitat de València y director adjunto de investigación del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE). «Por el momento los servicios centrales de la mayoría de las empresas y entidad no han cambiado de residencia. Otra cosa sería que la situación empeorara aún más y entonces sí que el traslado fuera real. La posibilidad existe pero, a día de hoy, es improbable», estima.

En todo caso, aunque impositivamente se puede producir un alza de la recaudación autonómica a través del IVA o de la situación del personal de alta dirección que pudiera trasladarse, lo mismo que podría en el Impuesto de Actividades Económicas municipal, la parte del león sigue siendo el Impuesto de Sociedades, íntegramente estatal.

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