Al lince le faltan los conejos que arrasan cultivos valencianos
Una campaña desde instancias naturalistas aboga por intensificar la repoblación con estos animales, ignorando que están acabando con plantaciones cercanas
V. LLADRÓ
VALENCIA.
Domingo, 10 de agosto 2025, 23:34
La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja) se ha hecho eco de nuevo de la preocupación en aumento que invade casi todos los sectores agrícolas por los daños que provocan a diario los ataques de animales silvestres. En este caso se centran sobre todo las quejas en el agravamiento de los estragos que causan las plagas de conejos, que están devorándolo todo, ante la permisividad de la Administración a todos los niveles.
Es tanto el clamor reiterado, por la gravedad de los hechos, que el silencio oficial no se explica salvo por un intento de aburrir hasta cansar. A ver si escampa, deben pensar algunos. Que no escampa, sino todo lo contrario; es un problema mayúsculo que está escalando a cotas inimaginables para quienes se refugian en hermosos anuncios puntuales de buenas intenciones y una ausencia total de hechos.
Pero en esta ocasión ha venido a coincidir además que desde instancias naturalistas de distintos sitios de España se esté propagando precisamente una preocupación en sentido contrario: faltan conejos, hasta escasean para las necesidades de alimento de ciertas especies, como el lince o el águila; incluso lanzando voces de alarma: el conejo de monte está en riesgo de extinción, y si esta dinámica continúa así, a la baja, peligran equilibrios ecológicos y la pervivencia de otros animales. Por tanto, abogan por intensificar repoblaciones de conejos, aunque arrasen los cultivos cercanos.
Asombroso, tremendamente sorprendente. ¿Estarán exagerando, o hasta mintiendo, los agricultores valencianos, como los de otros muchos lugares de España, que sufren sobrepoblaciones de conejos que se comen sus cultivos, que destruyen plantaciones enteras y matan naranjos, olivos, almendros, vides, frutales de hueso y otras especies arbóreas?
Para nada, no exageran lo más mínimo; aún se quedan muy cortos. Es más, si cualquiera de quienes dudan a priori de tantas quejas agrícolas en este sentido, porque ni van a ver lo que pasa y desde luego hacen caso omiso o reman en sentido contrario, vinieran a sufrir de repente una mínima parte, apenas un atisbo de lo que ocurre en el campo, en cualquier pequeño jardín visible para todos, o quizá en algún pequeño huerto familiar o de ocio, o tan solo una pequeña muestra en unas macetas florales, se escandalizarían a lo grande y manifestarían su frustración y arrebato con mucho más ardor del que muestran los que realmente están viéndose afectados. Porque así suele ocurrir en cualquier cuestión de índole parecida: dudas y escepticismo al galope hasta que se ve lo que ocurre y entonces aflora la empatía hasta hacer propia la afectación ajena.
Así que los agricultores afectados, y sus organizaciones, que se hacen eco de las quejas en tal sentido de sus asociados, como no puede ser de otra forma, deberían tomar nota de que no les oyen, no alcanzan sus cuitas a donde tienen que alcanzar para que lo que se intenta conseguir pueda llegar a algo. Dos pruebas: todo sigue igual, nadie hace nada por remediar o corregir; y, peor aún, lo que más trasciende hoy, con muchísimo menos esfuerzo, es lo contrario: faltan conejos de monte y se debe repoblar con más intensidad. Por tanto, será cuestión de cambiar de estrategia, poner más resortes en juego para mostrar lo que pasa a quienes no lo saben, pese a todo, o no quieren saberlo, y llegar a lo que se debe conseguir en estas cosas: que la opinión pública se conciencie del problema, para que los poderes pertinentes obren en consecuencia.
¿Más pruebas? Lean un reportaje en 'XLSemanal' del 3 de agosto pasado sobre la recuperación del lince ibérico, que va muy bien por ahora, pero hay un problema latente: se alimenta de conejos y faltan conejos; apenas quedan; luego hay que repoblar. ¿Alguien les ha contado lo que sucede por aquí? O que nos traigan linces, que los mimaremos.