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Naranjas con los arrugamientos típicos de la piel que se conocen como 'clareta' (arriba), y (abajo) totalmente rajadas. v. lladró
El IVIA busca la raíz genética de la clareta y el rajado de los cítricos

El IVIA busca la raíz genética de la clareta y el rajado de los cítricos

Los investigadores creen que hay factores que desencadenan los daños pero existe una predisposición genómica a sufrirlos | Pese a ser problemas graves no hay dinero del Estado para apoyar la investigación, no existen avances en todo el mundo, ni se interesan otros países

Vicente Lladró

Valencia

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Lunes, 26 de febrero 2018, 00:49

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Es como si estuviéramos ante un gran problema técnico que afectara, por ejemplo, a la energía, o la automoción, y se descubriera que casi nadie se preocupa en todo el mundo por resolverlo. Un incomprensible erial. Pues eso mismo -salvando las distancias- es lo que ocurre actualmente en la citricultura española. Somos líderes mundiales en exportación en fresco, sufrimos un problema doble y recurrente -clareta y rajado- que a veces afecta a frutos de algunas variedades, dejándolos sin valor comercial, y seguimos sin saber a qué se deben estos males y cómo remediarlos.

Lo peor de todo, lo más descorazonador, es que a estas alturas seguimos en los albores de los necesarios trabajos de investigación.

En el Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA), el Centro de Citricultura y Producción Vegetal trabaja en ello, pero todavía en estados iniciales. No se dispone de medios suficientes, confiesan Enrique Moltó, director del IVIA, y Marisa Badenes, responsable de dicho centro, en el que se investiga a la vez en otras líneas de fruticultura, para la mejora y obtención de nuevas variedades de melocotones, albaricoques, nísperos y caquis.

Lo primero que están haciendo los investigadores es tratar de descubrir el origen genético de estas alteraciones de clareta y rajado que tanto preocupan a productores y comercializadores de cítricos. Se sabe, por la experiencia, que hay combinaciones de diversos factores climáticos, ambientales, de nutrición, etc. que desencadenan los daños, porque no suceden siempre igual, ni en todos los sitios, o en todas las variedades, pero la raíz debe ser una predisposición genética a sufrir dichas alteraciones.

Junto a los trabajos de expresión génica, personal del IVIA indaga, en combinación con especialistas de la Universidad Politécnica, en otras dos líneas muy importantes: el papel que juegan las fitohormonas a lo largo del ciclo de desarrollo de los frutos y cómo funciona durante el mismo el metabolismo del calcio.

Manolo Agustí y Carlos Mesejo, del Instituto Agroforestal Mediterráneo de la Politécnica, han realizado avances en los dos últimos años sobre la utilización de giberelinas y auxinas de síntesis para prevenir estos problemas, sobre todo el rajado. Sus últimos trabajos se han centrado especialmente en la naranja M7, pero los resultados pueden extrapolarse al resto.

El papel del calcio

En lo que se refiere al calcio, Marisa Badenes reafirma la suposición general de que puede influir mucho en el desarrollo de dichos problemas, y por ello es básico conocer cómo se 'mueve' en las plantas, cómo se absorbe, se almacena e incluso cómo hay que aplicarlo, en qué momentos, y qué hacer para 'movilizarlo'. Ya que en el fondo puede tratarse de un problema de asimilación puntual del calcio, elemento esencial en la estructura del fruto, por lo que conviene saber qué ocurre a su alrededor, qué hormonas lo movilizan o lo 'paran' y qué condiciones ambientales pueden influir en un sentido u otro. Porque, llegado el caso, también se podría actuar ahí, por ejemplo con tratamientos cálcicos adicionales y en el manejo del agua de riego.

De todas maneras, Badenes tiene muchas esperanzas en el potencial de conocimiento sobre el genoma, porque cuándo se llegue a saber qué genes son los que determinan estas alteraciones, se podrá actuar sobre ellos. ¿Cómo? No es preciso pensar en obtener variedades modificadas genéticamente (transgénicas), que está prohibido en Europa, pero se podría avanzar rápidamente realizando cruces, hibridaciones, y controlando lo obtenido a través del seguimiento de marcadores moleculares, que permiten conocer el resultado sin necesidad de esperar a que una planta crezca y llegue a fructificar.

Al mismo tiempo se confía en que pueda ser muy eficaz contar con la aplicación de la técnica de 'reparación genética' CRISPER/Cas9, que descubrió el científico valenciano Francis Mójica, para llegar a minimizar el problema.

Sin embargo, para poder avanzar en todo ello como sería deseable se choca con el gran obstáculo de falta de medios, humanos y económicos.

El IVIA arrastra aún -según cuenta su director- el problema estructural de la falta de personal investigador. Se jubiló casi toda una generación de científicos y no se preparó a tiempo su oportuno relevo. Las consecuencias del 'agujero' generado se están pagando ahora. Pero al mismo tiempo se echan en falta inyecciones de dinero a través de programas de investigación apoyados por el Gobierno central. En Madrid no se ve el interés en descender a cuestiones tan concretas como la clareta o el rajado de las naranjas, aunque sus daños sean graves, muy preocupantes además por la reiteración, año tras año. Se prefieren grandes líneas de actuación que estén más en consonancia con las ideas que predominan actualmente: todo lo relacionado con el medio ambiente, el cambio climático, la agricultura sostenible... Que está muy bien, pero a ver si a base de rajarse los cítricos o de sufrir alteraciones de la piel que impiden su venta, el cultivo de muchas variedades acaba en gran medida dejando de ser agronómica y económicamente sostenible.

Marisa Badenes apunta además otros handicaps de partida. Apenas hay bibliografía al respecto en todo el mundo. No encuentran que nadie se haya interesado por investigar en estas dolencias, porque encima no se deben a agentes patógenos concretos, son fisiopatías, y cuando se habla en estos términos, la investigadora reconoce que «las fisiopatías son como un gran cajón de sastre; cuando no se sabe qué es, será eso».

La desmotivación mundial se debe también a que la mayor parte de la citricultura se orienta a la producción de zumo industrial, o se comercializan localmente, y ahí importa mucho menos, o nada, si los frutos tienen clareta o se rajan. Pues cójanlos antes de que se rajen, puede decir cualquiera.

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