La automoción española se reactiva a la espera de movimientos de Ford
Seat o Renault abordan nuevos proyectos con la industria auxiliar valenciana pendiente de Almussafes
El sector automovilístico español vivió un 2020 nefasto en el que los Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) fueron una constante en todas las plantas debido a una abismal caída de las ventas como consecuencia de la pandemia pero 2021 ha arrancado en un clima diferente y cada una de las empresas ha seguido su propio camino. El inicio del ejercicio ha estado marcado por el anuncio de que Seat Martorell fabricará 500.000 vehículos eléctricos pero también por el comunicado de que las factorías de Renault en Palencia y Valladolid serán las adjudicatarias de cinco nuevos modelos híbridos. Dos hechos que contrastan con los recortes de producción y el Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que llevará a la salida de 630 trabajadores de la factoría de Ford Almussafes, aunque se esperan movimientos en la planta valenciana.
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Estas grandes apuestas suponen un revulsivo para la industria automovilística nacional después de que Nissan informase del futuro cierre en Barcelona pero también evidencia que, al menos por el momento, hay dos estrategias diferentes. Una más a largo plazo que se basa en realizar ya inversiones para en los próximos años ensamblar vehículos eléctricos e híbridos liderada por Renault y Seat, que comparte grupo con Volkswagen, y otras como la de Ford Almussafes, que por el momento su producción continúa basándose en vehículos de gasolina y diésel. Un modelo que va a ir replegándose en el futuro y así lo ha confirmado la compañía con los ajustes de producción ya que se fabricarán 280 vehículos menos al día hasta 1.340.
Los sindicatos confían que la apuesta de Seat y Renault cree un efecto cadena que termine llegando a Ford Almussafes y que los cuatro vehículos ensamblados en la planta que tienen un ciclo de vida próximo a su fin puedan ser sustituidos por nuevos. Lo que está claro es que la multinacional del óvalo ha apostado primero por otros países como Alemania y Turquía para sus modelos electrificados y que en la Comunitat se quiere una estructura más reducida. Se esperan la aplicación de nuevas medidas en breve.
La industria auxiliar del automóvil valenciano está a la espera de buenas noticias. Por un lado, parte de las empresas proveedoras podrán seguir vendiendo sus productos a las factorías españolas de Renault y Seat pero son conscientes de que el grueso de su facturación recae en Ford Almussafes.
Pero la mala noticia para este sector vino ayer de la mano de la presentación de la factoría de baterías de Extremadura, que será la primera del sur de Europa y cuya existencia complica el nacimiento de la bautizada como Alianza Valenciana de Baterías encabezada por Power Electronics y en la que participa Ford y proveedores, aunque la firma del óvalo ha estado poco implicada de momento. El proyecto de extracción y transformación del litio en la región se repartirá por las dos provincias, con una fábrica de cátodos en Cáceres y una factoría de celdas de baterías en Badajoz, además de las minas en Cañaveral y Monesterio y supondrá una inversión de 1.000 millones y la creación de 1.500 puestos de trabajo.
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Al igual que el plan valenciano, el extremeño aspira a captar fondos europeos aunque en este caso ya están más claros los números. Ocupará 177.000 metros cuadrados e irá entrando en funcionamiento por fases. La primera, con una inversión de 80 millones de euros y la creación de 200 empleos, estará en funcionamiento a mediados de 2023. Esta apuesta se suma a la liderada por Seat, Volkswagen e Iberdrola para construir una planta similar en Cataluña que está respaldada por el mismo Gobierno y también hay otros proyectos en Zaragoza y Vigo. La patronal y las administraciones creen que más de una factoría es posible pero se admite que todas las que han entrado en la carrera no podrán ser una realidad.
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