«Es imposible planear el futuro»

Otro pequeño comercio que bajó la persiana hace más de un mes y que no sabe cuándo podrá volver a subirla. Y lo que es peor, que no sabe cuánto tiempo puede aguantar abierta una vez finalice el estado de alarma. Así lo ve Mariví García, gerente de Zapatería Dover, un establecimiento asociado a Confecomerç que lleva más de cuatro semanas sin facturar un euro.

Mariví admite que ya lo veía venir. «El viernes anterior al decreto de alarma fui a la tienda, guardé unas cajas de género que había recibido, quité el agua, encendí pilotos y me fui», relata la empresaria, que añade que «el desastre es tremendo». Además, este golpe ha llegado en un momento delicado, puesto que el invierno «fue más flojo», según indica la propietaria, por la desaceleración económica.

«A mí me pilló con media tienda de verano y con rebajas de invierno. Empiezan a venir gastos mientras estoy sin ingresos», concreta Mariví, que subraya la dificultad añadida que tiene el sector del calzado: «lo que no hemos venido en este periodo, no se venderá más adelante. Las colecciones tienen su tiempo».

Por ello, Mariví prefiere no hacer planes ni cálculos sobre los próximos meses. «La reactivación no va a ser inmediata. Además, el calzado está muy ligado a eventos como comuniones y bodas. Cuando abramos tendremos el dilema de si pido género o no, entre otras cuestiones», señala.

En la tienda sólo tiene una empleada, su hermana, que ahora mismo se encuentra en un ERTE. Además, Mariví ha solicitado la prestación por cese de actividad. También ha pedido el aplazamiento de impuestos. «Con eso espero sobrevivir. De todos modos, no sabemos cuándo va a acabar esto. El problema está ahí. Es imposible planear el futuro», reflexiona.

Mariví explica que es probable que tenga que rebajar género si reabre en verano para liquidar todo lo que no ha podido vender. «Pero con eso no generaremos suficientes ingresos para mantener el negocio», sostiene.