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Vicente Nomdedeu, del balonmamo a la gerencia

Vicente Nomdedeu, del balonmamo a la gerencia

El exjugador de la selección española, en la actualidad director de Azteca y presidente de la patronal Ascer, urge a innovar y ser capaces de reinventarse tras superar tres crisis en el sector azulejero

INÉS HERRERO

Domingo, 26 de agosto 2018, 00:10

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valencia. «Todo cambia y todo se vuelve a reinventar, a diario hay que buscar nuevas formas de hacer, de aprender y de transferir connocimientos a competidores, proveedores y clientes para que este trabajo siga teniendo futuro». Así resume el empresario castellonense Vicente Nomdedeu (L'Alcora, 1959) lo aprendido de las tres duras crisis de la industria azulejera que ha capeado en el seno del negocio familiar, la azulejera Azteca.

Licenciado en Económicas por la Universitat de València y Máster en Alta Dirección por la Escuela Superior de Administración y Dirección de Empresas (Esade), el actual presidente de la patronal azulejera compaginó sus estudios con la incursión en el mercado laboral, en una empresa de seguros, y los partidos de balonmano. En su último año de carrera, defendió la histórica camiseta del Marcol Valencia, en división de honor, con una sólida trayectoria deportiva que le llevó a jugar en la selección española, en todas las categorías, de infantiles a senior.

A los 24 años, con el sector azulejero inmerso en una de las crisis más profundas de su historia, le ofrecieron la oportunidad de entrar en el negocio familiar para aplicar dentro de la empresa la teoría aprendida en las aulas. «Y nos funcionó, se exportaba muy poquito pero nosotros pusimos el foco en temas de exportación y gracias a eso, superamos la crisis», recuerda el empresario.

Nomdedeu, con amplia formación en materia de gestión empresarial, ejerce como consejero delegado y director general de Azteca desde 1987. Once años después entraba a formar parte de la junta rectora de Ascer y en 2006 fue nombrado vicepresidente de la patronal, cargo que revalidó en tres ocasiones hasta que, a comienzos de este mismo año, dio muestras de su compromiso con el sector al aceptar el encargo de tomar las riendas de la asociación tras el fallecimiento de Isidro Zarzoso.

Es la primera vez que el presidente de Ascer compagina sus responsabilidades institucionales con la gerencia de una empresa, un difícil equilibrio posiblemente sólo apto para quienes, como él, supieron compaginar el deporte profesional, los estudios universitarios y las exigencias de un sector cambiante, al que tuvo «la suerte o mala suerte de llegar muy joven».

Años después de superar su primera gran crisis, le tocó lidiar con la primera revolución tecnológica. La innovación impulsó al sector y permitió a la industria hacer un producto donde tierra y esmalte se cocían al mismo tiempo, ya no en dos veces, con el consiguiente ahorro en costes energéticos y mano de obra. «En menos de una hora tenías una pieza, desde que empezabas a trabajar y la veías al final, mientras que sólo unos años antes necesitabas 24 horas para ver esa misma pieza, que trabajabas a nivel de pruebas, sin saber qué estaba ocurriendo hasta un día después», relata, sobre unos avances que aceleraron el proceso de operaciones y de cocción y, con ello, cambiaron para siempre el sector.

Al echar la vista atrás, recuerda cómo «no se tenía miedo a las cosas» y el carácter emprendedor les llevó a invertir en tecnología y maquinaria moderna para sumarse a todas las evoluciones del sector, algunas internamente y otras gracias a las muchas sinergias del clúster azulejero, donde «todo el mundo se aprovecha de esa colaboración y de esa transferencia de conocimiento» para, juntos, lograr un producto final de alta calidad y ser capaces de «evolucionar a una velocidad tremenda y poder ser competitivos ante el mundo».

Con tres crisis superadas a sus espaldas, gracias al apoyo incondicional de sus seres queridos y a su comprensión cuando el negocio exigía una dedicación difícil de conciliar con la vida familiar, Vicente Nomdedeu pone las enseñanzas acumuladas al servicio del sector.

«Por sentido común, hay que aprender siempre de lo que ha pasado y no confiarse, sino estar siempre gestionando el cambio porque el mundo es cambiante», insiste el empresario castellonense, convencido de que la receta para afrontar esos cambios requiere «predisposición, muchas ganas de trabajar, autocrítica, humildad y estar continuamente pensando en nuevas estrategias innovadoras para hacer que el negocio siga siendo rentable y este trabajo, que tanto ha cambiado, siga teniendo futuro».

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