Descuidos oficiales que cuestan millonadas
La peste porcina no ha llegado hasta hoy a ninguna granja. Afecta sólo a jabalíes salvajes, cuya sobrepoblación ha sido consentida
Ninguna granja española de cerdos ha sido afectada hasta el momento por la peste porcina africana (PPA), lo cual demuestra el alto nivel de ... las mismas para mantenerse aisladas y evitar contagios. Esta epidemia ganadera fue detectada en jabalíes salvajes en el entorno de la sierra de Collserola, cerca de Barcelona, sigue radicada allí y hasta ahora sigue implicando sólamente a dichos animales silvestres, cuya sobrepoblación ha sido largamente consentida por las autoridades, a todos los niveles, que han dejado que se multiplicaran desorbitadamente pese a las continuas quejas de agricultores y ganaderos por los graves daños que causan en sus explotaciones.
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Ahora el daño provocado por los jabalíes ya no se limita sólo a los destrozos reiterados en cultivos e instalaciones agrarias de todo tipo, ni a los accidentes y sustos ocasionados al irrumpir las piaras de forma inesperada en las carreteras. Ahora el mal se mide en términos comerciales y de exportación, con números iniciales de muchas cifras, y aún está por definirse en toda su extensión; los problemas inducidos no han hecho más que empezar.
Las exportaciones se resienten por todas partes, y eso es gravísimo en un sector que ha crecido muchísimo en las últimas décadas precisamente para exportar. Vendemos a más de cien países y muchos de ellos ya han decidido cerrar sus fronteras a los productos cárnicos del porcino español, por si las moscas, mientras otros muestran ciertas restricciones y dudas.
Hablan de buscar nuevos mercados, pero se abarcan ya casi todos los posibles y en los países musulmanes no comen carne de cerdoCrece la sospecha de que la contaminación salió de un laboratorio de investigación cercano al brote inicial
La Unión Europea mantiene con rigor la prevalencia del mercado único europeo, de forma que se mantienen abiertas las fronteras de los países miembros, salvo para las granjas y empresas cárnicas de 91 poblaciones catalanas en el entorno de la zona donde han ido apareciendo los jabalíes muertos y han dado positivo en PPA.
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No obstante, una cosa es que oficialmente estén abiertas las fronteras de un país y otra que los compradores quieran comprar. Se resiente el consumo y se desmoronan los precios hasta dentro de España, porque la ciudadanía siente temor ante las noticias, por más que las autoridades y los científicos insistan en que no existe problema en absoluto, porque no hay ningún cerdo enfermo, y en última instancia el virus que causa esta dolencia no afecta a las personas en absoluto.
Tanto es así que, siguiendo el relato oficial de que la causa inicial de todo bien podría ser un bocadillo con embutido que proviniera de algún país con esta enfermedad, o que el virus se escapó de un laboratorio cercano, han ido enfermando y muriendo jabalíes, pero no ha habido ningún caso en humanos.
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Un sector líder, en jaque
Primero se supuso que todo habría empezado al tirar alguien restos de algún producto cárnico en una cuneta o algún contenedor. Por el lugar donde todo empezó pasan la autopista AP-7 y múltiples carreteras, por lo que hay mucho tránsito de camiones y coches, muchos de los cuales vienen de países europeos con PPA. Es posible que alguien trajera algo que tuviera el virus, le sobrara parte de la comida, la tirara y luego algún jabalí, de los que merodean vertederos y contenedores en busca de comida, se lo zampara. Bastaría con que hubiera sido uno solo, luego los demás se irían contagiando simplemente por el roce.
Lo más inquietante es que todo un sector productivo que es líder mundial, está ahora en jaque por culpa de unos jabalíes. En otra situación, sin jabalíes merodeando y asustando por todas partes, el bocadillo de marras, o el virus que se escapó, habría acabado donde acaba el resto de la basura y no hubiera pasado nada, pero con la superpoblación que padecemos -se habla ya de más de tres millones de jabalíes en toda España, por encima de los trescientos mil en la Comunitat- no hay nadie en el sector porcino que duerma tranquilo. Porque, aunque se estén haciendo las cosas muy bien a ese nivel y la cabaña esté completamente sana, el riesgo es enorme y nadie está libre de verse en grandes pérdidas económicas. Si no sale la producción a su debido tiempo, se hundirán los precios, habrá que sacrificar animales que no absorberá el consumo y muchas empresas tendrán que cerrar. Algunas industrias cárnicas ya han anunciado despidos parciales tras reducirse drásticamente su volumen de negocio.
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La situación es muy llamativa: se multiplican las declaraciones que hablan de bioseguridad, de trazabilidad, de aplicar el máximo rigor en los controles... pero luego resulta que por todas partes campan a sus anchas miles y miles de jabalíes capaces de generar este desaguisado inesperado. ¿Quién está haciendo mal las cosas? Los ganaderos no. Invirtieron para modernizar a tope sus granjas, cumplen escrupulosamente lo que tienen que hacer, mantienen sus instalaciones con un rigor de asepsia que se parece a un quirófano; allí no entra nadie ajeno; los que trabajan en las explotaciones, como los vehículos de transporte, se desinfectan hasta la saciedad... Pero alguien tiene un descuido y a continuación llegan unos jabalíes que se infectan y lo pone todo patas arriba.
De nada vale ya que el ganadero venga haciendo su trabajo escrupulosamente bien. Queda bajo sospecha ante el mercado global, y si no le compran lo que produce, se arruinará. Y todo porque las autoridades no hicieron las cosas como debían, bien en el laboratorio del IRTA catalán o bien desoyendo que la sobrepoblación de jabalíes era un problema que acabaría pasando grandes facturas. Medios y más medios, hasta militares, para intentar atajar lo que de momento no se ataja.
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