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Cartel de los años 50 en gran formato. Colección de la firma Geno. LL.

El coleccionismo de carteles naranjeros sigue vigente

El interés por los antiguos 'testeros' de marcas citrícolas contrasta con la actual desatención en el sector por vertientes artísticas que le dieron prestigio y gran pujanza

VICENTE LLADRÓ

VALENCIA.

Domingo, 25 de mayo 2025, 23:44

Hace décadas que no proliferan nuevos carteles y etiquetas naranjeras, salvo casos esporádicos, cada día más minoritarios. Las corrientes mercantiles que impulsaron una apabullante eclosión artística, hace tanto tiempo, iban de la mano de la necesaria acreditación de marcas con las que cada comerciante y exportador de cítricos se diferenciaba y prestigiaba en mercados de toda Europa. Pero las cosas cambiaron, hoy son drásticamente distintas. Apenas perduran las marcas, como tantos marquistas, y los que quedan reconocen que en esa fase van a menos, por lo que tienen que evolucionar a lo que todos: reconvertirse en suministradores de grandes cadenas de supermercados, donde ya no hacen falta marcas y todo se vulgariza. Los mercados tradicionales van a menos, quedan pocos fruteros profesionales y no pueden competir con las cadenas; los consumidores acuden a lo que todos, aunque a veces digan en encuestas que prefieren lo que en realidad ya rehuyen por pura comodidad, y también por precio.

Sin embargo, aquel largo movimiento de diseño, marcas y confecciones de naranjas en cajas mimadas con exquisitez de papel de seda dejó un patrimonio valiosísimo del que, pese a la desidia predominante, no se ha perdido todo. Perduran coleccionistas que atesoran mucho: carteles, etiquetas (también llamadas en el argot 'testeros', porque se ponían en la testa de las cajas), cromos (más pequeños), trepas de hojalata para grabar con tinta, cajas 'americanas' de madera... Una de las colecciones más nutridas es la que recopiló durante mucho tiempo Vicente Abad, hasta configurar el Museo de la Naranja en su Burriana natal, hoy cerrado lamentablemente porque nadie se hace cargo de los gastos. Allí está la mayor parte de lo que guardó, sin que se sepa ni cómo está.

Hay muchos otros coleccionistas que mantienen lo que pudieron salvar o compraron en el rastro. Como este gran cartel de la imagen, que luce en la tienda de Geno, fabricante de máquinas a pilas para esparcir herbicida, que se ubica en el polígono Fuente del Jarro de Paterna (tiene más etiquetas y máquinas antiguas). De igual modo hay estudiosos de los estilos artísticos que predominaron en el diseño de miles y miles de etiquetas y carteles, actividad en la que se emplearon hasta famosos artistas, como Renau.

Todo ello, en cambio, pervive hoy en silencio frente al desinterés del sector citrícola valenciano, todavía potente en producción y exportación, pero desatento con las vertientes artísticas que le dieron prestigio y pujanza y que convendría retomar.

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