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Berenjenas con  pie de tomatera

Berenjenas con pie de tomatera

El centro de Fundación Cajamar en Paiporta desarrolla este tipo de estrategia para eludir ataques de hongos del suelo que afectan a cultivos hortícolas

VICENTE LLADRÓ

Domingo, 17 de julio 2016, 23:22

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Las variedades de hortalizas más apetecibles por su calidad o su precocidad no suelen presentar un cúmulo completo de cualidades. Lo más frecuente es que sean más delicadas en cuanto a exigencias de agua y fertilizantes y, sobre todo, frente a los ataques de plagas y la incidencia de enfermedades.

El tomate valenciano, es decir, el que se entiende como 'Valenciano' por antonomasia, hace tiempo que apenas puede cultivarse con normalidad en las tierras de huerta valenciana donde se supone que nació y empezó a destacar como una de las variedades más selectas y de sabor distinguido. El fuerte calor del verano agota antes de hora a las plantas, más sensibles que antes en tierras 'cansadas'. Y es por ello que los agricultores del Perelló, por ejemplo, que se distinguen hoy por ofrecer un tomate valenciano que ha adquirido el apellido de dicha población costera y goza de gran aceptación popular, han de ubicar sus plantaciones veraniegas en tierras altas y vírgenes del interior de Valencia, o incluso en provincias limítrofes, donde hasta el agua es de mayor pureza para poder asegurar la viabilidad de la producción.

En cambio no siempre es posible este tipo de maniobra y buscar desplazamientos. Uno vive donde vive y tiene el campo donde siempre. Pero ¿qué hacer si se le mueren las meloneras o las matas de berenjenas?

La horticultura moderna bucea en constantes soluciones alternativas. Por eso es fácil encontrar plantaciones de sandías injertadas sobre calabazas, o de berenjenas que crecen implantadas en pies de tomateras.

Uno de los mayores focos de problemas para los cultivos hortícolas (a veces también para frutales) son los hongos patógenos del suelo. Verticilium, fusarium, fitóftora... causan estragos y suelen tener difícil solución. Si el agricultor no está atento y bien avisado, cuando se dé cuenta puede que ya sea tarde.

El bromuro de antes

El descubrimiento del poder desinfectante del bromuro de metilo trajo un gran avance en este terreno. Casi todos los campos de la huerta de Valencia se desinfectaron alguna vez con este gas; un gran porcentaje, en diversas ocasiones. Se cubrían las parcelas con plástico y se vaciaban garrafas de dicho producto en el interior, dejando que hiciera su efecto durante unos días. El resultado era espectacular. Donde se habían malbaratado cultivos hortícolas, volvían a crecer con gran vigor.

Pero el bromuro se prohibió tras evidenciarse que era muy contaminante. Hoy se siguen viendo campos tapados con plástico, aunque no tantos como antes, y ya no se emplea aquel producto, sino que se practica la solarización. Primero se esparce estiércol, preferentemente gallinaza (de granjas de pollos), y se tapa. Con el calor del sol aumenta la temperatura en el interior y entre el calor y los gases que desprende la materia orgánica, se consigue cierto efecto de desinfección.

Sin embargo el procedimiento más en auge es la utilización de patrones o pies resistentes, sobre los que injertar las variedades deseadas. Incluso con combinaciones que pueden parecer extrañas, como calabaza/sandía, o tomate/berenjena, pero que son hoy comunes y no presentan problemas porque son especies del mismo género y por tanto compatibles y resuelven el problema.

En ello están investigando en el Centro de Experimentación de Fundación Cajamar en Paiporta, donde Carlos Baixauli explica que «en realidad se trata de algo muy antiguo, que ya inventaron los romanos, aunque ellos lo desarrollaron en fruticultura y, en cambio, en hortalizas es más reciente, pero a fin de cuentas es lo mismo: consiste en aprovechar unas cualidades concretas de algo que no queremos producir para que sirva de base para soportar lo que sí que es de interés comercial».

En melones y sandías también están experimentando con injertos sobre variedades que quedaron apartadas por no ser comerciales, incluso algunas resultan rarísimas y con frutos deformes, pero se ha descubierto que tienen propiedades muy apreciables para servir de pies e injertar sobre ellas.

Es una estrategia, por otro lado, que entra de lleno en los objetivos de desarrollar una agricultura con mayores criterios de sostenibilidad, concepto moderno que , de otra forma, siempre anidó entre los agricultores, atentos e interesados en producir con los menores costes posibles. Si se puede evitar el gasto de desinfectar, pues mejor; si cabe eludir un tratamiento, perfecto, porque es ahorro. Ahora, sin embargo, se le ha añadido al concepto la categoría de que es además conveniente para el medio ambiente. Pues miel sobre hojuelas.

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