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Y de repente ya no quedan naranjas en el campo

La mayor parte de la producción se ha regalado de forma absurda en los meses anteriores y ahora llega a faltar fruta

V. LL.

Lunes, 11 de mayo 2015, 00:35

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«Ahora no se trata ya de si las naranjas son grandes o pequeñas, más dulces o menos, con mucho o poco zumo, con defectos de piel o sin ellos... Ahora son naranjas, no importa cómo, y más que hubiera».

La frase es de un comerciante valenciano que, como otros muchos, andan a la busca y captura de cualquier partida que puedan adquirir de naranjas. Da igual su condición; con que no estén podridas o excesivamente mustias, valen.

Pero el caso es que ya no quedan naranjas en el campo, o apenas las hay. Al menos que estén libres, sin tener su colocación comprometida por venta o a través de cooperativas y otras entidas. Ni de las variedades tardías del grupo nável, que en un principio se pusieron para alargar la oferta hasta bien entrado el verano, ni de Valencia-late

A menudo, los comerciantes que buscan con ahínco cualquier partida de naranjas que quede por vender, aunque sea pequeña, son los mismos que repetían hace pocos meses que había cosecha para dos o tres años. Como en el sector ya no hay información de conjunto sobre lo que hay y lo que queda en cada momento de la temporada, se propicia que se caiga en estos errores que acarrean duras consecuencias.

Por un lado tenemos que se ha regalado la inmensa mayor parte de la cosecha naranjera, en la creencia, espoleada por unos y por otros, de que había de sobra y convenía saldarlo todo cuanto antes para no quedarse en tierra. Por el otro nos encontramos en estos momentos con el resumen final. No sobraba, por lo visto. Ahora resulta que falta, que ya no queda, y los más agoreros de antes son los que más prisas tienen por proveerse a como sea, no vaya a ser que se queden sin poder trabajar en los almacenes y desatiendan los compromisos de suministros con las cadenas comerciales de las que dependen, que no quieren saber nada de coyunturas.

Este desenlace, tan inesperado hasta hace poco, debería servir para que los máximos responsables de los subsectores citrícolas reflexionaran y obraran en consecuencia, tratando de reconducir el desierto organizativo e informativo en el que vive sumido la actividad citrícola, para que pueda seguir siendo potente fuerza creadora de riqueza para todos.

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