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JUAN CARLOS VILLENA
Domingo, 25 de abril 2021, 01:09
valencia. «No sé si estamos dando este año un paso o dos porque se dijo que queríamos jugar finales y llevamos tres esta temporada. Lo que sí que sé es que es muy merecido». La reflexión, muy acertada, la realizó Rubén Burgos en la sala de prensa mientras se escuchaba el sonido de celebración de sus jugadoras en el vestuario. En los momentos de máxima alegría es bueno poner todo en perspectiva. Cuando se confeccionó el proyecto 2020-2021 el reto del club era llegar a alguna final. Ese era el paso adelante con respecto a la anterior. El jueves 29, contra el Salamanca si hoy el Gernika no obra el milagro, el Valencia Basket disputará la tercera de la temporada en menos de dos meses; Copa, Eurocup y Liga. Tremendo. Ahora, con un equipo lanzado, el sueño del doblete es lícito. Se lo han ganado en la pista.
«La Fonteta ha sido clave desde el calentamiento. Estamos muy contentas de que puedan ver una final de Liga y a ver si tenemos opciones de ganarla». Esa fue la segunda reflexión de un Burgos que no pudo esconder el orgullo de pertenecer al club. La Fonteta, el domingo 2 de mayo, vivirá el segundo partido de la final si el rival es el Salamanca. Otro día histórico que parecía imposible cuando el Ros Casares disputó en 2012 la que fue su última final liguera, consiguió su último título y jugó el último partido de su historia. Nueve años después, Valencia vuelve a estar en el mapa de las finales de la Liga Femenina. El maestro Miki Vukovic lo está disfrutando allá donde esté.
La clave para que el Valencia Basket celebrara anoche otro día histórico, el mismo en el que se cumplían 18 años del título de la ULEB Cup de 2003, es que superó el momento de más tensión emocional de la serie. Cuando Vasic anotó un triple para poner el 45-55 a falta de 3:55 del final del tercer cuarto, el Girona se puso por primera vez por delante en la eliminatoria en el partido de vuelta. Rubén Burgos pidió tiempo muerto. Lo que ocurrió después fue un mágico parcial de 16-0 hasta el tercer minuto del último cuarto (61-55) que encarriló el pase a la final. En un esfuerzo coral, donde ayudó hasta la inmolación de Julbe con su segunda técnica, sería injusto no destacar a Cristina Ouviña. La internacional se coronó como la reina de Aragón. Su temple y acierto anotador fue imperial en ese momento y a su insurrección se sumaron Casas, Allen y Celeste Trahan-Davis. Demasiada pólvora para un Girona al que por entonces le quedaba más orgullo que piernas. Un triple de Allen (75-67) simbolizó el final de la eliminatoria por mucho que un último ataque de nervios taronja pusiera algo de emoción (75-73). Para evitar el infarto, Casas sentenció el pase con una canasta más adicional que celebró con un grito desgarrador que se coló hasta en el último asiento de la Fonteta. Ese 81-73 abrió las puertas del sueño del doblete.
El aspecto más positivo al descanso para las locales es que el Girona, que supo zarandear a su rival trasladando la presión, nunca se puso por delante en la eliminatoria y ni siquiera empatarla. La máxima renta para las catalanas fue de ocho (20-28) y en los últimos segundos de la primera parte de siete (31-38). Con una Grey desatada en los tiros de dos (un 6 de 6 para acumular 14 puntos) la falta de acierto desde en triple para las de Julbe (0 de 10) fue un bálsamo para las de Burgos que, al menos, pudieron capear el temporal al descanso con un 33-38 que dejaba en cuatro los puntos de ventaja en la semifinal para las taronja, que debían mejorar el trato del balón (10 pérdidas al descanso) para poner los cimientos de la clasificación. Aún lo tenían en la mano y no lo desaprovecharon.
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