Borrar
Rodilla y LUengo celebran el título de la ULEB en 2003.
El sueño de la tercera copa

El sueño de la tercera copa

El Valencia Basket afronta su sexta final europea con hambre de gloria

J. C. VILLENA

Lunes, 28 de abril 2014, 19:05

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

«Ahora me acuerdo de cuando estábamos en Mislata, a punto de descender a Segunda, y dos redactores de LAS PROVINCIAS me animaron cuando paseaba deprimido en una huerta junto al pabellón». Cuando Juan Roig hizo esta reflexión, el 13 de abril de 1999 en Zaragoza, ni en sus mejores sueños podía imaginar que su proyecto alcanzaría en 2014 las seis finales europeas. Aquel día el Pamesa quería redondear con matrícula de honor su estreno en Europa, levantando su primer título continental frente a la Benetton. No pudo ser. Pero esas palabras del dueño del Valencia Basket, recordando aquellos inicios donde tan sólo unos centenares de seguidores poblaban La Canaleta, comenzaron a tener sentido una vez se consumó la primera derrota en una final europea. Los 6.000 valencianos presentes en el Príncipe Felipe cantaron al unísono «¡No passa res, la copa l'any que ve!». El primer título tardó cuatro años en llegar, pero una década y media después la afición de la añeja Fonteta puede sentirse muy orgullosa de su equipo.

Cuando el jueves comience la serie final de la presente edición de la Eurocup entre el Valencia Basket y el Unics, los taronja igualarán al Joventut como el tercer equipo español que más finales europeas ha disputado. Y ese dato, teniendo en cuenta que el debut en los torneos continentales del Pamesa fue en 1998, es demoledor. Por delante de los valencianos quedarán tan sólo Real Madrid y FC Barcelona. Por detrás, equipos como el Baskonia y Unicaja. Dos entidades que disfrutan de un privilegio en la Euroliga que el Valencia Basket nunca ha tenido.

El gen ganador de un club se mide por el nivel de autoexigencia. De autocrítica. Y en la directiva valenciana son conscientes de que con el número de finales disputadas es posible que el palmarés sea demasiado corto. El duelo frente al conjunto ruso debe servir para acabar con esa tendencia, ya que de conseguir el título se equilibraría el balance de victorias y derrotas en los partidos decisivos.

La historia del Valencia Basket en las finales comienza en Zaragoza. Y lo hizo a lo grande. Tras superar en las rondas previas a históricos como el Split, Joventut y Aris, la joven plantilla de Miki Vukovic se plantó en el partido por el título. Les esperaba la Benetton de Obradovic, Rebraca, Nicola, Pittis o Williams. En Valencia se desató la locura por su equipo de baloncesto y el desplazamiento aún se recuerda como uno de los mayores de la historia teniendo tan sólo en cuenta a los equipos españoles. Los números recordaron a los grandes eventos futbolísticos, con dos trenes especiales y 65 autobuses que convirtieron el Príncipe Felipe en una sucursal de la Fonteta.

La fiesta se quedó a unos minutos de ser completa. El Pamesa despertó a ocho minutos del final y, con un parcial de 3-20, se metió de lleno en la lucha (57-56). Pero cuando tuvo que culminar la remontada un maldito robo de balón de Nicola a Hopkins se convirtió en el símbolo de la primera final perdida. Fue el día en el que César Alonso, que se perdió el partido por una enfermedad, estuvo en el recuerdo de todos y donde Miki Vukovic, con un lazo negro, y Obradovic, en un emotivo alegato en inglés en la rueda de prensa posterior, clamaron al mundo por un país que se estaba desangrando en una guerra civil a finales de los 90.

Tres años después el Pamesa se presentó en su segunda final con expectativas muy diferentes. Con un equipo esculpido a base de talonario, con Alston, Elson y Paraíso como refuerzos de campanillas. Pero el Montepaschi Siena, que comenzó con el aquel título de la Saporta su ascenso en el baloncesto europeo, truncó el segundo sueño continental. Los valencianos contaron con 2.000 seguidores en Lyon, pero la afición italiana condicionó ambientalmente el encuentro con un conato de invasión en los primeros segundos de partido.

A la tercera fue la vencida. Y en un formato calcado al de la presente edición del torneo. La ULEB Cup de 2003 se convirtió en el primer entorchado europeo de la historia del Pamesa. Al equipo, con Paco Olmos en el banquillo, no le asustó el papel de favorito ante un Novo Mesto entrenado por Neven Spahija. Los valencianos encarrilaron el título en Eslovenia, venciendo por un contundente 78-90. Un centenar de seguidores valencianos estuvieron en las gradas del coqueto Leon Stukelj. La noche del 24 de abril de 2003 forma parte de la historia más bonita del baloncesto valenciano. Fue el partido de las mil postales; el espectacular tifo de la senyera, la portentosa actuación de Tomasevic y el beso posterior a su mujer con el trofeo de MVP, la imagen de Luengo y Rodilla con la copa, el desenfreno de Kammerichs subido a una canasta... y la fiesta posterior. La cena en El Rebeco, con discurso de Juan Roig subido a una silla, y la celebración en la Indiana fueron el colofón perfecto. Al día siguiente, en el ofrecimiento a la ciudad del título, Hopkins y Cardinal no perdieron detalle de la celebración grabándola en sus cámaras de vídeo.

La afición tuvo que esperar siete años para presenciar una nueva final. Y fue en el momento más delicado del club. Juan Roig había anunciado unos meses antes que tan sólo aseguraba el mecenazgo hasta junio de 2011, cansado de dilapidar dinero en plantillas sobrevaloradas. Pero Spahija se cruzó en la vida del Valencia Basket, que conquistó la Eurocup en Vitoria con el nombre de Power Electronics. «Estoy muy emocionado por la afición, el proyecto debe continuar porque este camino es el correcto», declaró Roig.

El técnico croata salió a hombros de la capital alavesa, aunque aquella noche el club no sospechaba que había llegado tarde para poder retenerle. La última final fue hace dos años, y es la espina que debe servir como motivación máxima para buscar el tercer título. Los taronja volaron a Moscú con una sensación extraña, que se confirmó en el último cuarto de un partido para olvidar. «Parecía que tenía que ganar el Khimki», sentenció el propio Juan Roig. En 2014 toca venganza.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios