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ENRIC GARDINER
Miércoles, 27 de marzo 2019, 00:12
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El tenis es un deporte que guarda mucha semejanza con la arquitectura y la construcción. Están aquellos jugadores que tiran de pluma, escuadra y cartabón para cimentar su juego. Luego están los obreros, los que se encargan de aguantar en la pista lo que les echen. Trabajadores, incansables y sufridos. Tras 19 años de carrera, cuesta situar a David Ferrer en uno de los lados de la balanza, aunque si por algo se ha caracterizado el de Xàbia es por nunca dar un punto por perdido y por resistir lo que sea.
Esta semana en Miami, su última sobre pista dura, ha significado el baile final sobre una superficie que le vio ganar su único Masters 1.000 (París 2012) y en la que siempre se ha defendido bien pese a su juego más adaptable a la arcilla. Después de sorprender al tenis ganando a Alexander Zverev en segunda ronda y habiendo dejado en el camino en su debut al sacador estadounidense Sam Querrey, Ferrer encontró su tope en otro cañonero, el joven Frances Tiafoe.
No sin antes darle guerra, eso sí. La derrota en tres mangas (5-7, 6-3 y 6-3) demuestra que, a sus 36 años -a un paso de los 37- y descendido hasta el número 155 del mundo, Ferrer se va porque quiere. No le faltan ganas. Lo exhibió cada vez que tras una mala devolución o un golpe defectuoso se animaba a sí mismo, cuando gritaba de enfado o cuando se le escapaba una sonrisilla al pasar a Tiafoe en la red.
Tiafoe se sentaba en su banco con cara de «¿Pero en serio se va a retirar?» y, aunque el estadounidense acabó remontando, el homenaje que recibió Ferru sobre la pista, tras 17 participaciones en el torneo y una final en 2013, le dejó como ganador de la velada.
«Quiero irme jugando bien y lo conseguí, sí que estoy muy feliz», explicó minutos después a la ATP. «Para mí es un regalo, quería que la gente se quedara con un buen recuerdo de David Ferrer jugando un buen tenis», apostilló.
A Ferrer le quedan dos paradas antes de retirarse. Disputará el Conde de Godó y se despedirá en el Masters 1.000 de Madrid. Dos torneos para ver en escena y sobre arcilla a uno de lo mayores trabajadores de la historia del tenis.
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