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Sara Errani, durante un torneo en Pekín. REUTERS/Kim Kyung-Hoon
Errani quiere salir del infierno

Errani quiere salir del infierno

La italiana vuelve a Valencia tras la sanción por dopaje que marcó un año nefasto

MOISÉS RODRÍGUEZ

VALENCIA.

Miércoles, 20 de diciembre 2017, 01:03

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Sara Errani vuelve a su segunda casa después de regresar a Italia. A la primera. A final de 2016, la transalpina sintió que necesitaba levantar el pie del acelerador. Teniendo en cuenta que la vida de un tenista profesional implica muchas semanas en hoteles de todo el mundo, ella quiso exprimir el tiempo con los suyos. Porque a fin de cuentas, siempre que se le ha preguntado si ya se siente valenciana, ella ha respondido que sus raíces están en Italia. La apuesta no le salió bien y ahora, tras 12 meses nefastos en lo deportivo y que han tenido la guinda de una extraña sanción por dopaje, regresa a la capital del Turia para tratar de salir del infierno.

Ahora trabaja de nuevo con Pablo Lozano, el entrenador que esculpió a la tenista que llegó a disputar la final de Roland Garros en 2012. Perdió contra la mejor versión de Maria Sharapova por 6-3 y 6-2. Durante doce años, pulió a la jugadora de Bolonia en El Saladar para convertirla en una jugadora dura y competitiva. Llegó a ser la número cinco del mundo y la italiana estaba casi siempre en las últimas rondas de los principales torneos del circuito WTA.

Sara Errani quiso mitigar esa presión a finales de 2016. Dejó a su padre tenístico para regresar al hogar materno en Bolonia. Pero la apuesta no le pudo salir peor. Todo se torció a principio de año, cuando dio positivo en un control realizado fuera de competición. Aquello sucedió el 16 de febrero. La ITF explicó que la muestra de orina analizada contenía letrozole, una hormona prohibida por la Agencia Mundial Antidopaje. La tenista dio negativo en su siguiente control -el 7 de junio-, por lo que un tribunal independiente determinó que debía cumplir una suspensión de dos meses.

Errani lleva casi un mes entrenando en Silla y acaba de alcanzar las semifinales en un torneo ITF en Dubái

La transalpina negó haberse dopado. «No he tomado nunca, en mi vida ni durante mi carrera, ninguna sustancia prohibida», aseguró la italiana cuando en agosto la ITF confirmó que Errani permanecería suspendida hasta el 2 de octubre. La tenista afirmó entonces que el resultado adverso se debía a una «contaminación accidental en la comida». Ante el juez fue más explícita y argumentó que pudo intoxicarse con un medicamento que usaba su madre para tratarse el cáncer. Señaló que la mujer dejaba las pastillas en la encimera de la cocina y que una pudo caer en unos tortellini que estaba preparando.

Se prepara en El Saladar

La sanción, en todo caso, ya está cumplida y, salvo sorpresa, en pocos días pasará a ser el episodio más escabroso de la pesadilla en que se convirtió 2017 para Sara Errani. La italiana decidió volver a Valencia, donde tiene casa. Lleva casi un mes entrenándose a las órdenes en Lozano-Altur Tennis Academy, la empresa que Pablo Lozano y José Altur han creado para preparar tenistas en las instalaciones de El Saladar. La semana pasada disputó un torneo ITF 100.000 en Dubái. Alcanzó las semifinales, donde cayó con la suiza Belinda Bencic.

Errani es a sus 30 años la 132 del ranking WTA. La italiana no afronta, sin embargo, el nuevo año obcecada con la clasificación mundial ni con repetir los resultados de antaño. Quiere volver a disfrutar del tenis y lo que ocurra, ya se verá. Pondrá de su parte su la ilusión y humildad. El resto es responsabilidad de Pablo Lozano. La transalpina deberá recuperar su consistencia para recuperar su sitio en el tenis de primer nivel. Se ha puesto manos a la obra en Valencia, su segunda casa.

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