«¿Cómo va a venir la gente entre semana a las 16 horas al trinquet?»

Una horchatería. La hija de aquel hombre es la madre de Tino. Su padre fue quien realizó la primera expansión. La segunda, la que ha llevado la bebida valenciana de Mercader -congelada y en brick- a las grandes superficies la ha hecho él. «Cuando jugaba yo tenía horarios flexibles. Entrenaba por las mañanas, trabajaba, y si jugaba ya me iba por las tardes», recuerda.

Tino Bendicho lanza una recomendación a las nuevas generaciones: «Hay que estudiar, porque la pilota se acaba». A pesar de que él vivió los años de bonanza, tanto que se permitió renunciar al fútbol por la vaqueta. «Yo empecé en Deportes Arnau y me llevó el Valencia. El verano que empecé a jugar primeras partidas lo acabé con más de 100.000 pesetas en el bolsillo. Vino el entrenador y todo a buscarme, pero elegí el trinquet», relata.

¿Volverán esos tiempos? Es rotundo. «No». «No creo. La pilota necesita modernizarse. Sigue en un modelo de principio del siglo XX. Todo se mantiene igual», señala Tino Bendicho, que desde hace algunos meses forma parte de la comisión ejecutiva de la Fundación que gestiona la vertiente profesional del deporte autóctono. Tras un año de transición, se dice que los cambios llegarán a principio de 2019.

Esta es una afirmación que los gestores de la pilota en sus diferentes formatos han hecho en varias ocasiones. Tino Bendicho confía en que se dé ahora ese punto de inflexión, aunque en su discurso lanza un aviso. «Si prometes cosas que no das, es complicado. Todo deporte necesita su dosis de entretenimiento. La pilota como espectáculo es la hostia, pero no ha evolucionado. ¿Qué la envuelve? ¿Qué tiene el trinquet? ¿La dolçaina y el tabalet?», lamenta. «Todo cambia. Tu vas a ver un partido de baloncesto o de tenis y ha experimentado su evolución», proclama.

Así, propone que en las partidas de pilota hayan espectáculos paralelos, previos a la competición. «Si por ejemplo en otros deportes hay juegos en que sortean camisetas y ha funcionado, ¿por qué no hacerlo en el trinquet?», desliza. Otro aspecto en el que incide es en que la pilota no se ha adaptado al costumbrismo actual: «La gente joven es mucho más corporativista en la familia. El hombre colabora mucho más en casa, porque la mujer también trabaja. ¿Cómo va a venir la gente entre semana a las 4 de la tarde si tiene cosas que hacer?». En ese sentido sentencia: «Tenemos los horarios de hace 60 años y han pasado tres generaciones. En el fútbol, la Champions es una vez al mes y a la Copa se va a partir de cuartos. U orientamos nuestro deporte a las nuevas generaciones, o los trinquets se quedarán vacíos».

Tino está convencido de que el jugador puede vivir dignamente de la pilota. Señala que el deporte autóctono no debe depender de las administraciones. «Yo creo que el futuro pasa por desligarse de ellas. Pienso que es posible», asegura. Pese a que reconoce que los ingresos de las apuestas de su época son cosa del pasado, sí que considera que la vaqueta está a tiempo de subirse al tren de las de internet: «Pero primero hay que modernizar el sistema. Los vascos dieron ese paso y ahora Coderec (una casa de apuestas) patrocina un torneo. La pilota, sin embargo, sigue funcionando con patrocinadores de amigos». Ve, no obstante, brotes verdes: «Han entrado nuevos, pero hay que demostrarles que hacemos las cosas bien para que aumenten su aportación».

También considera que la Fundación debe respaldar al pilotari a explotar su imagen en la sociedad valenciana. «Hay algunos que son un desastre, pero pienso que tenemos que ayudarles a tener relaciones externas. Tenemos que conseguir que los inviten al palco del Orriols o al de Mestalla, al baloncesto, o a los eventos importantes que haya en la ciudad», concluye Tino.