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Genovés II juega una pelota con la izquierda durante su partida de ayer contra Puchol II. funpival
El gato con guantes

El gato con guantes

Genovés II completa una partida de manual para tumbar a Puchol II y meterse en semifinales del Individual (60-45) | «Igual yo era el único en el planeta que pensaba que podía ganar, pero la partida se desarrolló como esperaba», afirma tras tumbar al número 1

MOISÉS RODRÍGUEZ

SUECA.

Lunes, 10 de junio 2019, 00:07

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José Cabanes 'Genovés II' pertenece a una añeja estirpe de pilotaris. «Antes se jugaba de otra manera, pero viene una generación de chavales que está a punto de explotar, como mucho en uno o dos años», pronostica. Gente que ya no usa los guantes de cuero, como él, o que no saca el manual del Individual: «El mano a mano es piso-pared, y que el otro reste con la izquierda, aunque sea zurdo». Así planteó su partida de ayer en Sueca, donde protagonizó la primera gran sorpresa del torneo al dejar fuera al defensor del título, Puchol II (60-45).

Por si él no tuviera experiencia más que suficiente, en la escala no le faltaban maestros. Como botillers, Sarasol II y Juan, su primo, que reinó en el Individual de raspall. Y por ahí, pululando, verso libre, su padre, el gran Paco Genovés, que desde que su retoño gritó de júbilo tras el último quinze era incapaz de borrar su sonrisa de satisfacción. Lanzaba besos al aire y regalaba caramelos sin azúcar, como coreando que su hijo está de dulce.

Lo que resultó evidente durante hora y media de prodigiosa interpretación, sólo los más cercanos a Genovés II podían pronosticarlo. «Ara, si els periodistes dieu que sóc favorit, vos talle els ous», lanzó medio en broma medio en serio, bañado en sudor, Genovés II antes de retirarse al vestuario. «Igual yo era el único en todo el planeta que pensaba que podía ganar, pero la partida se ha desarrollado como esperaba», recalcó el escaleter.

Desde el principio, Genovés II supo aprovechar mejor las virtudes del trinquet, el mismo donde reapareció tras su última lesión grave. «¿Levantar un santuario aquí? Creo que esta es la única partida que he ganado aquí en toda mi vida, pero dejando de lado las manías, es bastante neutral», indicó. Aquella tarde, en una partida de día a día donde el resultado fue lo de menos, la noticia fue ver a Genovés II de nuevo vestido de blanco y besado por su padre, el mito. «Oyes comentarios de la preparación de los demás, y parece que yo no entreno, que estoy siempre 'ji, ji, ja, ja'. La gente se olvida de que llevo siete operaciones en el codo y de que el médico me prohibió jugar a pilota después de la última. He sufrido mucho para llegar hasta aquí», deslizó.

Pero Genovés II, además de jugar con guantes, es como un gato. Ha tenido, al menos, siete vidas como pilotari. Y en cada una de ellas sabe desenvolverse mejor sobre el trinquet. Ayer empezó desde el dau y aguardó a su primera ocasión para romper desde el resto. Cuando lo hizo (30-20), puso a su favor también el factor anímico. Se notó en un Puchol II cuya ansiedad aumentó cada vez que pasó del dau al resto. Allí padecía los proyectiles de Genovés II, buscando el piso-pared junto a la muralla cada vez que respondía al saque de Miguelín. «Había que intentar que no se nos fuera larga, los dos tenemos nuestras mejores armas en el rebote», indicó.

Así se desarrolló la partida. Domando poco a poco a Puchol II. Dejando pasar alguna que otra pelota casi imposible, sabedor de que si se le encendía la luz de la reserva estaría condenado. Pero no. Y su rival tampoco apostó por darle más ritmo a la partida, dejar pasar poco tiempo en el quinze y quinze para probarle. Incluso pudo ser mejor para Genovés II, que gozó de val i 30 para cerrar la partida desde el resto. En ese momento fue también actor, como ha de ser el buen jugador de mano a mano. Sacando la rabia y cerrando los puños con cada quinze. «En ningún momento me he sentido ganador», aseguró.

Como tampoco se siente ahora favorito frente a José Salvador, un chaval que viene firmando su mejor Individual y que se ha plantado en semifinales tras tumbar a De la Vega. «Tengo los pies en la tierra para todo y ahora la presión es más para mí porque he ganado al número 1. Pero juego contra un chaval de 19 años que le pega una barbaridad y encima está en su casa. Yo no soy el favorito», apunta.

Despojándose de esa pesada piel. Táctica de previa, también de manual. La realidad es que está ante su ocasión, la de ganar ese Individual que, según piensan muchos, le debe la pilota. «Siempre digo que a mí la pilota no me debe nada. El cariño que recibo del público es el mejor trofeo que puedo tener», asegura.

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