Pelayo rearma su cantera

Hubo un tiempo en que Pelayo era un productivo criadero de pilotaris. De allí surgió Rovellet. En sus losas se formó Fredi. Tino, Grau, Solaz, Pastor, Miguelín, Serrano o Fredi II integraron una copiosa generación que brilló en los 80. Pocos años después llegaron Pedro, Pedrito, Víctor y Peluco. Gente que creció en los alrededores del trinquet, que se enamoró de la vaqueta y que, en su mayoría, sigue de algún modo vinculada a ella. Hace demasiado, más de una década, que de esa cantera no surge ningún diamante en bruto. Uno de los representantes de esa última generación se ha lanzado a remediarlo.

Actualmente, en Pelayo hay una escuela donde un grupo de niños realiza una primera toma de contacto con la vaqueta. Las clases son los sábados. Peluco completará la oferta los lunes y los miércoles. De 17.30 hasta las 20 horas para los niños, y de 20 a 22 para mayores que ya jueguen y quieran perfeccionar o aquellos que deseen iniciarse.

José Luis López, propietario de la Catedral, quiere que esta sea referencia de la escala i corda a todos los efectos. Y a día de hoy, Pelayo no lo es en los carteles. No hay un pilotari de referencia que se haya formado allí. El último en retirarse fue Víctor, en octubre y a quien se le homenajeó en la céntrica cancha.

De un conato de escuela que hubo hace unos años surgió Enric, que juega en el equipo de llargues y que ha ido con la selección. La idea es acabar con esta tendencia. De momento, la escuela dirigida por Peluco estará en marcha de abril a junio, cuando Pelayo cierre por reformas. Pero la intención es reimpulsarla en septiembre. De hecho, se está ideando un sistema con planchas de madera para poder dividir el trinquet en dos. Estas actuarían como murallas de resto móviles, que también servirían para reducir las dimensiones en las partidas de aficionados.