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MOISÉS RODRÍGUEZ
Lunes, 20 de marzo 2017, 01:35
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Claudia se perdió media partida. Durmió plácidamente en brazos de mamá. Melissa arropó a la pequeña con una manta durante más de una hora. Hasta que la pequeña despertó. Papá iba ganando. 40-20. Como si fuera consciente de lo que acontecía unos metros más abajo, la bebé mantuvo los ojos abiertos como platos hasta el final de su primera partida. Lucía en su diminuta cabeza una cinta roja, del color de la camiseta que vestía su progenitor. Su madre la sentó sobre las piernas para que desde la galería del dau pudiese observar cómo papá, Héctor de Laguar, se alzaba junto a Puchol II con el Trofeu de Falles al doblegar (60-35) a Pere Roc II y Santi de Finestrat.
El resto de Vinalesa estuvo a su nivel. Las pasaba casi todas y exhibió su habitual elegancia en el rebote. Por su estado de forma, sorprende que se haya quedado fuera de la Lliga. «Como el otro día ganamos a Soro III y Jesús, él me dijo que había sido por su culpa... no. Nos despistamos y ya está», comentaba Puchol II antes de la partida.
Estuvo perfectamente acompañado por un sobresaliente Héctor de Laguar. El mitger se agrandó. En principio, por la presencia de su hija recién nacida. Pero no fue sólo la pequeña Claudia quien le dio fuerza. En la escala estaban también Melissa, su madre, su suegro, gente del pueblo... «Es que también es el Día del Padre», comentó en tono descendente. La última palabra se quebró mientras sus ojos se desbordaban. Héctor jugó con pasión. En memoria de Pepe, el progenitor que se ha marchado recientemente.
Héctor se arrancó el esparadrapo de las manos con cierta rabia. Con el rostro ya bañado en lágrimas. La victoria tuvo para él un sabor agridulce. La paladeó en un rincón del vestuario. Sabe que ha de dar más pasos antes de poder dedicar a su padre y a su hija la victoria que merecen. Un título grande. Pero este es el camino. Jugó con personalidad. Entrando con valentía al aire, otorgando la iniciativa a Puchol II pero sin escudarse en que detrás de él estaba el número uno.
Y el de Vinalesa también necesitaba ganar ayer en la Catedral. La eliminación en la Lliga ha escocido, tanto a él como a su entorno. Se piensa en el Individual, pero queda demasiado lejos. Los títulos como el de ayer, incluso la Copa, saben ahora a pedrea. Pero son necesarios para seguir caminando con paso firme hacia el mano a mano, la gran cita de después del verano.
Pere Roc II y Santi de Finestrat fueron las víctimas de este crisol de emociones. No jugaron mal, por mucho que el mitger se pasase media partida maldiciendo. Se quejaba por la mala suerte, que en ciertos quinzes la tuvo, y de su propio nivel. Quizás en ello se equivocaba.
La pareja azul no hizo para nada una mala partida. Rodrigo apenas tiene fallo y Santi es uno de los mitgers más decisivos del momento. Tenía a finales de semana unas molestias y se quitó la partida de medieros del viernes para llegar a la final de ayer en condiciones.
«¡Venga, Santi, figura, hasta el final! ¡Hasta el final!», le animaba Pere Roc II. «Yo es que no sé jugar de otra manera, siempre doy el máximo», había dicho el resto de Benidorm antes de la partida. Y ambos lo dieron. Otra cosa es que no saliera. Puchol II y Héctor merecieron ganar, pero el tanteo fue demasiado cruel para los derrotados.
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