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J. MOLINS
Sábado, 17 de noviembre 2018, 00:58
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valencia. Joan Alós se llevó ayer una desagradable sorpresa. El entrenador del Meliana en categoría alevín, de niños de 11 y 12 años, sufrió el pasado 28 de octubre una agresión del padre del equipo rival -el Alboraya- tras un partido, que le provocó una fractura nasal. Pero ayer el juzgado de Valencia notificó al joven que ha archivado el caso.
El fallo del juez expone que aunque los hechos ocurridos aquel día pueden constituir materia punible, el motivo de que se archive es que falta la denuncia previa del afectado como requisito para admitirlo a trámite. Una argumentación que no entiende Joan Alós, quien el propio día 28 de octubre fue a denunciar los hechos ante la Guardia Civil de Tavernes Blanques, como consta en el atestado. Pero no presentó toda la documentación en los tres días siguientes, ya que tardó en encontrar un abogado y en reclamar el informe médico.
Así pues, el entrenador impugnará la decisión del juzgado con un recurso de reforma y volverá a presentar la denuncia para que se reabra el caso, ya que la ley marca un plazo de un año para hacerlo. De este modo, si el juez admite la reapertura, habría un juicio por delito leve, como ha calificado el magistrado en la notificación la agresión a Joan Alós.
Después del citado encuentro de alevines, el agresor propinó un cabezazo en la cara a Joan y seguidamente un puñetazo, lo que le causó heridas y le dejó aturdido. Tuvo que ser trasladado en ambulancia al hospital Clínico de Valencia, donde se le diagnosticó una fractura de los huesos propios de la nariz, un primer parte médico que aportó en la denuncia presentada.
Alós aseguró a LAS PROVINCIAS en la entrevista publicada dos días después de la agresión que esperaba «un castigo ejemplar» para el agresor, quien salió corriendo tras causarle las heridas, pese a que había varios testigos presentes que lo reconocieron. Minutos después fue localizado por la policía en los alrededores del campo de fútbol. Pero de momento en vez de ese castigo ha visto cómo el juez archivaba la causa, a la espera del recurso.
El joven, pese al aparatoso vendaje que llevaba y el dolor que tenía, fue al polideportivo de Meliana a entrenar a los niños del equipo como cualquier otro día, y no ha dejado su actividad, pese a que reconoció a este diario que la agresión le ha hecho tener miedo cada vez que está en un banquillo por si sufre otra agresión.
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