El epicentro de la destrucción de la dana en el deporte vuelve a latir
El Terrer, el campo de fútbol de la Federación Valenciana en Paiporta, acoge sus primeros partidos casi un año después de la tragedia | Las torres de la luz funcionan con generadores y hay barracones usados como vestuarios
Miraras donde miraras en los días posteriores al 29 de octubre, sólo se hallaba destrucción. Paiporta era el escenario perfecto para rodar una película del ... fin del mundo porque, en realidad, había vivido su particular apocalipis. Pero si en algo se cebó la maldita y ya tristemente famosa dana fue en el polideportivo, que quedó absolutamente destruído. «Ahí había casi 50 coches clavados, muchos de ellos con personas que murieron ahogadas dentro de sus vehículos», señala una mujer. Mira hacia El Terrer, el terreno de juego que gestiona la Federación Valenciana de Fútbol, y que está adosado al complejo municipal. El aroma, todavía a humedad casi un año después, también sirve de recuerdo de aquel horror.
Nadie en Paiporta puede olvidarlo. Tampoco se de sea. Pero es cierto que también hay ganas de volver a latir, regresar a la normalidad. Y por eso, dos mujeres han colocado este viernes un arco de globos con los colores del E1, club que tiene El Terrer como cancha de local. Ese mismo campo donde la tragedia no fue mayor porque en la tarde del 29 de octubre, entre el Ayuntamiento y el director deportivo de esta escuela, decidieron que no había entrenamiento. «Si no, mira los niños que hay aquí ahora. Y fue por el viento, por si caía uno de los focos de las torres de iluminación», comenta la madre de uno de los chavales.
El Terrer ha tardado prácticamente un año pero ya casi está. Casi, porque aún queda mucho por hacer. Hace un par de semanas los niños y niñas volvieron a entrenarse ahí. Sus familiares no podían acceder, debían permanecer fuera porque las gradas aún no tenían la certificación de seguridad. «Ahora lo que queremos es que bajen al césped, que lo disfruten», señala uno de los entrenadores, mirando hacia una hierba artificial totalmente nueva y respalndeciente. Pero junto a una de esas torres de la luz, que pese a ser objetos inanimados indirectamente salvaron vidas, hay unos generadores de gasóleo. Claro está, aún queda por conectar la electricidad. Y tras una portería, unso barracones: «Son vestuarios para los árbitros, que debíamos contar con ellos para que nos lo homologaran».
Gracias a esto, el viernes 17 de octubre ha sido un día para la esperanza en El Terrer. Sus usuarios se han pasado casi un año de peregrinaje, entrenando y jugando partidos en campos que les prestaban. Pero ahora ya cuentan con su guarida, que este viernes ha acogido dos partidos de fútbol 8, de los benjamines y los prebenjamines, frente a Jesuitas de Valencia y contra Safranar. El fin de semana se completará la primera jornada de competición en Paiporta desde la dana.
Pero aún queda mucho por hacer. El Terrer es un brote verde en un polideportivo hecho trizas por la ola descontrolada de agua, barro, coches, ramas y todo tipo de objetos que avanzó por el Poyo. El recinto está en una de las riberas del barranco. Tras la dana apenas quedó servible para acoger un puesto de mando avanzado. El otro campo de fútbol, el municipal, sigue siendo un nido de escombros. Y la piscina cubierta continúa inservible. En su entrada pende un cartel: 'Estamos trabajando para que nos volvamos a ver'. Paiporta es un ejemplo de la terrible acción de la dana sobre el deporte y sobre el resto de la vida de miles de personas. Y un claro ejemplo de que, casi un año después, aún quedan infinidad de cosas por hacer.
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