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Barkero: «Ya no tengo pasión por el fútbol profesional»

Barkero: «Ya no tengo pasión por el fútbol profesional»

El exjugador del Levante UD europeo cuenta cómo vivió lo mejor y lo peor en aquel equipo granota que fue líder de Primera. «Fue donde más disfruté jugando, pero en la última etapa me hicieron mucho daño», asegura

cayetano ros

Jueves, 30 de abril 2020, 22:42

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-¿Qué es de su vida?

-Entreno al Bergara, un pueblo al lado del mío (Aretxabaleta), División de Honor Regional.

-¿Qué tiene de especial Aretxabaleta?

-Es un pueblo industrial, con muchas fábricas (aquí está Fagor, por ejemplo), de 7.000 habitantes. Estamos en el centro del Guipúzcoa, pero más cerca de Vitoria (20 kilómetros). De aquí somos cuatro futbolistas: Zubizarreta, Arenaza, Etxabe y yo. Cuando viene Zubizarreta, a la fiesta de los San Migueles, los críos se vuelven locos.

-¿Cómo comenzó todo?

-Yo comencé a jugar en el UDA (Unió Deportiva Aretxabaleta) hasta los 12 años y fui muy feliz. A mi padre, que fue conductor de autobuses, le gustaba mucho el fútbol, y un hermano mayor mío también jugaba.

-¿Cómo fichó por la Real Sociedad?

-Fue un fichaje raro porque el UDA tenía un convenio con el Athletic. Y yo mismo era de niño aficionado rojiblanco, por Zubizarreta, pero los de la Real hablaron con mis padres, me fui allí y me fue haciendo cada vez más 'txuriurdin'. Mis referentes fueron López Ufarte, De Pedro y Stoichkov.

-A los 19 años, ganó con España en Nigeria el Mundial Juvenil en 1999 en Nigeria.

-Inolvidable. Lo pasamos tan mal por el camino que a algunos de nosotros no nos habría importado que nos eliminaran con tal de volver a casa. Nos pasamos un día entero sin comer porque la pasta que nos sirvieron en el hotel no era comible. Protestamos y nos cambiaron de hotel. Las condiciones fueron muy malas.

-¿Se imaginaba que, 11 años después, tres de esos jugadores (Casillas, Xavi y Marchena) acabarían siendo campeones absolutos?

-A Xavi ya se le veía: por cómo trataba el balón y por toda la tranquilidad que generaba a su alrededor. A Iker no le vimos todo el potencial porque jugaba Aranzubia. Y Marchena sí nos sorprendió: era muy buen central, pero no lo que sería después.

-¿Quién fue la clave?

-El seleccionador, Iñaki Sáez. Lo ganamos por él. Su madre falleció durante el torneo y él nos dijo que no se iba de allí hasta vernos ganar la Copa. Nos transmitió una fuerza brutal.

-¿Cómo fue la final: 4-0 a Japón?

-El partido más fácil de todos. A los 20 minutos ya ganábamos 3-0. Nos habíamos liberado tanto que lo controlamos todo. Jugué seis partidos de titular en un ataque con Pablo, Gabri y Varela. Y fue el primer campeonato del mundo para España.

-Y al ver ganar el Mundial absoluto a España en 2010 en Sudáfrica, ¿pensó que podría haber estado ahí?

-Ni por asomo, los jugadores de España, 1 por uno, eran top, y yo he sido un jugador normal. Pero sí tuve la satisfacción de haber puesto la primera piedra.

-¿Qué le faltó para ser un gran jugador?

-Yo no era fuerte, sufrí en los primeros años en Primera, nada del otro mundo físicamente. Tuve un camino tortuoso, con algunas cesiones, hasta llegar tarde al Numancia y al Levante. Quizá me faltó algo de suerte. Y no era lo suficientemente maduro, me costó centrarme en el fútbol.

-¿En qué sentido?

-Maduré tarde. A los 20 años no asumes lo que es el oficio en el sentido de salir con amigos o de dejarte ir si no juegas. Después lo conseguí, pero ya era tarde.

-¿Le reprocha algo a la Real Sociedad (7 goles en 71 partidos)?

-Nada, la Real me dio todo para jugar en Primera. Si uno no juega es por deméritos propios o porque hay alguien mejor. Esto lo pienso ahora; antes no lo veía.

-Un jugador de talento como usted, ¿se adaptaría al fútbol de ahora?

-Solo hace cinco años que me retiré, pero yo no jugaría ahora mismo en Primera. Porque veo el ritmo y me parece imposible haber estado ahí. Los 'scouters' miran ahora primero el físico y después lo demás; antes era al revés.

-¿Por qué se fue al Toulouse?

-Me pillaba cerca de casa y tenía opciones de jugar en la Primera francesa ya que no podía en la Primera española. Al final apenas jugué, pero aprendí mucho y conocí a una familia de Alicante con la que conservó la amistad después de 20 años.

-¿Qué entrenador le marcó más?

-Uno con quien apenas jugué: Amorrortu (en la Real Sociedad), por el trato que me dio. Hablaba mucho conmigo, algo que en este mundo hiperprofesionalizado no se estila. Te decía las cosas claras y ponía a la persona por encima de todo lo demás. No jugué hasta febrero, los últimos 12 partidos, pero entrené cada día al 100%. Yo tenía 25 años y entendí lo que era ser profesional. Y, después, en lo futbolístico, Juan Carlos Unzue en el Numancia: un estilo muy ofensivo, metí 15 goles desde el extremo derecho.

-¿En qué equipos disfrutó más?

-En el Numancia en lo individual y en el Levante tanto en lo individual como en lo colectivo. El Albacete fue la rampa de salida. Otra vez me sentí futbolista. Tuve a César Ferrando de entrenador y luego a Quique Hernández.

-¿Cómo era César Ferrando?

-Veía muy bien el fútbol, pero me cabreaba con él porque a Biaggini y a mí solo nos sacaba al final para revolucionar los partidos y ganarlos.

-¿Cómo es que siempre fue a los equipos con la carta de libertad?

-Fue casualidad. La Real no te dejaba salir fácilmente. En el Albacete firmé dos años y me llamó el Numancia. Allí, con una cláusula de 10 millones, estuve tres años y, con 32, me fui al Levante.

-¿Qué se encontró en el Levante UD?

-Una familia, un equipo muy unido que había pasado por muchas adversidades. Me recordaba a la Real y me sentí como en casa. Es lo mejor que he vivido: liderar la Liga con un equipo modesto en la novena jornada, llegar a jugar en Europa por primera vez en más de 100 años de historia y ver cómo cada vez venía más gente al Ciutat a vernos. Y llenar el estadio.

-¿Cómo era aquella delantera?

-Nos compenetramos mucho con Valdo, Juanlu, Koné y luego Martins. Sabíamos a qué jugábamos y, cada vez que teníamos el balón, hacíamos daño.

-¿Qué supuso Juan Ignacio Martínez (JIM)?

-Tuvo una gran capacidad de adaptación. Él venía de jugar muy ofensivo con el Cartagena y supo adaptarse cuando los capitanes, tras un partido de pretemporada, le dijeron que así, tan alegres, lo íbamos a pasar mal. Les hizo caso.

-Aquella defensa infundía respeto: Ballesteros, Juanfran, Nano, Javi Venta, David Navarro, Pedro López...

-Se las sabían todas, tenían mucho oficio y todavía estaban bien físicamente pese a su veteranía. Nos sentíamos muy seguros con ellos atrás.

-¿Recuerda el día que se pusieron líderes?

-Sí, un 0-3 al Villarreal. Teníamos mucha presión por esa posibilidad de ser líderes por primera vez en la historia, pero el partido fue perfecto. Y nos volvimos locos en el vestuario.

-¿Y en la Liga?

-Fuimos sextos. Jugamos el último partido en casa contra el Athletic y hubo una fiesta total. Yo me quedé en canzoncillos en el campo. Era lo más grande en 102 años. Lo dábamos todo y el ambiente en el estadio era muy bueno.

-Todo se tuerce a la temporada siguiente, con el 0-4 ante el Deportivo, el 13 de abril de 2013 (investigado por la Liga ante sospechas de que los jugadores granota se dejaran ganar. Barkero acusó en el descanso a cuatro de sus compañeros de no hacer todo por ganar y días después se retractó). ¿Qué sintió ese día?

-Todo lo que dije. Sentí cosas que ahí dentro estuvieron. Y aprendí.

-¿A qué aprendió?

-A callarme la boca. Hay que hacer las cosas bien y con eso me quedo.

-Eso precipitó su marcha del Levante UD pese a tener un año más de contrato.

-Sí, yo sé que no puedo seguir ni un segundo más en el vestuario y lo acepto con naturalidad. Lo primero son los valores y la integridad de una persona.

-Y se marcha al Zaragoza.

-Sí, en busca de aires frescos, pero mi cabeza ya había acabado con el fútbol. Mi pasión se apagó por todo lo que pasó en el Levante.

-Le marcó muchísimo.

-Te marca muchísimo porque crees que puedes controlarlo todo, pero hay gente muy mala en el sector, por ejemplo, de la prensa. Me hicieron mucho daño, pero no podía responder y opté por callarme. Perdí mi afición por el fútbol. Me costó mi pasión, pero mi padre me decía que de todo se aprende y de esto aprendí a estar callado, aunque no debería ser así.

-¿Y ahora?

-Me ha devuelto esa llama el ser entrenador. Empecé con todas las categorías inferiores del Aretxabaleta y ahora ya en un equipo senior. Pero la pasión por el fútbol profesional no la recuperaré nunca.

-Como entrenador, ¿qué fútbol le gusta?

-Me gusta el balón, pero no todos podemos jugar como el Barça. El patadón p'arriba tampoco está mal, el fútbol de antaño, y todo lo que aprendí toda la vida.

-¿Patadón tipo Javi Clemente?

-Lo tuve de entrenador en la Real y ya te puedes imaginar que no me ponía.

-¿Alguna actividad más?

-Bastante tengo por ahora con los entrenamientos y los niños pequeños (Lea, dos años, y Pau, cuatro meses). Estoy orgulloso de toda mi trayectoria y la gente que he conocido. Hice amigos como Noguerol (Albacete), Cortés (Zaragoza), Valdo (Levante) y muchos en la Real. Estuve peleando con gente muy importante.

-¿El mejor?

-Xavi, el mejor mediocentro de la historia del fútbol.

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