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Aduriz celebra un gol.
La Supercopa que lo vale todo
Supercopa de España | Vuelta

La Supercopa que lo vale todo

Aduriz brilló en la conquista del Athletic de un partido que terminó desequilibrado por la expulsión de Piqué

Cristian Reino

Lunes, 17 de agosto 2015, 01:43

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Tres décadas después el Athletic podrá disfrutar de un título. El equipo de Valverde hizo buena la ventaja de la ida (4-0) y tras empatar a un gol en el Camp Nou, el cuadro vizcaíno levantó un título 31 años después. Los leones conquistaron la Supercopa de España y de paso frustraron el sueño culé de obtener el segundo 'sextete' de su historia. El Barça de Luis Enrique ya no podrá emular la gesta del plantel de Guardiola que maravilló al mundo hace seis años, ganándolo todo, pero sí podrá intentar pasar a los anales del fútbol como el otro FC Barcelona de las cinco copas, en este caso en un mismo año.

Ya lo dijo Valverde en la previa: «Para el Barça es un título más, para nosotros lo es todo». Bajo esta premisa, al cuadro catalán le faltó fútbol, actitud, entrega y motivación en la ida, todo lo contario que al Athletic, que ha disputado la Supercopa como se tiene que jugar una final. Mostró más ganas de vencer en su campo y la final quedó sentenciada en Bilbao. El FC Barcelona no había remontado nunca un 4-0 adverso y esta vez tampoco pudo voltear un resultado tan abultado. En el Camp Nou, en la vuelta, sí le puso lo que hay que ponerle al juego: velocidad e intensidad, aunque ya era tarde. El cuadro vasco tenía las ideas muy claras y saltó al coliseo azulgrana dispuesto a no perder su ocasión histórica de ganarle un título al Barça, el rival, que le ha derrotado en las últimas tres finales de Copa disputadas por los vizcaínos. Valverde sabía lo que tenía que hacer: presión, encerrar a Messi, perder tiempo, y de vez en cuando coger aire lanzando alguna contra. Si el cuadro local no encontraba huecos se iría desesperando y diluyéndos como un azucarillo.

Para una remontada de este calibre cuenta casi más lo mental que lo futbolístico. Es cuestión de encontrar el momento y buscar la sorpresa. Por ello, el Barça salió a encerrar al Athletic. Metió velocidad, presión, empuje desde el inicio y la apuesta surtió efecto en seguida. Luis Suárez en el minuto 5 y sobre todo Piqué, en la jugada siguiente al estrellar la pelota en el larguero, pudieron batir a Iraizoz. El cuadro catalán ansiaba el golpe de efecto tempranero que disparara los nervios vizcaínos. Juego, dinamismo, ocasiones... El equipo de Luis Enrique no era el de San Mamés, aunque no culminaba. Esta vez, el técnico asturiano no reservó nada y alineó el mejor once que tiene en la actualidad. Bravo sustituyó a Ter Stegen, la defensa fue la titular, el centro del campo, también, y el tridente lo formaron Pedro, Messi y Suárez. Era la noche ideal para quemar las naves azulgranas. Valverde, por su parte, introdujo un par de retoques respecto al partido de ida. Bóveda actuó en el lateral por De Marcos, que pasó al centro del campo en vez de Sabin Merino. Gurpegui, mientras, entró por San José como eje de la medular, aunque más bien intervino como quinto defensa. Frente a la velocidad azulgrana los bilbaínos trataban de no encerrarse, adelantaban la defensa y cerraban a Messi preparándole emboscadas de hasta tres jugadores cada vez que recibía.

Remontada bloqueada

Así que el Barça perseveraba pero chocaba contra el muro bilbaíno. Hasta que en el 43 Messi le puso picante a la Supercopa. Rakitic decidió variar el ataque y, en lugar de buscar el pase, para entrar combinando en paredes, centró, a ver qué encontraba, casi a la desesperada, porque de manera ortodoxa los azulgrana no acababan de tenerlo claro. Suárez la bajó perfecta con el pecho y Messi no tuvo más que empujarla por debajo de Iraizoz. El barcelonismo se había encomendado a su estrella y ésta acudió a la cita en el momento justo. El Barça se quería aferrar al tanto del argentino, al gol psicológico al borde del descanso para soñar en la reanudación.

Tras el descanso, Valverde realizó un movimiento importante: adelantó la presión de sus hombres, para sorprender a un equipo azulgrana que quería salir a tumba abierta. El 'Txingurri' sabía que los primeros minutos de la segunda parte eran decisivos: si su equipo recibía un gol del Barça, la final se ponía cuesta arriba y parar a Messi, Suárez y compañía cuando están lanzados es mucho más complicado. La presión fue efectiva y neutralizó el juego culé. En el 56, la final vivió uno de sus momentos clave. Piqué protestó un claro fuera de juego de Aduriz que el asistente no vio y Carballo mandó al central barcelonés a la ducha. Más difícil todavía para el Barça, que a partir de ahí ya no supo serenar los nervios y se dio por vencido.

La expulsión de Piqué permitió al equipo de Bilbao replegarse y jugar a placer. A falta de un cuarto de hora, Aduriz, el mejor de la final, con cuatro goles, cazó un balón suelto y puso la guinda rojiblanca. El Athletic era justo campeón.

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