Borrar
Urgente Más de 26 kilómetros de atascos en las entradas y salidas a Valencia
Mucho más que una victoria en burgos

Mucho más que una victoria en burgos

El Valencia Basket le da un portazo a la crisis en el Coliseum|Van Rossom vuelve lesionado al notar dolor en la rodilla izquierda, la operada, y Dubljevic con una rotura en la nariz tras un choque fortuito

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Domingo, 27 de octubre 2019, 12:24

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Belgrado y Burgos. Dos ciudades que desde ayer comparten un halo de fetichismo en el proyecto de Jaume Ponsarnau al frente del Valencia Basket puesto que dos pasos al frente, con sendos triunfos, tienen el denominador común de aliviar la situación del técnico de Tàrrega en un entorno de filas prietas pero con mucho nerviosismo entre los muros de la Fonteta. Lo saben Ponsarnau y los jefes de Ponsarnau. Si algo ha demostrado el vestuario taronja en los últimos años, cuerpo técnico incluido, es que los 'jetas' forman parte de un pasado por suerte ya lejano donde los entrenadores se dejaban caer por el precipicio con un empujón de brazos caídos en el momento justo para recuperar el baloncesto al siguiente encuentro, con nuevo entrenador. Ayer en Burgos, como en Belgrado, la plantilla se puso el mono de faena sin tener que tirar a nadie. Sabedores de la trascendencia de una cita que llegaba tras cinco derrotas seguidas y un balance de 2-8. Sólo valía ganar y se ganó porque las finales no se juegan, se ganan. Lo que poca gente esperaba viendo el nivel del rival era la contundencia. El 62-93 entra en la galería de mayores palizas a favor del Valencia Basket en su historia en ACB. Un baño de autoestima.

El triunfo coral, basado en la defensa, también tuvo nombres propios. El primero el de Quino Colom, que se echó el equipo a la espalda tras la lesión de Van Rossom. El belga pidió el cambio en el segundo cuarto y ya no volvió al notar un dolor en la rodilla izquierda sin que hubiera ocurrido un mal gesto o un golpe. Saltaron las alarmas puesto que es la rodilla operada. Al base se le realizarán pruebas en Valencia para establecer el alcance de la lesión. Dedos cruzados. Colom sacó los galones de campeón del mundo. Alzó la mano para dirigir con maestría el despegue final, sumando además 13 puntos, 6 asistencias y 22 de valoración. El trabajo de Labeyrie y Vives, entre los dos sumaron +46 en la estadística del +/- en pista, también fue de lo más destacado. Dubljevic, que terminó con la nariz rota tras un choque, apuntaló la zona y la rotación se amplió de forma completa con Abalde y Marinkovic. El plan perfecto.

El conjunto taronja se quitó el bloqueo mental del triple cuando se dio cuenta de que ya estaba por delante en el marcador antes de anotar con la cadencia habitual. La defensa, simbolizada en dos robos de Colom y otros dos de Labeyrie, permitió que el marcador pasara del 8-2 inicial al 25-30 a cuatro minutos del final de la primera parte. Por entonces, el conjunto de Ponsarnau acumulaba un 1 de 10 en triples habiendo fallado los ocho primeros (un 10 de 58 arrastrado contando los encuentros frente al Unicaja y el Maccabi). No es algo natural. Alguien tenía que romper el muro para que todo volviera a la realidad. Fue Dubljevic, con dos triples consecutivos a los que siguieron otros dos de Doornekamp y Labeyrie. Así de loco y bonito es este deporte llamado baloncesto. Del 10 de 58 se pasó a un 4 de 6 que permitió al Valencia Basket marcharse al descanso con la máxima renta (29-42), donde el acierto en el tiro exterior sí que hizo brillar el gran trabajo defensivo y en el dominio del rebote (16 a 21 para los visitantes) en la primera parte, con un parcial arrastrado de 21-40 en los últimos 16 minutos de la primera parte que dejó a los de Ponsarnau con opciones reales de cerrar de un portazo su crisis de juego y resultados para ganar en tranquilidad.

En el tercer cuarto se evidenció el oficio de un equipo de Euroliga como es el Valencia Basket. El Coliseum apretó de lo lindo, es de muy largo el pabellón con mejor ambiente de la actual ACB, y la clave taronja era que nunca bajara de diez la diferencia para que el San Pablo nunca se metiera ya en partido. Misión cumplida. Cuando los de Peñarroya lo intentaron (36-46, 38-48 o 41-51) siempre recibieron una respuesta rápida del ataque valenciano. Cuando esa realidad minó la moral castellana... se dio el golpe definitivo. Como hacen los equipos grandes. Con Colom al mando un acelerón subió el 41-61 y desde entonces ya no peligró la victoria. De Belgrado a Burgos. Dos finales que confirmaron a un vestuario sano.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios