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La final de los corazones irreductibles

España y Argentina se miden por el oro con el recuerdo aún presente de aquella semifinal en Saitama resuelta de modo agónico

ÓSCAR BELLOT Ó. BELLOT

MADRID. MADRID.

Domingo, 15 de septiembre 2019, 00:43

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Trece años atrás, la camada del 80 conquistaba por primera vez el cetro planetario del baloncesto para España. Lo hacía apabullando a Grecia en una final en la que hubo de sobreponerse a la baja de Pau Gasol y al favoritismo heleno. Pau ni siquiera tuvo que disputar el duelo por el oro, porque su magistral torneo ya había inclinado en su favor el MVP.

Dos días antes, el mayor de los Gasol caía en acto de servicio en una semifinal de infarto ante Argentina. Con tablas en el luminoso tras desperdiciar la selección española una renta de nueve puntos, al por entonces pívot de los Grizzlies no le pesó la responsabilidad. Una canasta suya ponía de nuevo por delante a España, pero el infortunio se cebó con él. Desprovista de su estrella y obligada a caminar de nuevo sobre el alambre tras dos tiros libres convertidos por Scola, España afrontó 22 segundos agónicos. Pero Calderón anotó un punto de oro y Nocioni erró el triple que pudo cambiarlo todo.

Hoy (14:00, Cuatro), con el ala-pívot bonaerense como único superviviente de aquella generación dorada que encaraba entonces su primera Copa del Mundo, a la vera ya de Sergio Hernández, Marc Gasol y Rudy Fernández como conexión entre ambos duelos por el bando español, las naciones que dirimieron aquel épico cruce vuelven a medirse con el primer escalón del podio en juego.

Será el octavo duelo de España y Argentina en un Mundobasket, con cinco victorias españolas

De Japón a China, de Saitama a Pekín y del Green Arena al Wukesong Sport Arena. 4.762 días lleva clamando venganza Argentina por aquella derrota; 4.760 jornadas contabiliza España anhelando tocar de nuevo las estrellas. Para una nación u otra, la espera terminará en horas. Y en el mismo escenario en el que la primera se colgase el bronce olímpico y la segunda amarrase la plata en 2008. Quién puede pedir más simbología.

El peso del pasado pivota sobre el que será el octavo enfrentamiento entre España y Argentina en un Mundobasket, con balance de cinco victorias a dos favorable a la selección europea. Pero todo queda empequeñecido por la magnitud de una final. Incluso la proeza que preludió aquel tiro libre de Calderón. Sólo cuenta el aquí y el ahora.

Tapadas

Bien lo saben dos selecciones que no figuraban entre las favoritas en China pero que se han colocado a las puertas del título a base de talento, unión y fe infinita en sus posibilidades. Con un camino a la final lleno de minas, se han plantado en ella invictas tras dar cuenta de titanes. Ahora queda la «guinda» del pastel de que hablara Ricky Rubio.

«No va a haber sorpresas, España nos conoce a nosotros y nosotros a ellos», reconocía ayer Facundo Campazzo, director de orquesta de un combinado en el que Scola vive una segunda juventud y que cuenta con secundarios de lujo como Garino, Vildoza, Deck o Laprovittola. Seis de los nueve hombres a disposición de Sergio Hernández que han competido o militan actualmente en equipos españoles. «Nos baja siempre a tierra, tener un líder como él nos ayuda muchísimo para jugar como venimos jugando», comentaba el base del Real Madrid sobre su compañero, que se quedó con la miel en los labios en Indianápolis en 2002. «Tenemos que tener la mente fría, el corazón caliente y controlar las emociones un poco», resaltaba el 'Facu'.

«Va a ser un partido muy, muy complicado», avisó por su parte Sergio Scariolo, que tras llevar a la selección española a una plata y un bronce olímpicos, abrochando además tres oros y un bronce continentales, puede completar un año de ensueño después de contribuir como asistente de Nick Nurse al anillo de los Raptors. «Nos pondrán problemas de todo tipo», adelantó el italiano, que alabó la «determinación», el «carácter», la «fuerza defensiva» y «una optimización de los recursos ofensivos brutal» de la albiceleste.

«Dentro de mí había algo que decía que íbamos a ganar este campeonato», confesaba Ricky Rubio, candidato al MVP. «Quizás no somos ninguno de los dos equipos con el mayor talento ofensivo, pero el trabajo de los dos equipos atrás y la paciencia en el ataque nos ha permitido llegar hasta aquí», recalcaba Marc Gasol, que como Scariolo puede hacer un doblete del que sólo puede presumir Lamar Odom en caso de sumar el oro a su anillo de la NBA.

Rafa Vecina conoce como pocos lo que significó aquel oro de Saitama y lo duro que fue conseguirlo. Asistente de Pepu Hernández, le tocó transmitir la noticia al por entonces seleccionador del fallecimiento de su padre. Un luctuoso hecho que los jugadores no conocerían sino hasta después de la final contra Grecia. «Fue una mezcla de sentimientos difícil de explicar porque se sumaba la alegría de una cosa que no se había conseguido nunca y una noticia triste como la muerte de un familiar», rememora. Desde el banquillo vivió Vecina la volcánica semifinal con los argentinos, que ahora amenazan de nuevo la búsqueda del oro.

«Tuvimos que sobreponernos a la baja de Pau, con una fractura en el pie faltando nada para terminar el partido y con una sensación que no habíamos tenido durante todo ese campeonato», cuenta el antiguo jugador de Joventut, Málaga y Estudiantes durante los años ochenta y noventa.

La unión era una de las claves tanto de aquel bloque como del actual, pese a que sólo Rudy Fernández y Marc Gasol se mantienen de quienes estuvieron en Japón. «Se junta un ADN brutal. Esa generación del 80 ha enseñado a competir, a ganar y a pasar momentos muy complicados», indica Rafa Vecina, que apunta el mismo ingrediente como base de la albiceleste. Pese a ello, también le han sorprendido las prestaciones de la selección de Sergio Scariolo en China. «Es la final soñada y la final nunca esperada», comenta por teléfono, reconociendo que aunque «se ha bordeado el peligro alguna vez que otra», al final «siempre acaban respondiendo».

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