Baloncesto funambulista ante la crisis
El Claret, orgullo de Benimaclet, necesita 100.000 euros para mantener la respiración en la Liga Femenina 2 y la EBA
El balón volvió a botar el pasado lunes en L'Alqueria certificando el regreso al trabajo del Valencia Basket pero la realidad del deporte de la canasta en tiempos de pandemia va más allá del oasis que representa la entidad de Juan Roig por instalaciones y músculo económico. El Picken Claret es el orgullo del barrio de Benimaclet, con un club de cantera que, además, puede presumir de tener a su primer equipo de chicas en la Liga Femenina 2 y al de chicos en la Liga EBA. Palabras mayores si tenemos en cuenta un presupuesto a años luz de los grandes equipos profesionales. Con una crisis económica a la vuelta de la esquina, su supervivencia está en peligro. Vivir en el alambre, esa sensación de funambulista que tanto conocen desde hace años.
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«Vamos a hacer lo posible por estar la próxima temporada, pero dependemos del dinero que tengamos. A día de hoy no podemos asegurar que podremos salir», reconoce su presidente, Juan Fuentes, a este periódico.
El dolor de cabeza para clubes como el Claret no es lo que ocurrirá tras el verano... es intentar no colapsar antes de que llegue. La actual temporada ha terminado tras cancelar la FEB las competiciones, pero los presupuestos de los clubes no están cerrados. En la Liga Femenina 2 o la EBA no es un problema de taquillas sino del dinero pactado con instituciones o patrocinadores para el presente curso. «A nivel público hay muchas cosas en el aire. Hablas con ellos y no te pueden decir nada sobre partidas que estaban aprobadas», se lamenta el directivo, consciente de que ahora los poderes públicos están centrados en contener la pandemia. «Para nosotros mantener un equipo en Liga Femenina 2 supone un apoyo de patrocinadores que a día de hoy no sabemos si lo vamos a tener», reconoce. Hablamos de 60.000 euros en la segunda división femenina en España y 40.000 en la EBA. Cien mil euros para seguir con vida o cerrar la persiana. Como ocurre con el Covid-19, no hay escala de grises en el deporte de la vida real.
«Los patrocinadores están pagando pero de las instituciones aún no sabemos nada, que se retrase es el problema menor pero queremos que nos aseguren que lo aprobado va a llegar», zanja un Fuentes que agradece el compromiso de las firmas que les apoyan: «En Picken han tenido que contratar a más gente porque son una empresa de alimentación y su sector ha seguido funcionando, con lo que nuestro patrocinador principal está menos afectado. Teika, desde el primer momento, nos ha mostrado su apoyo y que van a afrontar sus compromisos como estaba firmado».
A nivel deportivo, el Claret ha asegurado la permanencia de sus dos primeros equipos tras la resolución federativa del viernes. La realidad es que sus jugadores no han podido tener un contacto con la fase cero de la desescalada «porque no tenemos ninguna instalación abierta». El trabajo es el mismo que desde el arranque del estado de alarma –con la novedad de las ventanas para hacer deporte al aire libre– y si hubiera regresado la competición en la Liga Femenina 2 no hubieran tenido problemas para reanudarla porque la mayoría de jugadoras viven en Valencia por residencia o estudios.
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«Como club realizamos muchas actividades para generar ingresos extras que nos ayudan», incide Fuentes. A nivel de cantera el Claret no tiene problemas porque prácticamente se autofinancia con cuotas y alguna subvención pero los primeros equipos «no se pagan con lotería». Ahí es donde el directivo lanza su particular mensaje de auxilio: «Necesitamos apoyo privado y público. Estamos recortando gastos para estar preparados por si viene una caída de ingresos que no sea un desastre».
Orgullo de cantera
Si algo devuelve la sonrisa al presidente del Picken Claret es hablar de la cantera, de los más de 400 niños y niñas que botan el balón con la camiseta amarilla. Es ahí donde desaparecen los temores de la viabilidad de las estructuras de los mayores cuando la crisis económica tome el relevo al virus. «Desde la primera semana seguimos haciendo el mismo número de sesiones de entrenamiento que antes del confinamiento. Los equipos se reúnen a través de plataformas y hacen el trabajo físico, vídeo o juegos viendo películas de basket con puestas en común. Las actividades en grupo nos han mantenido unidos», reconoce.
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Sobre el regreso del deporte escolar en septiembre apunta hacia la incertidumbre: «Estamos preocupados por la situación general porque al final el deporte escolar depende mucho de las familias. Si viene una crisis fuerte es posible que muchas se desconecten del deporte como ocurrió en la anterior crisis económica. Esperemos que todo vuelva a la normalidad porque el deporte es fundamental para los niños». El balón regresará a Benimaclet.
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