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F. MIÑANA
GETAFE.
Lunes, 23 de julio 2018, 00:27
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Bárbara Hernando salió literalmente a rastras de la pista. «Los últimos 300 metros del 800 (la última prueba del heptatlón) los he hecho ciega, no veía nada, y solo oía a una compañera, que entrena en Alicante con Ureña, que iba animándome». El esfuerzo, al límite, agónico, tuvo su recompensa: 5.649 puntos, que supuso mejorar su marca personal nueve años después.
Un premio después de años muy duros en los que tocó fondo y resurgió hasta llegar a este punto a unos días de cumplir los 30 años. La castellonense sufrió un bajón después de proclamarse campeona de España y lograr el récord nacional sub-23. «Me fui a Londres a estudiar (hizo Biotecnología y después un máster en Biomedicina) en otro idioma, compaginándolo con los entrenamientos, en unas jornadas que allí son más cortas que aquí... Y al final me desinflé. Me vine abajo, perdí mucho peso y me costó mucho. Yo lo expreso todo, lo bueno y lo malo, así que lloré mucho y fue muy pesado aguantarme».
Regresó a España y, aprovechando que empezó a trabajar en Valencia, su entrenadora le aconsejó probar un cambio de aires con otro técnico. «Pepe Peiró me ayudó mucho, me ayudó a volver a creer en mí». Después pasó a trabajar a la Universidad de Castellón y regresó con Manoli Alonso, con quien ha vuelto a ser la que era.
En el decatlón, el valenciano Pablo Trescolí logró la plata (7.238 puntos) a pesar de estar muy limitado por una lesión en el codo -solo pudo hacer un lanzamiento.
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