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El actor Josep Maria Pou, en el teatro Principal de Valencia. irene marsilla
Josep Maria Pou: «Valle-Inclán tendría para escribir unos grandes esperpentos con Cataluña»

Josep Maria Pou: «Valle-Inclán tendría para escribir unos grandes esperpentos con Cataluña»

Josep Maria Pou, que estrena hoy 'Moby Dick' en Valencia, confiesa que piensa en la retirada «para dejar hueco a las nuevas generaciones»

NOELIA CAMACHO

VALENCIA.

Jueves, 19 de abril 2018, 00:12

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Si el teatro tuviera nombre propio sería el de Josep Maria Pou. El actor catalán, con su imponente voz y su más de metro noventa de estatura, celebra en este 2018 sus 50 años de carrera. Hacía más de ocho años que no pisaba las tablas del teatro Principal de Valencia y hoy estrena 'Moby Dick', la adaptación del clásico de Herman Melville con la que se deja «la vida en el escenario». Con la autoridad que da la experiencia, Pou confiesa que lamenta haber coincidido en el tiempo con la clase política actual, que «no ha estado a la altura de lo que necesitaba este país». Tampoco es ajeno a la situación actual de Cataluña, que daría para «varios esperpentos de Valle-Inclán» y, afirma que, en su mente, ronda ya la palabra retirada.

-Cuando uno repasa su trayectoria y se da cuenta de que lleva 50 años sobre los escenarios, ¿qué conclusiones saca?

-Yo debuté en un escenario profesional en una noche histórica del teatro español. No porque debutara yo sino porque fue el estreno en 1968 de 'Marat Sade', de Adolfo Marsillach, una obra que cambió la forma de ver el teatro. Estos 50 años se me han pasado sin darme cuenta. En este momento, tengo la misma curiosidad y las mismas ganas que antes. Hago balance y he de decir que sería un malnacido si no reconociera que he sido un privilegiado.

«La clase política no ha estado a la altura de lo que necesitaba este país»

-¿Por qué?

-Porque nunca me ha faltado trabajo. Siempre he estado enlazando proyectos e, incluso, rechazando otros. No puedo más que dar gracias a la profesión y al público. Y he de decir, con sumo cuidado para que esto no siente mal a algunos compañeros de oficio, que no soy consciente de que me haya costado mucho, de que haya tenido que luchar.

-Sus palabras contrastan con lo que aseguraba el otro día en este mismo periódico el dramaturgo valenciano José Sanchis Sinisterra, quien afirmaba que la gente del teatro tiende a quejarse. ¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?

-No. En absoluto. Yo viví los últimos coletazos del Franquismo y recuerdo lo humillante que era cuando ibas a estrenar un espectáculo el hecho de hacer un pase privado para que un censor lo autorizara. Toda la gente que había ensayado durante meses, que había empleado su dinero en sacar un montaje adelante, estaba asustada porque el estreno dependía de que aquel señor infame dijera sí o no. Eso era aberrante.

-Pero, en la actualidad, también se habla de censura en la cultura.

-Sí. Oigo gritar a mucha gente diciendo que en este país no hay libertad de expresión. Yo sé lo que es un país sin libertad de expresión y, por supuesto, no es lo que está pasando ahora. Por desgracia, hay episodios donde, a través de diversos procedimientos judiciales, se están criminalizando ciertas expresiones. Obviamente no estoy de acuerdo con eso. Lo decía Pepe Sacristán el otro día: «cuidado con decir esas cosas».

-¿Entiende las críticas que el propio Sacristán ha recibido por hacer esas afirmaciones?

-Me parece demencial. Eso es muestra de ignorancia, de no saber cómo ha sido la historia de este país. Hay una cantidad enorme de gente que se atreve a cuestionarlo todo sin saber de nada. Sólo grita. Ellos son la muestra de que hay libertad de expresión.

-¿La cultura no pasa por un buen momento?

-Ha pasado por mejores momentos. Aunque siempre ha sido la hermana pequeña de todos los presupuestos. Aún así, ha habido etapas de interés donde se han llevado a cabo grandes obras culturales. No digo que la cultura tenga que ser toda pagada, pero sí necesita de incentivos. Da mucha vergüenza tener que hablar siempre de las carencias de este país, donde cada uno hemos aprendido a espabilarnos.

-¿Los políticos de España están al nivel de los ciudadanos?

-Generalizar con los políticos es injusto. Pero yo lamento haber coincidido en el tiempo, sobre todo en los últimos doce años, con una clase política que no estaba a la altura de lo que el país necesitaba. No están interesados no ya por el hecho y las actividades culturales, sino que pocas veces he oído frases inteligentes de las voces de un político en los últimos años.

-¿El teatro le permite abstraerse de todo lo que está sucediendo en Cataluña?

-Yo vivo allí, no puedo abstraerme. Durante estos últimos años, allí el teatro lo han hecho los políticos, no los profesionales de las artes escénicas. Con lo sucedido saldría una serie de televisión brutal que espero que algún día se haga. En cualquier caso, nunca pude llegar a pensar que la situación de Cataluña pudiera llegar a un nivel como el que ha llegado. Están rozando el esperpento. Valle-Inclán tendría tema para escribir unos grandes esperpentos.

-¿Piensa Josep Maria Pou en la jubilación?

-Sí. Es un tema que me obsesiona. Pienso en irme marchando, no sé si de golpe, si la dureza de 'Moby Dick' me va a retirar o lo haré poco a poco. Tengo 74 años, aunque sigo yendo por el mundo como si tuviera 18 años. Aunque quizá ya he cumplido con el trabajo y debo dedicarme a mí. Pero he de decir que estos 50 años no han sido como un sacerdocio. Pero llega un momento en que estoy pidiendo tiempo para la reflexión y llenarme de más cosas. Y me he dado cuenta de que las nuevas generaciones vienen empujando y creo que lo más lógico es dejarles hueco.

-¿Al final lo que importa es siempre el espectador?

-Ahí está la clave. Lo positivo es que cada día, en cualquier ciudad del mundo hay un grupo de gente que sale de su casa para ir a juntarse en un local y que le cuenten historias y vivirlas. Personas que quieren compartir emociones y salir del teatro sabiendo que forma parte de una comunidad. Eso sigue existiendo aunque en el número mínimo posible para que el teatro no muera.

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