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Ponce y su año fantástico

Ponce y su año fantástico

Sólo Juli le mantiene el ritmo al diestro valenciano, que cumple su mejor campaña

José Luis Benlloch

Domingo, 17 de septiembre 2017, 10:35

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Enrique Ponce sigue agotando el listado de elogios y reconocimientos gracias a una temporada sensacional que si en el toreo existiesen las valoraciones objetivas, mejoraría a las mejores de su larga trayectoria. Que suceda cuando cumple su temporada veintisiete como matador le da un mérito añadido que no alcanzó nadie. Su último impacto ha sido en Salamanca, dos orejas en un toro; el anterior sucedió en Murcia premiado con un rabo; no hay que olvidar Ciudad Real donde indultó otro de Daniel Ruiz; ni Valladolid, cuatro orejas; o Málaga donde organizó un singular festejo taurino musical y deslumbró con una faena extraordinaria; y otro tanto sucedió en Almería, cuatro orejas, Teruel o Córdoba hasta que por ese orden llegariamos a Bilbao donde cuajó la faena poncista por excelencia. Si se tienen en cuenta factores tan claves en el toreo como las dificultades del toro, el trapío del toro y/o la exigencia del público, la faena del valenciano en la Aste Nagusia 2017 debe figurar entre las mejores de su carrera.

Todo el mismo año en que entre otras bagatelas logró abrir la Puerta Grande de Madrid, la cuarta de su carrera. Así que los éxitos del valenciano han comenzado a dejar de ser noticia por frecuentes y los comentarios pueden parecer excesivamente almibarados cuando no son más que el reflejo de una temporada fantástica que seguramente no tenga parangón en el toreo. Y si tuviesemos que hablar de cifras se mantendría la consideración de temporada fantástica, a la hora de cerrar este trabajo suma 36 corridas de toros, 54 orejas y 3 rabos.

El secreto de ese demarraje artístico hay que situarlo en su ambición, que le lleva a buscar nuevos registros artísticos. Los últimos logros han sido una mejora sustancial con el capote que en los tiempos de más urgencias manejaba como una estación de paso para llegar al último tercio con las mejores posibilidades de triunfo y ahora hace volar con una templaza encomiable; y también en un manejo de la espada, su punto débil en otras épocas, que ha llevado al propio torero a declarar que está matando los toros con una regularidad y una limpieza que nunca había alcanzando.

Juli, la réplica

Llama la atención, por no calificarlo de preocupante, que en tiempos en los que tanto se suspira y se habla de la conveniencia de renovación, Ponce encuentre la réplica más directa en Juli, otro veterano con diez años menos de alternativa, cifra que por cierto no hace tanto era la trayectoria total de una figura, incluso las ha habido de máximo rango que no llegaron a diez años en activo como matadores. La ambición de Julián, su sentido del liderazgo y su técnica le dan una potencia que le permite mantenerse en la estela de Ponce cuando está a punto de cumplir un cuarto de siglo de alternativa. Su trayectoria este año es igualmente impresionante: un toro indultado en Valladolid, puerta grande en la goyesca de Arles; una tarde desatada en el Puerto de Santa María; otras cimas en Santander y Almería; doble triunfo, ganadero y torero, en Alicante; un gran nivel en Madrid y Sevilla y una tarde de tres orejas en Fallas, eso en una temporada en la que ha perdido regularidad con la espada y a la par muchos triunfos.

Desmarcados

Que Morante, agobiado por la presión y/o su indolencia personal, decidió dar un paso al lado, que Manzanares convalezca de una delicada intervención y Talavante, otro tipo genialoide con posibilidades de dar respuesta a quien sea, se haya instalado en un conformismo del que sale de tanto en tanto para recordar su gran dimensión, añade más valor a la resistencia de Ponce y Juli. En sentido contrario a esas dejaciones, la temporada ha tenido la incorporación de un renovado Ferrera que sin alcanzar el rango de los anteriores alimenta la ilusión de los aficionados más puros que disfrutan con su clasicismo.

Otro detalle que valora su trayectoria es que la incorporación de los jóvenes llega más en cuentagotas de lo deseable y por muy lógico que sea, su intermitencia acaba impacientando.

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