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Fotografía tomada por John Moore el 12 de junio de 2018 y que ha ganado el World Press Photo.
La polémica mejor foto del año

La polémica mejor foto del año

World Press Photo premia una imagen que fue usada sin motivo como símbolo contra la política de separación familiar de Trump

mercedes gallego

Corresponsal. Nueva York

Viernes, 12 de abril 2019, 23:15

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«¿Es ésta la mejor foto del año?», se preguntaba este viernes 'The New York Times', sin pronunciarse al respecto. Después de una jornada agotadora siguiendo a los inmigrantes centroamericanos que cruzaron el río Bravo, la última foto del día que tomó John Moore el pasado 12 junio se convirtió rápidamente en símbolo de la política de separación familiar de Donald Trump. Propublica puso los llantos, grabados clandestinamente en las jaulas en las que se encerraba a los menores. Moore, la imagen de la niña llorando, ganadora este viernes del World Press Photo.

Solo que esa niña de dos años no fue una de las afectadas. Moore no lo sabía en ese momento, se limitó a capturar «el sufrimiento psicológico», ha dicho el jurado, con el talento de su cámara y la sensibilidad de ser padre. «Es lo único que podía hacer», dijo frustrado. El fotógrafo texano, ganador de un Pulitzer, lleva diez años documentando la tragedia de la frontera al sur de EE UU para poner cara a los 'sin papeles' que el gobierno transforma en números vacíos y armas electorales.

Cuando la revista 'Time' le preguntó si Yanela Sanchez había sido separada de su madre, Moore le contestó que no lo sabía, pero dada la política que estaba aplicando el gobierno de Trump en la frontera era fácil asumir que habría seguido esa suerte. 'Time' editó la foto para enfrentar a la niña hondureña a Trump en su portada y, por una vez, el presidente que nunca pide perdón tuvo que dar marcha atrás a su decisión. También 'Time' tuvo que retractarse. La revista admitió que la niña «no fue arrastrada entre sollozos por las patrullas fronterizas», sino que fue su propia madre la que la levantó del suelo, después de ser cacheada, y ambas fueron trasladadas juntas al centro de detención de McAllen (Texas). En ese mes pasaron por tres instalaciones, antes de acabar en Washington a la espera de su vista judicial.

Gracias a esa foto Denis Varela, un capitán de puerto de 32 años, se enteró de dónde estaba su hija menor. Sin decirle nada, la madre había pagado 6.000 dólares a un coyote por llevarla de vuelta a EE UU, de donde fue deportada en 2013. Detrás dejó a su marido y tres hijos mayores de seis, once y catorce años, a los que Varela no les habla mucho de su madre para no entristecerlos. El hombre aseguró al Daily Mail que tiene un buen trabajo y que su mujer quiso volver a EE UU atraída por el mito del sueño americano que promete una vida mejor.

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