Quique González dinamita Viveros
El cantautor, afincado en el rock de poso americano, volvía a Valencia con su “Delantera mítica”
Por Amalia Yusta / Alquimia Sonora
Miércoles, 16 de julio 2014, 07:34
Hace una escasa semana era Loquillo (y amigos) el que se encargaba de poner el rock en el punto de mira de los asistentes a los Conciertos de Viveros. En esta ocasión, sería Quique González quien vagaría por guitarras y sentencias rock de influencias anglosajonas, y los locales Santero y Los Muchachos los responsables de colorear a arañazos los tintes de esta noche de martes. Ambas propuestas basadas en la contundencia rock de sus composiciones y en el lirismo, en ocasiones a puñetazos con los tropos de sus letras. El rock estilizado está más vivo que nunca.
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Conciertos Feria Julio Valencia:
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17 Julio Mónica Naranjo
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18 Julio Fangoria + Nancys Rubias + Ley Dj
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19 Julio Leiva + Santero y Los Muchachos
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20 Julio Pablo López + Nada que Decir + Junes Kaleidoscope
Desde Valencia, Santero y Los Muchachos sentenciarían la primera de sus actuaciones sobre el escenario de los jardines de Viveros. Esta vez abriendo para Quique González y el próximo sábado 19 de julio iniciando la noche para Leiva. Miguel Ángel Escrivá (guitarra, voz), Joseman Escrivá (bajo), Marc Guardiola (batería) y Soni Vicent (guitarra) forman la parte más compacta de Santero, esta vez acompañados de Carlos Soler a la guitarra, un santero que se divide entre las 6 cuerdas de la banda de los Escrivá y el teclado, también invitado, en Reno. Pepe El Rubio y Pepe Escrivá (un clásico en la historia del rock valenciano) subirían también al escenario en el papel de los muchachos, como las Supremes fronterizas vestidos de riguroso negro Blues Brothers.
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Buenos y malos, Gusano o Aún, sonaron junto a Guajaca o a esa versión que se marcaron llevándola a su terreno, un Quizás, quizás, quizás que sonaba más arenosa que nunca, con guitarras fronterizas y, por momentos, toques surf canalla. Un repertorio que seguía de cerca, desde el público, otra promesa del rock local, Isma Romero, y que evidencia la necesidad de visibilizar el rock mucho más allá de las modas radiofónicas o de poses estilísticas. Santero tienen la imagen, la actitud, pero más aún, tienen atadas las composiciones de forma rígida y sin posibilidad de encontrar fisuras. Nada de desenfrenos, de locuras rock: vehiculan su sonido a través de letras cuidadas y composiciones clásicas. Escrivá y los suyos sabían que la noche era, ante todo, del madrileño de clase media que llegaría después, y lo presentaban ya como el Sr. Quique González. Señor para los que estaban sobre el escenario; maestro para los que estaban abajo.
Tercera parada de Quique González en la ciudad desde que comenzara a girar Delantera mítica y la misma sensación de compartir de forma colectiva un puñado de vivencias sangrantes con forma de canción. Junto a él, una formación que al 50% bebían de la tradición valenciana: Alejandro Climent Boli al bajo y uno de los señores mostaza que hay en la ciudad, y Edu Sunrise Olmedo a la batería. Junto a ellos, el multiinstrumentalista Edu Ortega y las cuerdas de Pepo López. Una terna de energía entregada a la causa de Quique González.
Repaso de rigor por algunos de los temas del último trabajo del madrileño. Desde Tenía que decírtelo, ¿Dónde está el dinero? o Parece mentira a Me lo agradecerás, con referencias maquilladas a los localismos de la ciudad: desde Mestalla (esto sí, no especifica si el viejo o el nuevo) a una gasolinera, cualquiera, de Paterna. Si Quique González tiene facilidad para llevarse al público de calle solo con sus historias narradas, esto terminaría por unir esos lazos entre el escenario y los asistentes.
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Si hubo hueco para el rock de raíz americana, contundente y de arraigo sonoro, como con Te lo dije o El campeón, Quique González también supo concederse el momento de introspección en el que él, su guitarra, y la complicidad que dan los dolores compartidos, pedían en el setlist. A solas, se marcó un ¿Es tu amor en vano? y un De haberlo sabido que silenció por completo el aforo de Viveros... Eso sí, silencio que se rompía a grito de maestro y en los momentos de reflejo emocional: ...peor que el olvido fue frenar las ganas de verte otra vez... desangra en De haberlo sabido. Que en esa licencia que se-nos tomamos todos está implícito el carácter de cantautor de Quique González, es innegable. Pero González es más que eso: es un rockero de los de amores dolorosos y nocturnidades infinitas.
Quique González terminó de dinamitar Viveros con Vidas cruzadas, Y los conserjes de noche y ese Dallas-Memphis sureño, armónica incluida y acidez en el alma. Esta vez fue Christopher Walken el que se unió al universo González en esa Clase Media (donde Ricky Falkner metió la mano) que incluía en el repertorio. Una noche que el madrileño dinamitó sin clemencia, no solo por el pequeño atrezzo del escenario con bomba de relojería a punto de hacer saltar por los aires una máquina de escribir. La carga explosiva estaba en sus canciones, co las que la cuenta atrás se hizo irremediable.
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