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EFE
Martes, 12 de febrero 2019, 01:13
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El valenciano Joaquín Sorolla pintó cerca de 2.000 óleos sobre cartones o tablillas de formato reducido que el artista llamaba «apuntes» o «notas de color». Eran «pequeñas joyas» que el Museo Sorolla, en Madrid, expone desde ayer en la muestra 'Cazando impresiones'. «Sorolla tenía esa capacidad de enseñarnos a mirar. Él enseñaba a esencializar realmente lo que quería», explicó la bisnieta del pintor Blanca Pons-Sorolla, quien junto a María López Fernández y Consuelo Luca de Tena ha comisariado la exposición.
Compuesta por 227 óleos en pequeño formato sobre tabla, cartón u otro material, la muestra -abierta hasta el 29 de septiembre- reúne en su mayoría obras pertenecientes a la colección del Museo Sorolla y también cuenta con 44 obras inéditas de colección particular. «El pequeño formato son esas joyas que Sorolla pinta para él». Son, según Pons-Sorolla «ideas, pero muchas, en sus primeras épocas, pueden ser estudios para obras de mayor formato. Sin todo este trabajo, no habría llegado a tener ese dominio».
A lo largo del siglo XIX, estas pequeñas piezas fueron cada vez más utilizadas por los grandes artistas para recoger con rapidez ideas o impresiones que ilustran «la mirada» del artista, «lo que le llama la atención, cómo va buscando esos distintos enfoques luego pensados en sus obras mayores». La muestra presenta la «evolución» de Sorolla y empieza con obras «íntimas» con las que «llenaba las paredes de su estudio» y que, según los responsables de la exhibición, ilustran «la influencia de Fortuny y los italianos», tanto en su «composición» como en «su manera de utilizar expresivamente las zonas de la madera que deja sin pintar».
La segunda parte, titulada «madurez artística de Sorolla (1904-1911)», revela al artista más «colorista», que tiene «la gama cromática potente y que sigue investigando» con obras que presentó en las exposiciones de París (galería Georges Petit, 1906) y Nueva York (Hispanic Society, 1909). Durante sus últimos años se dedicó a «seguir investigando» con pequeños formatos que pintó en las playas de Biarritz y especialmente San Sebastián, obras visibles en la última parte.
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