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Roca Rey durante una faena . APLAUSOS
Los mano a mano hacen furor

Los mano a mano hacen furor

Empresarios y matadores apuestan por las emociones fuertes en busca del interés general

JOSÉ LUIS BENLLOCH

VALENCIA

Domingo, 11 de abril 2021, 19:11

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Talavante frente a Roca; el mismo Roca Rey frente a Aguado al que no hace tanto se decía que trataba de evitar; Morante que ya le dio marcha a Juan Ortega en aquella célebre tarde de Córdoba para clamar a los cuatro vientos quién cantaba más alto y más fino en el tablao del arte (decir el jardín sevillano, también sirve) ahora se las verá con Finito y en su casa lo que supone reavivar la vieja competencia entre Córdoba y Sevilla; a Daniel Luque, ídolo galo, le han puesto digamos que a »reñir» con Roca Rey en Dax; el mano a mano de Juli será con Fandi en territorio del nazarí, en esa feria del Corpus que ha planteado Matilla, el hombre que se ha puesto a hacer ferias convulsivamente y no para; y en Sevilla estaba anunciado nada más y nada menos que un agarrón de alta tensión entre Antonio Ferrera y Emilio de Justo con los victorinos. Todo eso, con permiso de la autoridad que antes de autorizar se tienta los ropajes electorales en nombre de la seguridad, va a suceder en la mentada Sevilla, Arles, Córdoba, Granada, Carabanchel… que siempre fueron prestigiosos patios de armas para estos lances.

Ese es el panorama taurino y la comidilla del momento. La industria busca nuevas emociones. Cuestiones que alimentan el espíritu del aficionado que anda deshaciéndose cual azucarillo en ese dejar pasar dejar de hacer al que nos tienen sometidos desde la oficialidad sean cuales sean las siglas. El efecto inmediato a la nueva fórmula es una reactivación emocional que se agradece.

Semejante alboroto está justificado, tiene su encanto y su intención y seguro que llegado el momento también su repercusión taquillera de la misma manera que levantará los viejos (desgastados) tópicos que siempre se sacan a relucir en estos casos, como aquel que pregunta ¿quién ha pedido esos mano a mano?.. Pues si no los han pedido, que no los han pedido, más mérito para quienes los han propuesto y para quienes los han aceptado, que seguramente no hace tanto hubiesen dicho, en lenguaje del llorado Pepe, nasti de plasti o pa eso mi men se queda en su quel. O sea que no.

El caso es que la necesidad les ha agudizado el ingenio o si prefieren el infortunio se convirtió en virtud, que también vale y las últimas ferias han ilusionado. El toreo, en situación de extrema gravedad, pandemia más desafección política y social, ha rebuscado entre su argumentario clásico el ungüento que le alivie y ha dado en el clavo. Dicho de otra manera, el sector intenta salir como sea de la zona de confort y rutina en el que se había instalado los ultimo años. Por fin parecen entender sus popes que hay que darle candela para interesar, sabedores que tampoco así será tarea fácil ni tendrán el beneplácito general. El resultado de todo ello están siendo ferias muy compactas que incluyen esos mano a mano.

El porqué de esos carteles de dos espadas, que por cierto, descuiden ustedes, todos cuentan con su correspondiente argumento, se supone que tiene como objetivo además de mover el manzano y romper la rutina, multiplicar el efecto reclamo de las figuras y hasta se supone que abre la puerta a un mejor entendimiento económico entre las partes: siempre será más fácil el acuerdo con dos que con tres, si es que se trata de negociar en función de las recaudaciones. Y desde el lado del torero se puede argumentar: A lo mejor me toca lidiar un toro más a beneficio de la pandemia pero mis honorarios siguen intactos, sería el argumento final.

Valencia a la espera

Tras ver la luz los carteles de ferias como Granada, Vista Alegre, Córdoba o la mismísima Sevilla -cada día más en el aire víctima de una prudencia que no evita el agravio comparativo con otros espectáculos- vienen ferias como las de Alicante y Valencia para las que los tiempos de la vacunación juega a favor. Vistos los efectos estimulantes que ejerce la publicación no estaría de más un goteo de planes y carteles más allá de las posturas serenas y distantes que han aplicado hasta el momento. Tanto congelar el ambiente al final se va a gripar.

La situación ha tenido otros efectos colaterales. Los pocos espectáculos que se dan adquieren una dimensión impensable no hace tanto en tiempos de abundancia. Un triunfo, incluso en plazas de segundo orden, adquieren ahora una trascendencia que en las temporadas tradicionales no tenían. Ejemplo, las faenas de Juan Ortega en Linares y Jaén que le dispararon justamente su cartel.

Quien sale muy reforzado de esta coyuntura, esa es la otra grata sorpresa, es el empresario Toño Matilla, no hace tanto muy cuestionado, culpable de todo en las redes, y ahora líder de este renacimiento ferial, que le está suponiendo, por mucho que él diga que no lo busca ni le apetece, mentira, un lavado de imagen radical. Y eso que los planes todavía no han pasado de las musas a la tablas. En parecido proceso de asentamiento están los jóvenes Alberto García y Garzón.

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