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Roberto Saviano. Virginia Carrasco

«La violencia es adictiva como la droga», dice Roberto Saviano

En 'La banda de los niños' cuenta cómo la mafia recluta en Nápoles chavales «que queman su vidas como los yihadistas»

Miguel Lorenci

Madrid

Martes, 12 de septiembre 2017, 00:21

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La rabia y el deseo de contar la verdad mantienen vivo, activo y alerta a Roberto Saviano (Nápoles, 1979). Lleva once años en la diana de la Camorra. Se arrepiente a veces de haber «jodido» su vida y la de los suyos escribiendo. Pero no tira la toalla. Vive escoltado las 24 horas y en su ciudad le escupen por airear las miserias y la mierda mafiosa en libros como 'La banda de los niños' (Anagrama). En él novela cómo unos mocosos se convierten en asesinos adolescentes y queman sus vidas «como los guerilleros de la yihad». Unos camorristas 2.0 que bullen en las redes sociales y matan desde sus 'motorinos'. En italiano se titula 'La paranza dei bambini'. Paranza es la luz que atrae irremisiblemente a los peces a las barcas de los pescadores.

-¿Está más cómodo en la ficción pura?

-Sí. Paso de la no ficción a la ficción, pero sigo en la patria de la novela.

-¿Cómo escribir de la realidad con su tipo de vida, recluido en una burbuja de seguridad?

-Manejo actas de juicios. Testimonios directos. Contactos. Me inspiro en la realidad. Entro en la cabeza de los personajes viviendo una vida que no es la suya.

-¿Qué distingue a los camorristas 2.0 de sus antecesores?

-La gran diferencia es que viven muy poco y rápido. En tres o cuatro años de actividad acabarán en la cárcel o muertos. Y que alardean en las redes sociales. En su vida no cabe la prudencia. Tienen que disparar. El dinero o lo haces rápido o no lo haces nunca. O todo y ya, o nada para siempre.

-¿Mueren matando como los yihadistas?

-Están dispuestos a quemar su vida como ellos. Casi todos tienen algo que ver con la droga. Todos saben que acabarán en la cárcel o muertos en las guerras entre bandas. Como los yihadistas que se inmolan en ataques terroristas, creen que engrandecen su vida. Es posible que un chaval de 20 años se haga matar o se mate en acciones criminales. Saben que se su recorrido es morir o entrar y salir de la cárcel durante 25 años.

-¿La violencia es adictiva?

-Sí. Crea fuerte dependencia. Como la droga. Es algo muy complicado, porque también me afecta como escritor. Cuando no denuncio esa violencia, no me siento auténtico. Es como si escribiera algo que no es importante.

-Los críos camorristas se ríen de sus condenas a 20 años.

-No me lo esperaba. He ido a muchos juicios de mafiosos, y cuando el juez dicta la condena se quedan muy serios. En cambio estos chicos se carcajean y lo celebran.

-¿Se reconocen en su relato?

-Me consta que muchos lo han leído en la cárcel. Pero dicen que, comparado con la realidad, he escrito un libro de chistes.

-Lleva 11 años bajo la condena de los Casalesi. ¿Ha merecido la pena?

-Siempre respondo a esta pregunta de manera muy poco valiente. Y no. Nunca merece la pena. Pero las cosas son así y estoy dentro de la burbuja.

-¿Sueña con ser invisible, transformarse físicamente?

-A menudo. Pero no lo hago. Desaparecer sería la única manera de tener una vida normal. Pero quiero seguir escribiendo, opinando. Me he dejado gobernar por la rabia. No me haréis callar, me digo.

-Tiene una vida que nadie querría y un éxito envidiable.

-Es la paradoja de mi vida. Es como tener una vida muy activa en las redes sociales que en la realidad es muy insignificante. Mi vida hacia fuera es compleja y llena, pero tengo que vivir blindado.

-Y aguantando que sus paisanos en Nápoles le insulten y le escupan.

-Me detesta el Nápoles camorrista y el anticamorrista. Es normal. Hay algo de envidia y sentido de culpa de quienes no han denunciado lo que yo denuncio. Cuando me acusan de difamar a mi ciudad es como si me acusaran de romper la 'omertá', de traicionar el silencio que salvaguarda a la mafia. Relato las heridas porque amo a mi tierra. La herida no se cura si la escondes. Se gangrena.

-¿Cómo sanarla?

-Solo sé que Nápoles no puede lograrlo sola. Ni siquiera Italia. O el capitalismo cambia las reglas o no hay solución.

-¿Está Saviano harto de su personaje?

-Coloco al personaje lo más lejos posible de mí. Intento salvar lo que queda de la persona. No voy a fiestas, no hago vida pública.

-Escribir, su pasión ¿le ha ha amargado la vida?

-Me la ha jodido. Hay veces que me disgusta hacer lo que más amo. Que escribir es como luchar en una guerra. Como ir al frente. Pero sé que cada nuevo libro o te hace perder lo que tienes o no merece la pena escribirlo.

-¿España sigue siendo un paraíso para los mafiosos?

-Desde luego. Como Alemania. Aquí no hay Ley antimafia y España cree que no tiene mafia. Pero rebosa de capital mafioso; de la droga y de los cárteles mexicanos y rusos que blanquean aquí. No veis la sangre y pensáis que no tenéis mafia. Y es cierto que España no tiene una mafia autóctona. Quizá debido a los años del franquismo, que tuvo el monopolio de la corrupción. Paradójicamente, la mafia necesita un sistema liberal. En los sistemas totalitarios la mafia la organizan los jueces y la policía.

-En la novela una madre es la que reclama venganza. ¿Cuál es el papel de la mujer en la mafia?

-Muy importante. Fundamental. Más en la Camorra que en la 'Ndrangheta. Cuando los maridos están encarcelados, ellas toman el mando. Son menos sanguinarias, pero a menudo son el motor de la venganza.

-¿Los malos irán siempre por delante de los buenos?

-Sí. Pero mueren antes. El único consuelo del bueno es que que a menudo vive más y mucho más tranquilo que el malo.

-«Me he habituado a la idea de morir. Lo aterrador es vivir siempre así», dice.

-Morir no me da miedo. He convivido tanto con la idea de la muerte que la he asumido. Pero tengo crisis de pánico cuando pienso que llevo muchos años viviendo así y no sé cuanto va a durar. Mi familia paga un precio muy alto. Para mí es trabajo. Ellos tienen que esconderse. Cuando tomas mi opción, pareces muy valiente desde fuera. Pero no es así. Creen que lo hago solo por dinero Y no es así, aunque estoy muy orgulloso de cómo me gano la vida.

-¿Dónde se imagina dentro de 11 años?

-Sueño con ser libre en un país libre que me acoja.

-¿Qué determina que seas un mafioso o te salves en Nápoles?

-La familia. La seguridad económica, quizá, aunque ninguno de estos chicos es pobre. Pertenecen a una pequeña burguesía que no aguanta más, que se está muriendo: mecánicos que han perdido el taller, profesores de gimnasia que no pueden pagar la hipoteca. La pequeña y mediana burguesía está muriendo y sus hijos derivan hacia el mundo criminal.

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