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Mikel Santiago, en Valencia. damián torres
«Los libros son grandes gimnasios emocionales»

«Los libros son grandes gimnasios emocionales»

Mikel Santiago Escritor | «Si ambientara una novela en Valencia, tiraría por el espionaje internacional», asegura el autor de 'La isla de las últimas voces'

LAURA GARCÉS

VALENCIA.

Sábado, 29 de diciembre 2018, 00:52

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El escritor Mikel Santiago (Portugalete, 1975) acaba de publicar su cuarta novela, 'La isla de las últimas voces'. Es un thriller que mantiene al lector en vilo desde la primera página. En esta entrevista con LAS PROVINCIAS ofrece varias claves de su obra y habla del género como un ejercicio para colocar a los personajes al límite .

-Deja Roma, el escenario de su anterior novela, y viaja al mar del norte. ¿Por qué este cambio? ¿Qué importancia tiene para 'La isla de las últimas voces'?

-Es muy importante. La novela explora cómo se transforma la psicología de los personajes con la llegada de este objeto que es fundamental, la caja, y cómo se ha creado una especie de fantasía. No sabes hasta qué punto es la propia caja o el estado emocional de los personajes el que está llevando a que tengan estas pesadillas. Para vestir este escenario, quería una ambientación oscura, opresiva que diera pie a ir hacia adentro. Roma y el sur de Italia era resplandeciente, de puertas abiertas. Aquí estamos en Escocia a puerta cerrada, en un lugar donde hay secretos familiares y entre vecinos, donde la gente tiende a hablar poco y pensar mucho. Además, una isla que se queda incomunicada por un temporal hay que buscarla en un sitio concreto.

-¿Qué esconde esa caja de acero de 12 metros de largo tan presente en la obra?

-La caja es el gran enigma del libro. Es casi una imagen de caja de mago. Es negra, no tiene cerradura. Instala una promesa directamente. Según aparece se crea gran expectativa de que abrirla o no se va a convertir en el núcleo del libro, y realmente lo es. Me gusta porque desata la imaginación. Es algo que ocurrirá en el pueblo, pero también quiero que le suceda al lector. Cuando lees crees que no estás pensando, pero sí. Proyectas cosas que te vas a encontrar en esa caja. Me parece una forma de activar la imaginación.

-La caja atrapa al lector en cuanto aparece.

-Sí, al lector y a los los habitantes de Santa Kilda, que empiezan a imaginar y a especular con el contenido. Eso va a ser gran parte de esa revolución que se crea. Todo el mundo la quiere, dice que es suya. Es como un microondas emocional, un catalizador de sensaciones, emociones, anhelos. Es perfecta para lo que quiero construir, un huracán de ideas.

-En ese escenario, ¿qué hace una española que se llama Carmen?

-Españoles por el mundo hay un montón. Me encontraba muy a gusto transcribiendo las sensaciones de un español perdido en una isla de Escocia, aunque yo no he estado. Sí, en una isla más grande, en Irlanda. Cuando vivía allí participé de esa comunidad de gente expatriada que tiene razones desde románticas hasta económicas, pero a veces emocionales para huir e instalarse en otro lugar. Su pasado es el gran misterio. Por qué una mujer que tiene las manos de porcelana -como le dice la dueña del hotel- se pone de repente a hacer camas, a cortar leña. Parece que ha tenido familia, pero no está. Esto despierta la fantasía del lector y la de los aldeanos, que se preguntan de dónde surge.

-Con sus títulos anteriores consiguió atraer a muchos lectores, ¿qué les ofrece ahora para que le sigan queriendo?

-Es un cambio. Me gusta experimentar y desafiarme, intentar cambiar de ambientación, de personajes. La técnica es diferente: hay dos tramas paralelas, algo que no había probado nunca. No hay un enigma. Esclarecer lo que hay en la caja puede que sea uno de los motores, pero realmente el gran motor y lo difícil ha sido crear la tensión que va creciendo entre los vecinos en un pueblo que en cinco días parece que enloquece alrededor de un objeto.

-¿Qué tiene el thriller que gusta tanto?

-Lleva gustando miles de años, desde 'La odisea'. Es una carrera de obstáculos, poner a los personajes contra las cuerdas, hacer una caricatura de la existencia porque la vida es una prueba de resistencia en la que nos tenemos que transformar. Son un ejercicio de colocar a los personajes al límite, un viaje de emociones muy potente en el que mucha gente se recrea. Los libros son grandes gimnasios emocionales.

-¿Tiene escenario para una próxima novela?

-Tengo un desafío. Intentar escribir algo que ocurra en el País Vasco.

-¿Ha pensado en alguna novela en Valencia?

-En mis novelas se viaja mucho. Si escribiera una novela en Valencia tiraría por el espionaje internacional o las corruptelas. Para mis thrillers psicológicos siempre voy a la aldea pequeña, oscura.

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