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El escritor y columnista italiano, Michel Serra.
Michele Serra novela en 'Los cansados' la confusión de los 'postpadres'

Michele Serra novela en 'Los cansados' la confusión de los 'postpadres'

"La misión del escritor es contar, no juzgar" dice el escritor y columnista italiano

Miguel Lorenci

Martes, 20 de mayo 2014, 18:35

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Una legión de padres italianos y su hijos se miran en el espejo de Los cansados, la novela en la que Michael Serra, (Roma, 1954) retrata la confusión, el desconcierto, los miedos y la culpa de quienes define como postpadres y que Alfaguara publica en España. Apenas pueden comunicarse con hijos, conectados al mundo a través de infinitud de medios y dispositivos, pero desconectados de su entorno familiar. Son los cansados, -los tumbados en el original italiano-, esa generación indolente que se levanta al atardecer y vaguea, tableta y móvil en mano, en el sofá de la casa familiar, desinteresada por casi todo salvo por su propio e incierto presente, incapaz de comprender a sus progenitores e interactuar con ellos y desentendida del futuro del que no esperan nada y al que nadie les da paso.

Narrador y columnista de La Repubblica desde hace dos décadas, padre de cuatro hijos adolescentes -dos propios y dos de su segunda esposa-, Serra llevaba siete años dándole vueltas a la novela hasta que la primera línea Pero ¿dónde coño estás?- y la última -Por fin puedo envejecer- le permitieron articular un relato fragmentario, irónico, antiliterario al estilo de Kurt Vonnegut y en el que no se juzga a nadie, porque la labor del escritor es contar, no juzgar. Testimonia la confusión y el cansancio recíproco de pares e hijos, pero no ofrecer respuestas que corresponden a psicólogos, pedagogos o sociólogos, dice.

El padre de esta novela no soy, pero se me parece mucho admite Serra reconociendo lo difícil que es envejecer. Pude abordarla cuando comprendí que esa confusión en la que viven los padres era la única manera de hacerlo Me preguntaba cómo empezar y comprendí que la narración no tenía una estructura clara, que era como un vaso roto del que debía utilizar los pedazos; los pensamiento del padre sobre su hijo trufados con pasajes de un relato que se cuece en su magín sobre batalla final entre viejos y jóvenes. Creo que es esa confusión en la que viven los progenitores, y en el sincero y amoroso sentimiento de impotencia respecto a los hijos se han reconocido muchos padres, reconoce Serra que avanzó a golpe de arrebatos de ira, pánico y amor y ha vendido ciento de miles de copias en su país.

La indolencia de esa generación de 'ninis', como se les conoce en España, esa novedosa coyuntura que nos lleva a un mundo en el que los jóvenes descansa y los viejos trabajan ¿es un fenómeno de de las sociedades opulentas? Me temo que sí, que es una patología del estado del bienestar y fruto de la pereza y un mal entendida permisividad responde. Me pregunto también si además de un síntoma de una peculiar situación social es reflejo de un profundo cambio antropológico.

El postpadre de la novela es un sexagenario blandengue que no conoce la indiferencia, y que , como muchos de estos padres, se comportan como jóvenes, avergonzados de hacerse mayores mientras conviven con unos críos se ven obligados a serlo hasta los cuarenta, sin oportunidades para empezar a trabajar y asumir su papel activo en la vida. Esa imposibilidad del acceso al mundo laboral es un auténtico problema social.

Relativista ético

El padre que se expone al lector en Los cansados se esfuerza por conectar con su hijo, por compartir tiempo, experiencias y una y otra vez se estampa contra el muro de la distancia y la frialdad emocional. Todos tenemos la necesidad de matar al padre y yo lo hice, pero después hubo un movimiento de retorno y de reencuentro que ahora no se da, asegura. El problema es que yo, como el padre de la novela, soy un relativista ético y resulta muy difícil de asesinar, aunque sea metafóricamente, a un padre que no es autoritario, serio e implacable como lo fueron los de nuestra generación. No me puedo inventar una autoridad que no tengo y como el padre de la novela a veces siente el temor de haber abdicado como padre y de hacer por comodidad y pereza.

No es ni una novela autobiográfica ni un manual de supervivencia para padres, advierte Serra que da voz a un padre que ve a su hijo como un misterio. Acaso su virtud está en no ser hipócrita, en su brevedad y en que irrita con cierta ecuanimidad a padres e hijos se ufana.

No le sorprendió la respuesta de los padres y la de muchos adolescentes que se han dirigido a él. Algunos me dicen muy enfadados que no todo los jóvenes son así, que no duermen hasta media tarde y vaguean en el sofá con los cascos puesto, viendo la tele y conectados al ordenador. Otros se reconocen y dice que sus padres son imbéciles. Pero el que más me sorprendió fue un joven que reivindica su condición de diletante permanente; su derecho a empezar todo y no acabar nada y entiende que eso no es un problema.

Tengo enorme curiosidad por entender qué tienen en la cabeza concluye. La biología gana siempre y hemos de dar paso a los jóvenes. No somos autoritarios, pero sí muy vitales, y acaso muy prepotentes y hemos de empezar a pensar cómo quitarnos de en medio y dar voz aquellos jóvenes que quieren convertirse en protagonistas.

No sé en qué se está convirtiendo el periodismo. Soy tan pesimista que prefiero no pensarlo dice de su segunda ocupación este colaborador de 'LEspresso' o 'Panorama' y fundador del semanario satírico 'Cuore'. Si no hay un generación que tome el relevo como lectores de diarios, y no la hay, el periodismo tal como lo conocemos está muerto. Al menos el de pago. Dentro de poco escribir no será un trabajo, diagnostica. Hay un problema gigantesco de calidad de derechos de autor. Yo escribo una columna todo los días desde hace veinte años, es mi enfermedad, y cada día a las nueve de la mañana está en todas las páginas web. Nadie paga. Leer un diario era antes un signo de identidad política; ahora acaso sea un síntoma de estulticia, de que pagas por algo que los demás tienen gratis.

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