José Sacristán: «Si la cultura importara, Donald Trump no sería presidente»
Estará en el Teatro Olumpya hasta el 9 de noviembre con 'El hijo de la cómica'
A sus ochenta y ocho años, José Sacristán continúa subido a los escenarios y las pantallas. Ha presenciado la evolución de prácticamente todo nuestro cine ... y nuestro teatro, desde su primer papel en 'El cenador', allá por el año 1960. Eso son sesenta y cinco años en el oficio, que se dice pronto, y que culminan hoy con 'El hijo de la cómica', un homenaje de los pies a la cabeza de otra figura mítica: Fernando Fernán Gómez. La obra, escrita, dirigida e interpretada por él, estará en el Teatro Olympia hasta el 9 de noviembre.
Hablamos con Sacristán sobre este trabajo, que según dice, es «el más personal de toda su carrera». También hablamos de Fernán Gómez y, cómo no, de su trayectoria y su visión del mundo actual.
-Te has basado en las memorias de Fernán Gomez, con una mirada desde antes de la Segunda República hasta la democracia. ¿Qué tiene su mirada para que hayas querido homenajearlo de esta manera?
-Me ocupo desde que nace hasta que cumple 24 años, lo demás la gente ya lo conoce. Me ha importado señalar su infancia, adolescencia y primera juventud a través de él como niño, a través de su madre, su abuela, los colegios y las pensiones. El relato es un poco barojiano y galdosiano. Es la forja de un rebelde. He intentado plasmar una mirada de Fernando sobre la España de su tiempo, ese es el personaje que a mí me parecía interesante señalar. Por eso me he metido en esto.
-Hace ya casi veinte años que Fernán Gómez falleció. Y ha pasado a la historia como uno de los mayores cineastas desde el punto de vista actoral, como director y escritor. ¿Cómo era él?
-Imprescindible para la historia y cultura de este país y, me atrevo a decir, de todos los tiempos. No es para nada el hombre de '¡Vaya usted a la mierda!'. He tenido la suerte de conocer a gente como Fernando, Miguel Delibes, Saramago, Eduardo Mendoza… Gente a cuyo lado, aunque no quisieras, tenías que ser mejor, porque con ellos la impostura no cabía. Fernando era generoso y muy inteligente y, sobre todo, lo que he aprendido de él, es cómo se ejerce esta profesión en un país como este. Era un lujo estar a su lado.
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-¿Y cómo se ejerce una profesión como esta en un país como este?
-Hay que tener mucha habilidad, conocer los parámetros, lo que puede dar de sí el oficio. No caer en espejismos estúpidos como el afán de éxito y fama. Esto es estupendo si conoces las limitaciones y las posibilidades. Era muy buena enseñanza por parte de Fernando.
-Tu primer trabajo como actor fue en el año 1960, con 'El cenador'. Eso son sesenta y cinco años trabajando, toda una vida. ¿Cómo valoras tu trayectoria echando la vista atrás?
-La satisfacción de que mi trabajo y mi vida han ido de la mano, tanto en tiempos difíciles como en los que, después, han sido fáciles. He tenido mucha suerte y un privilegio que reconozco y agradezco, sobre todo a la gente que tiene a bien ser fiel a lo que les propongo. Agradezco, como yo digo, que me sigan comprando los ajos. Ha sido una suerte.
-¿Y cuál es la clave para que te sigan comprando los ajos con ochenta y ocho años?
-No tengo ni idea, no hay fórmula. Posiblemente, desde el punto de vista profesional no lo haga del todo mal. Y las propuestas que yo hago, quizás son de alguna utilidad, vaya usted a saber. No lo sé. Es que no hay fórmulas.
-El cine español siempre ha estado sujeto a críticas. Hay mucha gente que considera que es muy malo y se empecina en ello. Paralelamente a esto, da la impresión de que, en la última década, se ha revitalizado mucho. ¿Cómo cree que ha evolucionado el cine español? ¿Goza de buena salud?
-La gente no va demasiado, pero hay unas cosechas cojonudas. Siempre ha habido de todo. Siempre ha habido imbéciles que han ido al cine a mirar por encima del otro y quienes siempre lo han aplaudido y han ido a disfrutar, sin más. Siempre ha habido cosas mejores y peores, siempre hemos tenido una industria canija y poco poderosa. Pero sí que es cierto que en los últimos años ha aparecido una serie de directoras buenísimas. La calidad media de una producción española está por encima de lo normal. Yo soy un fan.
-El éxito que usted ha tenido lo tienen pocos en la industria. Entiendo que, dentro de esto, habrá pasado por momentos difíciles en la profesión. ¿Alguna vez has estado a punto de abandonar?
-Solamente en 1964, cuando nació mi hijo, el mayor. Pero solamente durante unos meses, porque nunca me ha faltado trabajo, lo que pasa es que tenía obligaciones familiares que me complicaban la vida. Ha habido momentos difíciles, qué duda cabe, pero nunca tan desesperantes como para dejarlo. Afortunadamente, no se ha dado.
-¿Hay algún proyecto que haya sido especialmente transformador para usted?
-Ha habido trabajos que me han gustado más que otros, pero sería injusto que destacara proyectos por encima de otros. Quizás, por responder a tu pregunta, te diría este, 'El hijo de la cómica', que es el más personal. He apostado a todos los niveles, como amigo de Fernando y como admirador. Y luego he hecho la adaptación, la dirijo, soy el único intérprete… Te puedes imaginar. Pero, por lo demás, recuerdo con igual cariño unos trabajos y otros.
-Fernán Gómez se definía como anarquista. ¿Qué crees que diría de lo que está ocurriendo hoy en día? El ascenso de ideologías de extrema derecha; el acercamiento de los jóvenes a VOX, que es cada vez más acusado…
-Diría lo que decía de la gente con la que le tocó vivir durante el régimen franquista. No estaría de acuerdo con este personal, como yo tampoco lo estoy. Lamentablemente, es una realidad, está ahí, en todo el mundo. Ya hay una ultraderecha a la derecha de VOX, incluso. Si la gente les vota, qué le vas a hacer, sino lamentarlo.
-¿Y tú? ¿Cómo valoras tú lo que está ocurriendo?
-A mí me parece lamentable. Creo que hay una relación directa entre el auge de la extrema derecha y el empobrecimiento intelectual y moral de la ciudadanía.
-Mucha gente progresista no se siente identificada con los representantes de izquierdas. Producen rechazo. Y cada vez más, se ve gente joven de izquierdas muy moralista. Si no estás con ellos, estás contra ellos. Es una superioridad moral que lastra muchísimo a ideas que son muy bonitas. ¿Usted qué opina?
-No te quepa duda, te doy toda la razón. A mí tampoco me divierte mucho la izquierda que hay en este momento (ríe). Que tengáis suerte.
-¿Cree que el cine y el teatro pueden combatir esto? ¿Pueden cambiar mentes?
-No, no, no. Hacemos lo que podemos, pero no. Como decía Albert Camus, hay quien hace la historia y hay quien la padece. Si dependiera de la cultura cambiar la historia, la historia no estaría como está, no te quepa duda. Donald Trump no sería presidente de Estados Unidos si la cultura importara, es imposible.
-Entonces, ¿cuál es el sentido de la cultura?
-No cambiar la historia. Tiene muchísimo sentido, joder. Embellecer la vida, hacerla más digna, hacerla mejor. El sentido es enorme, nos hace más libres. Pero la cultura no cambia la historia.
-Hace poco llevaste a las tablas a Machado, ahora a Fernán Gómez… ¿Qué será lo siguiente? ¿Tienes idea?
-No tengo idea. De momento tengo Fernán Gómez para rato.
-Y Pepe Sacristán, ¿queda para rato?
-Bueno, ya veremos. Eso la naturaleza lo decidirá.
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