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Un fotograma de 'Dobles vidas'.
Juliette Binoche: «Cada papel que interpreto es un salto al vacío»

Juliette Binoche: «Cada papel que interpreto es un salto al vacío»

La actriz protagoniza 'Dobles vidas', donde repite con uno de sus directores fetiche, el francés Olivier Assayas

María Estévez

Los Ángeles

Miércoles, 10 de abril 2019

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La actriz Juliette Binoche vuelve a regalar un gran personaje en 'Dobles vidas', donde repite con uno de sus directores fetiche, el francés Olivier Assayas. Una comedia donde los protagonistas mantienen una doble vida y se dejan consumir por su idea del amor.

–Usted es una mujer intelectual, y en eso se parece a los personajes. ¿Le gusta escribir o pintar?

–Me gusta pintar en los meses en los que estoy de vacaciones porque me ayuda a relajarme. No siento la necesidad de ser eficiente ni de cumplir horarios ni de interpretar. Es un ejercicio privado para mí. Me gusta esconderme para pintar, creo que todos necesitamos ese lugar donde hacer cosas sin ser observados.

–Sigue trabajando sin descanso. ¿Cómo consigue ese milagro?

–Sin duda es un milagro. Me paso la vida cruzando los dedos, tocando madera, escupiendo en el suelo, haciendo todas esas cosas que dicenque traen buena suerte. Cuando estás haciendo una película como ésta, el director te rodea de grandes actores, de un elenco que te apoya y te acompaña. Ellos te ayudan a abrirte pero, al mismo tiempo, no puedes agarrarte a nada. Como actor solo te tienes a ti mismo y te tienes que arriesgar aunque sea peligroso o no puedas dar una respuesta fácil y convencional a tus acciones. Cada papel que interpreto es un salto al vacío. Yo me preocupo solo del interior del personaje y el director debe ocuparse del exterior, de la luz, de mi aspecto físico, de lo necesario para componer mi interpretación y yo confío en ellos.

–Hay una necesidad de amor en muchos de los personajes que interpreta.

–Encontrar el amor es algo que buscamos todos, pero para ello todos debemos encontrar la solución dentro de nosotros. Creo que es una puerta abierta que no resuelve todo, pero nos ayuda a sentir mejor. Amar a alguien es mucho más fácil que permitir ser amado porque te hace más vulnerable y te hace enfrentarte a lugares que son dolorosos.

–Usted suele elegir mujeres de mediana edad enfrentándose al mundo del arte. ¿Se identifica con sus personajes?

–Para mí la interpretación es estar presente. Esa siempre es mi meta. No busco que se parezcan a mí, sino que me permitan mostrar mi registro interpretativo, estando presente en cada momento sin anticipar emociones. Me gusta analizar los guiones, entendiendo dónde va cada línea de la historia, cada personaje, viendo el arco de cada uno y olvidarme de ello cuando estoy filmando. Cuando entro en una escena, no sé lo que va a ocurrir, lo voy descubriendo mientras sucede. Después de eso me olvido porque tengo otro proyecto y la vida sigue.

–¿Le gustan los personajes complejos?

–Es que la vida no es en blanco y negro y mucha gente tiene vidas escondidas. Creo que lo mejor de este filme es la interpretación de Olivier Assayas como guionista y director. Muestra una versión diferente de un grupo de personas complejas, intelectuales. En todos nosotros existe una contradicción y a mí me gusta interpretar mujeres poco convencionales e impredecibles en cuanto a su moralidad.

–¿Cómo mantiene ese interior tan luminoso en tantos personajes?

–La luz interior estaba ahí desde el principio porque me fascina interpretar. Amo la vida y soy una persona muy curiosa. En mi infancia estuve en un colegio interna y me costaba estar sola, no me gustaba. Sin embargo, incluso entonces disfrutaba con la interpretación, soñaba con ser actriz. Esa siempre ha sido mi motivación. El poder de la imaginación es el más grande. Cuando entras en contacto con el creador que hay en ti, estás salvado. Cuando te identificas con las emociones, cuando te identificas con situaciones es cuando la cosa se complica porque te dejas llevar por la ola y surgen las inseguridades. Hubo solo un momento en mi vida, a los 48 años, cuando me separé, en el que durante un año y medio no sentí ningún deseo de trabajar. Me costó porque no sabía cuanto tiempo iba a estar así y sentía que estaba cruzando un desierto. Fue un tiempo de aprendizaje, en el que aprendí que debía tener más paciencia conmigo.

–Hay algún director con quien no ha trabajado y le gustaría.

–No pienso en esos términos. Porque el plan se desarrolla lejos de mí en otro lugar y yo no soy el director de ese plan, aunque yo sea quien elije los papeles que interpreta, tiendo a no anticipar nada de lo que me ocurre. Soy una mujer que cree en el destino y siempre es fiel así misma.

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