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M.LORENCI/N. CAMACHO
Jueves, 6 de noviembre 2014, 00:05
«Acepto el premio, pero lamento la falta de respaldo institucional al arte, la educación y la cultura». Habla Jordi Teixidor de Otto (Valencia, 1941), ganador ayer del Premio Nacional de Artes Plásticas, y protagonista de una singular y solitaria aventura plástica que dura ya medio siglo. El galardón reconoce tanto su «independencia» como el camino «único y difícil» que eligió este artista que apostó por un arte «esencial». Él lo recibe como el reconocimiento «a una generación olvidada» y a su «constancia» para elaborar una obra «ética y sin concesiones».
No rechaza el premio ni sus 30.000 euros de 'bolsa' «porque lo otorga un jurado con criterio artístico». «Lo acepto porque viene de una decisión profesional, no administrativa. Si tuviera que tomar partido o defender algún tipo de política me lo pensaría, pero la distinción viene de un grupo de personas con una opinión independiente», asegura.
Sin embargo, no ahorra críticas a la política cultural del Gobierno. «Nos sobra talento y nos falta un respaldo institucional que a veces es nulo», denuncia. Lamenta la «brutal carga de impuestos sobre la creatividad y el comercio del arte», pero insiste en que «lo peor es la ausencia del apoyo profundo y hondo que se da cuando un país siente que la cultura y la educación son importantes». «Si no se sienten como bienes básicos y fundamentales, no vamos a ningún sitio», se duele el pintor. «Se lo diré a Wert si tengo ocasión, porque el ministro está ahí para que escuche a los profesionales».
«No soy profeta en Valencia»
Asimismo, el artista valenciano se muestra muy rotundo. «Mi relación profesional con Valencia sigue siendo nula». «No soy profeta en mi tierra. Este premio no me lo ha dado Valencia. El único galardón valenciano que he recibido fue el Alfons Roig. Sin embargo, el IVAM tiene cuadros míos y me dedicó una exposición hace años», asevera tras confesar que él no es un artista de premios. «Mi pintura es menos directa al público. No pasa nada. La historia del arte está llena de artistas a los que jamás le dieron un premio o de escritores que jamás publicaron».
Por ello, le enorgullece que se reconozca «una manera de hacer pintura que no es fácil». «Mi pintura no hace concesiones, es muy exigente para mí y para el espectador, y soy consciente de que su público es minoritario», admite.
Teixidor es consciente de que el arte no atraviesa su mejor época. «Es un momento muy delicado. No hay capacidad de reflexión, el arte se ha convertido en un oficio, en una profesión», critica mientras considera que ahora se valoran otros aspectos que nada tienen que ver con la creación. «Se ha practicado una política artística de pocas exigencias. La cultura puede ser buena o mala, pero lo que siempre ha de ser es ética», manifiesta.
El jurado destaca sus obras como «distintivas de un camino sostenido hasta configurar un conjunto que confiere al arte español contemporáneo la entidad que hoy tiene». «He depurado al máximo mi lenguaje y no he hecho nunca concesiones para hacer la pintura que debía, sin someterme jamás a ninguna moda», se ufana Teixidor, que se mantiene en plena actividad y es miembro de Real Academia de Bellas Artes de San Fernando desde el año 2000.
Artista silencioso, amante de la poesía y la filosofía, elogiador de la duda en el arte, desde el grupo 'Nueva generación' avanzó en la Transición nuevas corrientes artísticas. Apóstol de la pintura esencial desde los sesenta, su obra se mueve entre lo conceptual y la sensibilidad minimalista.
«He sido siempre autocrítico, puede que mi crítico más exigente, para no irme por ramas o tangentes que me apartaran de mi objetivo», dice este creador, muy próximo en sus inicios al 'grupo de Cuenca' y su museo de arte abstracto. «En los sesenta la situación cultural, social y política de España no daba para hacer caso a un movimiento tan cosmopolita y tan artístico. Ser pintor, al margen del estilo, era heroico», apunta. Medio siglo después las condiciones son muy otras: «El pintor tiene hoy una aceptación social que alcanza casi todos creadores y hasta una recompensa económica».
Su obra está, además, en Cuenca, en el Reina Sofía, en las colecciones del Banco de España o La Caixa y en muchas particulares. Su última exposición fue en la galería Nieves Fernández de Madrid y no tiene fecha para la próxima. Teixidor va cada día a su estudio y sigue en plena actividad. «Aunque alguna vez me ha decepcionado, pintar es algo vocacional, una palabra que quizá hoy sea incomprensible para muchos, pero que me impulsa cada mañana a intentar hacer la obra más contundente veraz y auténtica», dice.
Formado en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Carlos de Valencia entre 1959 y 1964, fue conservador del Museo de Arte Abstracto de Cuenca y en 'Nueva generación' usó la madera como soporte y en la que las formas recortadas que relacionan su trabajo con los planteamientos de la pintura 'hard-edge'. Becado en Nueva York, se interesó por Mark Rothko, Ad Reinhardt y Barnett Newman. En 1982 se instaló en Madrid y en 1990 comienzó su conocida serie sobre 'Los límites', de la memoria, el engaño o la razón.
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