''Necesitaba una fuente de ingresos flexible que me permitiera estar con mis hijas''
Esta valenciana de 37 años es una de las 7.500 repartidoras que colaboran con la plataforma en nuestro país, motivada sobre todo por la flexibilidad que ofrece
En 2016 Tamara trabajaba en una pensión. Su horario apenas le permitía ver a sus hijas, que hoy tienen 9 y 14 años. Consciente de que esos años no vuelven, decidió dejarlo y apuntarse como colaboradora en una plataforma de reparto que apenas llevaba un año y medio en funcionamiento. Su nombre era Glovo, una start up tecnológica con sede en Barcelona que, a día de hoy, cuenta con 30.000 colaboradores por todo el mundo.
Esta valenciana de 37 años es una de las 7.500 repartidoras que colaboran con la plataforma en nuestro país, motivada sobre todo por los ingresos y la flexibilidad que ofrece, como el 90% de las personas que se apuntan a la app. “En la pensión ganaba 700 euros y no me llegaba para cubrir todos los gastos de las niñas, así que empecé a colaborar con Glovo para ganar un dinero extra”, recuerda. Al cabo de cuatro meses se dio cuenta de que saliendo a repartir solo los fines de semana ganaba igual o más que durante todo el mes en el otro trabajo. Así que lo dejó y empezó a colaborar con la plataforma también a diario.
"Necesitaba más flexibilidad para estar con mis hijas. Ahora puedo cuidarlas yo y no pagar a nadie para que lo haga por mí"
“Yo necesitaba más flexibilidad para estar con mis hijas, y ser colaboradora de Glovo me ha dado la oportunidad de poder cuidarlas yo y no tener que pagar a nadie para que lo haga por mí”, sostiene. Así pudo empezar a llevarlas y recogerlas del colegio cada día e iniciar una jornada de repartos de 7 horas al día. Luego les ayuda con los deberes y, ahora que han crecido, también ha comenzado a salir a hacer recados alguna noche entre semana “porque ya son más autosuficientes”, explica.
Los fines de semana, por su parte, los alterna. Está separada y el fin de semana que el padre se queda con las niñas a veces también sale a repartir. “Pero con flexibilidad, ¿eh? Porque si tengo un plan con mi actual pareja, no me apunto. O en invierno, si decido quedarme en casa viendo pelis con mis hijas, también lo hago. ¡Y además me pido un Glovo!”, se ríe.
Un horario a la medida de sus necesidades
“Las vacaciones de verano las elijo cuando quiero. No tengo que pedir permiso ni pensar en que un compañero se va en agosto y entonces yo no puedo. No salgo a colaborar y ya está”, dice. “En Fallas tampoco trabajo porque quiero salir con mis hijas. Lo mismo en Pascuas”. Junto a la flexibilidad, lo que más le gusta de su jornada es ir en moto. “Me encanta dar vueltas por la ciudad”, confiesa. De este modo, forma parte de ese 33% de los repartidores que escoge entregar los pedidos en moto. Más de la mitad, en cambio, eligen hacerlo en bicicleta, mientras que solo el 9% utiliza el coche como medio de transporte para realizar los pedidos.
Tamara factura de media unos 900 euros quincenales (1.800 euros al mes), aunque la cantidad que genera un repartidor por cada pedido depende de una serie de variables, como la distancia, el importe del pedido o la meteorología.
Los repartidores que colaboran con Glovo tienen un tipo de contrato de prestación de servicios, en la mayoría de los casos llamado TRADE, para trabajadores autónomos, de modo que son los propios repartidores los que deciden libremente cuándo y cuánto quieren colaborar. De hecho, ser autónomo es la única forma legal de colaboración que permite tener tanta flexibilidad en las horas en las que se colabora, ya que no tienen ningún tipo de exclusividad ni un mínimo de horas colaborar. Así, cada repartidor factura de media aproximadamente 8 euros la hora, por lo que haciendo 40 horas semanales, están un 30% por encima del salario mínimo interprofesional de nuestro país.

Esta valenciana de 37 años es una de las 7.500 repartidoras que colaboran con la plataforma en nuestro país, motivada sobre todo por la flexibilidad que ofrece.
Por eso muchos repartidores de Glovo compaginan su labor de repartidor con otras actividades profesionales, incluso trabajando en varias plataformas a la vez. “Yo lo compagino con otros trabajos esporádicos. Este verano he estado trabajando en el festival Sol Market en una food truck”, dice.
Año en el que nació Glovo
Usuarios únicos de la plataforma
Comercios asociados
Países disponibles
Ciudades en el mundo
Ciudades en España
Pedidos anuales
Colaboradores de Glovo
La única pega que pone Tamara es el gasto del autónomo. “El Gobierno debería cambiar el sistema. No es justo que todos paguemos la misma cuota, sino que debería ser correlativo a lo que cada uno cobre”, afirma. Por el resto, está encantada. “Glovo da muchas oportunidades a gente que no tiene acceso a un trabajo. Tengo una amiga de 45 años con dos hijas a la que ya no cogían en ningún sitio por considerarla ‘mayor’ y gracias a Glovo le está pagando el máster a una de ellas. Aquí no hay edad para colaborar: solo necesitas una moto y un teléfono móvil”, cuenta. Por eso el perfil de los repartidores es tan transversal y no hay un prototipo definido, aunque actualmente la media de edad está en unos 32 años.
En Valencia, la zona en la que se realizan más pedidos es la Ciutat Vella. ¿Y qué suelen pedir los usuarios de la app? “Yo entre semana, sobre todo por las mañanas, suelo hacer recados, como entregar unos documentos, porque la gente no tiene tiempo para hacerlo; los fines de semana, sobre todo reparto comida a domicilio”, dice. Un estudio realizado por Glovo recientemente a nivel nacional desveló que las hamburguesas, el sushi y la pizza representaban un 64% del total de las comandas de comida y que el domingo era el día con mayor demanda de pedidos a todas horas del día. Ir a hacer la compra, entregar unas llaves o regalar flores son otros de los recados más habituales.