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Unas mujeres en el taller de costura. LP
Voluntarios para la esperanza en Picassent

Voluntarios para la esperanza en Picassent

80 colaboradores de Pastoral Diocesana atienden la cárcel | El equipo coordinado por Víctor Aguado organiza talleres, imparte doctrina cristiana y sobre todo ayuda a los reclusos a combatir la soledad

J. SANCHIS

Domingo, 6 de diciembre 2020

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«Esto es lo que Jesús nos enseña y esto es lo que yo hago. Es mi deber, me sale del corazón y amo hacerlo». Son las palabras del Papa Francisco cuando se disponía a lavar los pies de doce jóvenes reclusos en una cárcel de Panamá hace algo más de un año. Salvando las distancias es una acción similar a la que cerca de un centenar de voluntarios realizan con presos de la cárcel de Picassent a través de la delegación de Pastoral Penitenciaria del Arzobispado de Valencia. Y todos ellos actúan con las palabras que recoge el Evangelio de fondo: «Estuve preso y vinisteis a verme».

Esta es la motivación que lleva a Víctor Aguado, delegado de la Pastoral Penitencia en la diócesis de Valencia, a dedicar parte de su tiempo a los reclusos de Picassent. «Es una vocación. Alguien tiene que estar con ellos y nadie quiere saber nada de este tipo de gente», señaló Aguado.

Él es el encargado de coordinar la acción de estos voluntarios que actúan con reclusos de la cárcel de Picassent. Son cerca de 80, aunque habitualmente trabajan 56. Se dividen en grupos de tres o cuatro para que si alguien falla no se dejen de impartir los talleres.

Cada quince días se da seis euros a presos sin ingresos ni ayudas para que pueda realizar llamadas telefónicas

Desde Pastoral Penitenciaria se organizan diversas actividades en el centro penitenciario. La base, según explica Aguado, es el acompañamiento a los internos. Se han establecido tres áreas de trabajo. Una de ellas es la religiosa. Se celebran misas y se imparte formación cristiana a los que lo desean. Porque no son pocos los reclusos que se encuentran con Dios. «Tenemos presos que se han bautizado o que piden la preparación para recibir la Comunión o la Confirmación», resaltó Aguado.

No son pocos los reclusos que durante su periodo en prisión se dan cuenta de que no están solos «y descubren a Dios. Leen el Evangelio y encuentran una razón para la esperanza».

En estos momentos hay tres sacerdotes que atienden la prisión. Un jesuita, un redentorista y un mercedario. Otro diocesano le dedica media jornada.

Los voluntarios realizan diversos talleres en los que se trabajan distintas habilidades sociales, como castellano para extranjeros o costura. Pero eso no es lo más importante. «Lo principal es el acompañamiento a nivel personal», recalcó Aguado que destacó que hay internos no tienen a nadie, con situaciones personales muy complicadas, y para ellos son un bálsamo. «Uno de los grandes problemas de la cárcel es la soledad y les ayudamos a combatirla», afirmó.

Y es que el objetivo de estos talleres no es principalmente darles una profesión. Más bien se trata de acompañar. «Son un entretenimiento. Es para estar con ellos conversando, dándoles alguna iniciativa y sentido al tiempo que pasan», indicó Aguado.

Otra de las áreas que desarrollan es la jurídica. Por un lado, quien no tenga nadie que lo haga puede pedir que se le interpreten los documentos jurídicos que les atañen. Pero también se les ayuda a presentar aquellos recursos que ellos mismos puede hacer. «No se entra en temas de defensa. Sólo se trata de que pueden presentar un recurso apelación ante los jueces de vigilancia penitenciaria si quieren hacerlo», apuntó Aguado.

Pastoral Penitenciaria les proporciona quincenalmente el peculio a aquellos que no tienen ingresos. Son seis euros destinados fundamentalmente a poder hacer llamadas telefónicas.

Al inicio del verano o del invierno se proporciona ropa a quien no tiene nadie que se la lleve. «Es un servicio muy solicitado, especialmente en los cambios de temporada», explicó.

En cualquier caso, los presos esperan ilusionados cada semana su cita con los voluntarios. Es un momento para intercambiar preocupaciones, para entretenerse, «para combatir la soledad», señaló Víctor Aguado.

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