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Oliva. Alejandro Marí junto a los restos de la terraza de su local, donde ya ha retirado la suciedad.

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Oliva. Alejandro Marí junto a los restos de la terraza de su local, donde ya ha retirado la suciedad. lp

«El mar se tragó en unas horas los 50.000 euros de mi terraza»

Alejandro Marí, hostelero de Oliva | El gerente de Mandala relata cómo el oleaje embistió contra su local y arrastró el mobiliario tras arrasar las dunas que protegían las viviendas

Ó. DE LA DUEÑA

OLIVA.

Domingo, 26 de enero 2020, 00:22

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El paso 'Gloria' por la Safor deja cuantiosos daños en propiedades públicas y privadas, además de una lista interminable de afectados que esperan soluciones. Calles llenas de arena en Oliva, Marenys y Gandia. Paseos marítimos y pasarelas destrozados, en Bellreguard y Guardamar, y árboles y pérgolas por los aires, en Daimús. Esta es la huella de borrasca en la comarca.

Una de las personas que más de cerca ha vivido la virulencia del temporal ha sido Alejandro Marí, un hostelero de Oliva, que ha visto como el mar se llevaba buena parte de su negocio. El empresario ha sufrido las consecuencias más duras de la borrasca: «En cuestión de horas las olas de mar engulleron toda la terraza del local».

El negocio de Marí es el único ubicado en primera línea de playa. Su restaurante ocupa una antigua villa de veraneo y es lugar de encuentro de muchos vecinos de Oliva tanto en invierno como en verano por su especial ubicación. El local, por el momento, ha tenido que cesar su actividad y tanto Marí como su equipo dedican todas sus fuerzas a devolverle la imagen original.

«Otro día más de temporal y el mar se lleva nuestra casa», lamenta Rafael Pastor

«El mar se tragó en unas horas los 50.000 euros que cuesta mi terraza. Así de fácil, de un plumazo». El hostelero calcula que los daños superarán esta cifra: «Vas sumando y son muchos euros». El oleaje no sólo se ha llevado sus 15 mesas y más de 40 sillas, sino que también ha dañado los cimientos de la terraza, indicó.

«Las olas se llevaron una pequeña duna que había delante de la terraza y luego empezaron a romper contra el local. Poco a poco fueron haciendo una bola con todo lo que encontraban. Las mesas y las sillas estaban protegidas con cadenas. El mar lo fue aplastando todo a base de golpes», añadió. Así hasta que todo desapareció con la fuerza del mar.

Armazón de la obra

Los impactos han arrancado las barandillas, la cubierta de la terraza y el armazón de la construcción: «Todo hay que colocarlo otra vez. hay que hacer la terraza nueva». Marí dijo que, al menos, los seguros le han dado luz verde para limpiar y reparar los daños, pero teme que finalmente no cubran todos los desperfectos ocasionados.

En Oliva los daños son muchos. En primera línea casi todas las casas han resultado afectadas. Sólo en la playa de Pau-Pi, donde está el local de Marí hay decenas de villas que han sufrido desperfectos, como la casa de Rafael Pastor. Este vecino dijo haber temido por su vivienda. «Nos ha salvado una gran duna que teníamos delante. Si hay un día más de temporal el mar se lleva nuestra casa».

«El agua empezó a correr y convirtió las calles de Daimús en un mar», cuenta un vecino

Pastor es uno de los vecinos que hace vida en la vivienda costera buena parte del año y dice que el temporal les ha dejado casi aislados: «Las olas rebasaban las dunas sin apenas problemas y llegaban a las calles de la playa». En las vías públicas de Oliva hay montones de arena que los servicios municipales intentan retirar y devolver a la playa.

«Hay calles por las que no se ha podido circular durante varias jornadas», agregó. Estos días las máquinas trabajan a contrarreloj para retirar los áridos y garantizar el paso de los vecinos. En Bellreguard los daños son enormes. El mar rompió el paseo marítimo y el gobierno cerrado el paso para evitar incidentes.

En Daimús son muchos los locales que han sufrido las consecuencias del temporal, como Pascual Sendra, propietario de un bajo en la playa: «El agua del mar empezó a correr y convirtió las calles en un mar de olas. No he visto nada igual en años». El gobierno local ha cifrado en 250.000 euros el gasto de reponer árboles y pérgolas y espera la ayuda de otras administraciones, al igual que en Gandia, Xeraco o Tavernes, donde trabajan a marchas forzadas.

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