La tragedia en Valencia que no evitó el Plan Sur
Horno de Alcedo, La Torre y Castellar reclaman la eliminación de barreras y el Ayuntamiento tener una visión metropolitana para reconstruir tras la dana
El achique de agua en una planta baja de La Torre fue el primer servicio relacionado con la dana del pasado 29 de octubre en ... Valencia. Ahí comenzó una jornada interminable y dolorosa que se saldó con 17 fallecidos, innumerables rescates y unos daños que sólo en infraestructuras y equipamientos municipales se acercan a los 150 millones de euros.
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«Estábamos en el pleno», recuerda el concejal de Emergencias y portavoz del gobierno municipal, Juan Carlos Caballero. Por la mañana había llovido un poco y a las diez se pasó de amarillo a rojo en las alertas, por lo que el Cecopal se convocó en el mismo Ayuntamiento. «Íbamos entrando y saliendo, en algunas reuniones participaron también los portavoces de la oposición para que estuvieran informados, como quiso la alcaldesa María José Catalá», señala.
Por la tarde siguieron reuniones de seguimiento para comprobar el funcionamiento de los servicios, ya en la sala de Emergencias que hay en la sede de la Policía Local. «La mayoría de los servicios fueron relacionados con el viento», cuenta como el preludio de la tragedia que se avecinaba.
Doce meses después, todavía está fresca en la memoria la movilización de autobuses de la EMT para rescates en la CV-400 y la Pista de Silla, la llegada de bomberos y policías locales fuera de servicio que iban acudiendo para ayudar. «Recuerdo la conversación de una mujer, Lina, que estaba en la gasolinera de Horno de Alcedo, personas que estaban encima de los coches,...». Las instalaciones municipales dieron cobijo a 600 personas.
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De la búsqueda de desaparecidos se pasó a atender los servicios básicos de los damnificados. Las tres pedanías están ahora con la reconstrucción muy avanzada, aunque el Ayuntamiento debe ejecutar el grueso de las obras. Asfaltado, alumbrado público, alcantarillado, canchas deportivas y otras inversiones están en la lista de tareas.
Hace una semana se aprobaron proyectos de alcantarillado y este viernes otro lote de inversión para farolas. El Ayuntamiento ha sacado adelante lo que llaman cultura de prevención, una formación básica en colegios y grupos de adultos para «protegernos en caso de emergencia».
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Fruto de eso, también se ha colocado ya una alerta sonora en La Torre conectada con la Sala de Emergencias. «Queremos extenderlo a las pedanías del sur, el Marítimo y las cercanas al barranco del Carraixet», señala.
Del trabajo de otras administraciones, comenta que la Demarcación de Costas «iba a limpiar las playas y tuvimos que hacerlo nosotros porque no podíamos consentir que a una crisis ambiental siguiera una económica».
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«Me gustaría decir que la Confederación Hidrográfica del Júcar nos ha ayudado pero también nos dijeron que si teníamos prisa que lo hiciéramos nosotros», en referencia a la limpieza de un tramo del nuevo cauce del Turia, lo que ahora se ha repetido con el barranco del Carraixet.
De cara al futuro y para prevenir nuevas inundaciones, Caballero afirma que es necesario tener una «visión metropolitana». En la movilidad incide en la importancia de la red de Cercanías. «Si tras la riada de 1957 tuvieron la visión de modificar el cauce del Turia, ahora hace falta un segundo Plan Sur y es algo que dice mucho la alcaldesa Catalá. Hay que desarrollar las infraestructuras, algunas previstas en el derogado Plan Hidrológico Nacional, para nosotros eso es importantísimo», destaca.
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Apunta otra mejora necesaria, como es que los mismos sistemas de predicción que hay en el Ebro, el conocido como SAT, se instalen también en la zona hidrológica donde sucedió la dana. «Necesitamos anticiparnos. Valencia está al final de la cuenca y si está lloviendo en la cabecer debemos saber cómo nos va a llegar al área metropolitana». Con los vecinos de las pedanías afectadas hay reuniones mensuales. «Nos preocupa también la recuperación emocional, aquello que no se ve», finaliza el edil.
17
fallecidos se registraron en Valencia el 29 de octubre por la dana.
Aniuska Muñoz, presidenta de la asociación vecinal de La Torre, señala que la única reconstrucción de momento es la que corresponde a los particulares. «No hemos visto aún ninguna obra grande, ni del Gobierno, el Ayuntamiento o la Generalitat». La dirigente vecinal indica que hay numerosas obras pendientes. «Nos han dicho que al alcantarillado a final de año, también las acequias, pero de momento no han empezado nada», indica.
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El daño llegó a la pedanía desde el barranco del Poyo. «Estamos encerrados entre el nuevo cauce del Turia y las vías del tren de Cercanías, un talud», se lamenta. Eso impidió que pasara el agua. «Hay un túnel pero se llenó de coches enseguida», precisa. En un garaje del pueblo se produjo la mayor tragedia de Valencia, con ocho víctimas mortales. Los daños en las plantas bajas se multiplicaron y las reformas siguen. Del futuro, considera que es urgente arreglar «la parte de arriba, en Riba-roja por ejemplo, es donde hay que actuar en el Poyo». El pueblo ya era vulnerable antes de la dana, lo que se ha agravado ahora. «Cruz Roja sigue aquí», finaliza.
María José Chiner, presidenta de la asociación vecinal de Horno de Alcedo, comenta que los damnificados tuvieron ayuda desde el día siguiente de la dana. «Se limpió rápido, más que en los pueblos de alrededor». El caudal llegó desde La Torre. «Hay barreras en todas partes que impidieron el paso del agua. Nosotros tenemos la Pista de Silla, donde están reformando sólo la mediana, en el muro no han hecho nada», comenta.
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Otro de los problemas fue el aislamiento. «Estamos enfrente de Malilla, tan cerca pero al mismo tiempo tan lejos, no teníamos por donde cruzar. La única opción eran los puentes de la Pista de Silla. Por eso reivindicamos una pasarela ciclopeatonal, bien desde la calle Guadalquivir hacia Turianova o que hagan una paralela al puente de la V-31», defiende.
Debido a la dana han cerrado algunos comercios. «Ya no tenemos horno ni ultramarinos. Sí que hemos conseguido un cajero automático hace meses», recuerda. De la reconstrucción de casas y bajos, en el primer momento hubo abuso en los precios, algo que ahora se va regulando.
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«El Ayuntamiento dice que invertirá hasta 40 millones en Horno de Alcedo. Nosotros queremos que levanten muros en el nuevo cauce o que se haga un drenaje porque el agua estuvo a punto de salirse», acaba.
«A mí me pilló en casa», dice Empar Puchades sobre el 29 de octubre. Presidenta de la asociación de vecinos de Castellar-Oliveral, esta entidad trabaja desde hace años en las problemáticas derivadas del Plan Sur, las barreras levantadas y el perjuicio que a la huerta con todo tipo de infraestructuras. Residente en una alquería, estuvo en comunicación con compañeros de la asociación y de Per l'Horta, viendo datos de las crecidas en los barrancos y el peligro que llegaba.
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«Estuve afectada por un fenómeno atmosférico pero fuimos víctimas de un determinado modelo», asegura. Su familia fue expropiada en el Plan Sur y considera al decir que es víctima de un modelo que Valencia fijó con esa obra el desarrollo de la ciudad y la ubicación de sus instalaciones menos «vistosas», como es el caso de la depuradora de Pinedo, Mercavalencia o la estación ferroviaria intermodal.
Asegura que la Pista de Silla «no se puede resolver quitando la medianera, ya que vamos a seguir viviendo en un territorio altamente inundable, hay que hacer actuaciones con valentía. La V-31 tiene que desaparecer y hacerse en altura, lo mismo que las vías ferroviarias. Así se lo dijimos a la alcaldesa en el pleno».
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Castellar-Oliveral es una zona vulnerable al estar en zona inundable, aunque rebajaron «la mancha roja, no estuvimos de acuerdo». Esa tarde-noche, compañeros de Per l'Horta le dieron la alerta. «Busca altura porque lo que está bajando es una auténtica riada». Consciente de ello, avisó a los vecinos de las alquerías del entorno y al cuartel de la Guardia Civil. «Me dijeron que lo sabían pero que la información era muy confusa». Una patrulla se acercó al Tremolar, la parte más baja que comparte Castellar con Alfafar, según le dijo uno de los vecinos de la zona.
La lengua de agua llegó muy rápida. «Entró por donde lo habíamos previsto. Cuando colmató los campos vi que al otro lado del ventanal había medio metro de agua. Comuniqué con los amigos de Per l'Horta y les conté. Agua negra y muchos arrastres», recuerda, antes del aviso del Es-Alert. «Antes incluso me llegaron fotografías de Massanassa con todo inundado. Mi gran preocupación hasta la madrugada fue que el río desbordara», en referencia al nuevo cauce. En caso de haber sucedido eso, afirma que no podría «haber tenido esta conversación contigo ahora».
«Las calles del pueblo sufrieron más que la mía. Siempre digo que aquella noche lo que mejor se comportó fue la huerta y la marjal. Al día siguiente estaba todo lleno de barro pero con botas se podía salir». Puchades insiste en esto al hablar que desde el 29 de octubre «se ha puesto a la huerta en jaque mate diciendo muchas cosas que no son verdad. El verdadero problema esa noche fueron las barreras que hemos hecho, no la huerta».
En ese sentido, asegura que la Pista de Silla «no se puede resolver quitando la medianera, ya que vamos a seguir viviendo en un territorio altamente inundable, hay que hacer actuaciones con valentía. La V-31 tiene que desaparecer y hacer en altura, lo mismo que todas las vías ferroviarias. Así se lo decimos a la alcaldesa en el primer pleno que hubo».
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También habla del peligro del intenso tráfico de camiones al Puerto y de la falta de un Plan de Emergencias. «Podemos volver a tener un susto la semana que viene». La entidad vecinal ha presentado alegaciones a las infraestructuras que se han previsto, incluso al PORN de la Albufera.
Habla también de cambios necesarios en Castellar, como la propia avenida Ruiz y Comes. «Es una barrera porque está mal hecha como se vio esa noche, hay que cambiarlo», para indicar que debía estar «ya proyectada y en marcha con fondos europeos, que no lo han pedido ni siquiera».
La asociación de vecinos organizó el reparto de productos de todo tipo como es el caso de colchones. «Compramos 30 ó 40, también muebles o reparaciones de fontanería. Ayudamos a los agricultores e incluso al colegio o algún comercio. Nos hemos dedicado a todo eso, con infinitas reuniones y jornadas de trabajo. Nos ha tocado vivir unas circunstancias muy duras, en manos además de un gobierno irresponsable. Aún así, intentamos salirnos del ruido mediático».
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