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«Nuestros sueños penden de un hilo»

Sin licencia. Una pareja relata el suplicio que vive desde hace un año al no poder sacar adelante su negocio por la burocracia del Ayuntamiento de Valencia

BELÉN HERNÁNDEZ

Domingo, 5 de junio 2022

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Seis años llevaban Fernando y Virginia pensando en poder abrir un negocio propio. Él es entrenador personal y ella, nutricionista. Desde el inicio de su relación tuvieron en mente crear un plan de vida común, un futuro en el que pudieran combinar ambas profesiones. Emprender juntos.

«Queríamos encabezar un proyecto con el que poder ayudar a la gente como sabemos: desde el ámbito del bienestar», relata Fernando. Él y Virginia cogieron los ahorros de toda una vida. Se lanzaron a la piscina, confiando en que había agua. Pero se dieron de bruces con unos trámites burocráticos que no les dejan avanzar. Sus esperanzas penden de un hilo. Se han quedado atascados en la maraña de licencias pendientes, trámites burocráticos y falta de técnicos del Ayuntamiento de Valencia.

Tras cuatro meses de búsqueda, los dos encontraron en la avenida de la Plata el lugar ideal para empezar con su centro de bienestar. «Se suponía que el proceso de obras era sencillo. Cuando nos decidimos a alquilar nos aseguraron que en tres meses tendríamos el bajo completamente restaurado».

«Nos piden la misma documentación que si quisiéramos construir un edificio desde cero», lamenta Fernando

Pero ya ha llovido bastante desde entonces. Los jóvenes firmaron el contrato en septiembre de 2021, y a día de hoy, todavía no han conseguido la licencia para seguir con las reformas. «Empezamos este proyecto con muchísima ilusión, pero ves cómo va pasando el tiempo y que la situación no cambia y se te van quitando las ganas», confiesa el entrenador personal.

Se nota que tiene un espíritu optimista, aunque por momentos sus ojos se llenan de lágrimas. No es hasta última hora cuando se decide a traspasar el umbral de la puerta y a dibujar con las manos lo que debería haber sido de ese bajo.

«Ni siquiera tienen un número de teléfono en el que puedas ponerte en contacto con el Ayuntamiento para tratar estos temas. Te dan una dirección de correo electrónico y ya está. Fin de la conversación», dice Fernando.

Con trámites muy lentos y respuestas que llegan a duras penas, el joven ha optado por «hacer un copia y pega» de los correos electrónicos que va mandando. Insistiendo una y otra vez.

Vidas atascadas

Como comenta Fernando, el Ayuntamiento de Valencia continúa achacando los retrasos en materia de urbanismo a la situación del coronavirus.

El problema reside en que la zona en la que está situado el bajo se encuentra fuera del plan de ordenación, por lo que se requiere de permisos especiales para poder realizar obras. En este caso, no les basta con firmar una declaración responsable. «La finca ya es antigua, tiene unos cincuenta o sesenta años, y el Ayuntamiento considera que hay una parte que les pertenece», explica Fernando.

«Nos dijeron que no sabían si en cinco o cien años construirán un parque en esta zona, lo que era uno de los impedimentos. Pero lo que es el local no les afecta para nada hagan lo que hagan».

Los planes de Fernando y Virginia eran hacer del bajo un lugar destinado a cuidar del bienestar del cliente con servicios de entrenamiento personal, asesoramiento nutricional y fisioterapeutas.

Tampoco se trataba de una reforma muy costosa. El local ni siquiera es de grandes dimensiones. Es modesto. Acogedor. Querían hacer diversas salas destinadas a cada uno de los servicios, además de un vestuario común y una zona de ocio donde los clientes pudieran comer, sentarse y conversar.

Tres meses de obras. De no ser por la vorágine de trámites burocráticos en los que se han visto envueltos ya estarían funcionando. Pero sólo pudieron hacer dos semanas de obras. Los propios albañiles tuvieron que sacar los escombros por su cuenta. A penas tiraron los tabiques que antes cercaban la zona donde estaban los cuartos de baño. Sin embargo, «nos piden tanta documentación como si quisiéramos construir un edificio desde cero».

Lo que no dicen los anuncios

«Me sorprende ver cómo el Ayuntamiento de Valencia anuncia en la prensa a bombo y platillo, a página completa y en color, las ayudas que dan para reabrir bajos comerciales cerrados, cuando en la trastienda ocurre todo lo contrario», opina María Jesús Blasco, propietaria del local.

María Jesús y sus dos hermanas heredaron el bajo de su padre y no dan crédito a la situación actual.

La espera de que acuda un técnico para realizar la inspección del establecimiento y decidir si otorga la licencia de obras se está alargando nueve meses. La solicitaron en noviembre de 2021. La respuesta no llegó hasta abril de este año, dándoles la noticia de que tenían que esperar cinco meses más hasta que acudiera un técnico.

Mari Carmen Blasco, su hermana, comenta que están desesperadas. «Deberían o bien triplicar el número de técnicos que tienen a su disposición para realizar este tipo de inspecciones, o bien eliminar esta condición y que baste con firmar una declaración responsable».

La copropietaria siente lástima por la joven pareja. Impotencia de que sus sueños estén olvidados en el cajón de los trámites burocráticos. «Cuando nos contaron la idea nos pareció un proyecto muy bonito». No les están cobrando el alquiler hasta que esto no se solvente. Todavía no tienen el 'sí', pero tampoco el 'no'.

Fernando y Virginia casi piden un crédito. Han invertido más de diez mil euros en este proyecto. «Menos mal que no llegamos a dejar nuestros trabajos».

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