El primer Todos los Santos de Amparo tras perder a su madre en la dana: «Ir al cementerio es lo único que puedo hacer ahora por ella»
Amparo Latorre murió el 29 octubre de 2024 en Paiporta, su hija la despidió el 11 de noviembre | Este viernes ha visitado la tumba de su progenitora: «Mi madre quería que la enterrarán junto a su marido con el que estaba desde los tres años»
Rosana Ferrando
Valencia
Viernes, 31 de octubre 2025, 14:03
Amparo Aparisi solía visitar la tumba de su padre cada 1 de noviembre. La dana del 29-O le dejó huérfana: falleció su madre en ... su casa de Paiporta. Este año ha adelantado la visita al cementerio. Llena de emoción y con dificultad para contener las lágrimas, Amparo ha acudido al camposanto a las 10.30 horas. Desde la dana, ha aprendido que nunca tiene que dejar las cosas para el día siguiente. «Uno nunca sabe lo que puede pasar», sentencia. La riada no acabó únicamente con su esperanza en el porvenir, también se llevó la vida de su madre. Hoy le queda su nombre, que lo heredó de su madre y esta a su vez lo recibió de la suya. Lo porta con orgullo porque sabe que nadie es capaz de mentar una palabra en contra de Amparo Latorre. «Tenía un genio impresionante, pero iba acompañado de un corazón que no le cabía en el pecho», recuerda tratando de vencer la tristeza.
Latorre murió casi cinco años después de que lo hiciera su esposo. Ella tenía claras dos cosas: quería que la enterraran al lado de su marido, con el que llevaba desde los tres años, y que no le pusieran foto en la losa del cementerio. «Ella siempre me lo decía que si le colocaba un retrato en la lápida saldría y me arañaría», recuerda la hija de la víctima. «Yo siempre la pinchaba. Le hacía fotos y le decía que la usaría para la tumba», cuenta con una media sonrisa que le trae el recuerdo agridulce. La otra premisa, la de enterrarla con el amor de su vida, era innegociable. Aparisi recuerda una conversación casual que tuvo con su madre: «Un día le pregunté qué tenía que hacer si moría antes de que pasaran los cinco años reglamentarios para poder enterrar dos cuerpos sin incinerar juntos. Me dijo que, si era necesario, que la quemara, pero que por nada del mundo la enterrara separada de su Luis». Si no hubiera sido por esas palabras fortuitas, la hija habría tenido que tomar una decisión y nunca hubiera sabido si estaba acertada.
«Yo siempre he sido el ojito derecho de mi padre, pero superar a mi madre me está costando mucho más», dice. Un año después, es incapaz de contestar a la pregunta «¿Cómo estás?» sin romper a llorar. Además, los días del aniversario de la catástrofe son más duros: «Se te remueve todo por dentro y lo revives cada día. Pero hay que hacerlo».
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Su consuelo es asegurarse de que sus padres, sus abuelos, su tío y su perro, que también murió a causa de la barrancada, tengan siempre la lápida que comparten en perfecto estado. Su esmero al pasar el paño por los recovecos de la decoración de la losa hacen ver que en su cabeza realmente está acariciando a su madre. «Ir al cementerio es lo único que puedo hacer ahora por ella», afirma entre lágrimas. No pudo sacarla de su casa el 29 de octubre del año pasado, ni siquiera pudo hacerlo los cuatro días siguientes porque la entrada estaba impedida. Sin embargo, sí que puede prometerse a sí misma que, mientras esté ella, las flores que adornan su tumba estén siempre florecidas.
Amparo Aparisi visita el camposanto de Paiporta todas las semanas. Intenta hacerlo cada vez con menos frecuencia para no hundirse, pero no pasan más de quince días sin que no pase a darle un beso a sus seres queridos, sobre todo a su madre. La víctima de la dana yace junto a su marido desde el 11 de noviembre. «Yo tuve suerte, no tardé mucho en poder enterrarla. Pero nunca me pude despedir de ella, no le pude ver, no le pude dar un beso», explica con una impotencia inmensurable. Lo que más le dolió fueron los días en los que su madre estuvo dentro de la casa inundada sin que ella pudiera pasar a verla. «Dejadme entrar a que le ponga una manta, tendrá frío de estar mojada», pedía con todas sus fuerzas. No se lo permitieron.
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