«Esta pandemia ya me ha arrebatado a seis compañeros»
Carolina Ligorit. Médico de urgencias ·
Carolina Ligorit lleva dos décadas en las salas de urgencias o en la ambulancia del SAMU. Médico y madre de dos hijos ha mirado de frente al coronavirus y llorado la pérdida de seis compañeros. «Jamás imaginé que iba a vivir una pandemia, pero igualmente hubiera sido médico. Esta es mi vocación. Venga lo que venga».
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Y lo que vino puso contra las cuerdas a los médicos. «En marzo desconocíamos a lo que nos enfrentamos y su alcance. Nadie estába preparado para semejante gravedad». La doctora Ligorit ha pisado muchas casas de personas sospechosas de contagio y ha diagnosticado a más de un centenar de positivos ingresados. «Lo más duro ha sido ver la soledad del aislamiento de los pacientes positivos, mayores solos que han estado así hasta el momento de morir. Y la impotencia de no poder mostrarles una sonrisa por culpa de los equipos de protección». Por su experiencia, «a los mayores les angustiaba más la soledad que el propio hecho de morir».
La sanitaria y trabajadora del SAMU, en primera línea contra el virus, asegura que a los mayores ingresados «les angustiaba más la soledad que el riesgo de morir»
Aislada en una habitación
Y en aras de la prevención, un elevado precio. «He vivido aislada dos meses en una habitación de mi casa para proteger a mi familia. Ni hacer deberes, ni ver películas, ni cenar juntos, cero vida matrimonial. Tenía la alternativa de un hotel, pero al menos quería verlos», revela la doctora. Dejó de visitar a sus padres durante cuatro meses. Y es que los médicos estaban expuestos. «Esta pandemia ya me ha arrebatado a seis compañeros conocidos», lamenta.
Tras todo lo sufrido, hoy siente que está ganando el pulso al virus. «Conocemos mejor la enfermedad y podemos tratarla con resultados más positivos. Diagnóstico más rápido, mejor protección nuestra y manejo de fármacos. El secreto es el trabajo en equipo». Eso sí, «hace mella el cansancio psicológico de la incertidumbre y me pregunto cuándo volveré a sonreír a un paciente sin mascarilla, sin el temor al contagio». Para Ligorit hay esperanza: «Antes el virus nos vencía con muertes y hoy nos adelantamos y las evitamos».
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