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Mediado el mes de junio del año pasado, más de 150 personalidades y entidades de la sociedad valenciana se sumaron al pacto promovido desde LAS PROVINCIAS en defensa de la Albufera. Era un documento de diez puntos que comprometía a su cumplimiento a los firmantes (en especial, a los organismos que tutelan el parque natural) puesto que incorporaba medidas que mejorarían la salud del lago y su entorno: desde la mejora de la calidad y la cantidad del agua que recibe el humedal, a una gestión más eficaz de la convivencia entre el sector agrario y demás agentes que operan en ese rico paraje, pasando por una más adecuada administración y el incremento de recursos humanos, entre otros capítulos. Casi un año después, ese enfermo eterno, de legendaria mala salud de hierro, registra significativos avances. Los efectos del pacto ya se notan.
¿Por ejemplo? El más lejano en el tiempo es con seguridad la llave que abrió paso a otra clase de encuentros. Acababa el año cuando en el magno escenario de la Lonja se sustanciaba la firma del acuerdo que aseguraba el apoyo de los municipios ribereños, con Valencia a la cabeza, para que prosperase un objetivo compartido, de elevada importancia: que la Albufera contara con el aval de la UNESCO para ser considerada Reserva de la Biosfera. La imagen de unidad tenía un aliciente adicional, porque se alcanzó luego del brutal impacto que para el parque y para Valencia entera supuso la fatídica dana. Con el paso del tiempo, los daños registrados tras aquel infausto 29 de octubre impidieron que fructificase la candidatura en los plazos establecidos por el Gobierno central: se volvió a la casilla de salida pero sin quebrar el consenso básico que figura como uno de los principales requisitos para que la declaración sea efectiva el día de mañana.
Por esos mismos días, la Albufera apuntaba hacia la consecución de otro acuerdo trascendental: aunque nunca dejará de haber discrepancias al respecto, lo cierto es que la última campaña del arroz, incluyendo la siempre controvertida quema de la paja, se libró con un grado de satisfacción más generalizada que en campañas precedentes. El diálogo previo desde la Administración autonómica con los actores principales (en su mayoría, integrantes del dinámico sector agrario) obró el prodigio, aunque también la dana que devastó los campos de cultivo obliga a reformular el contenido del punto del decálogo relativo a ese particular. Pero al menos son dos mensajes en la dirección adecuada, según el espíritu con que esta casa animó la firma del pacto del Oceanogràfic: que las naturales divergencias no impidan un presente y un futuro más brillantes para el parque.
Sobre esa base debe entenderse el que se erige como el principal logro de nuestro manifiesto. El mes pasado, en el solemne escenario del Palau de la Generalitat, tuvo lugar la firma de un acuerdo muy esperado, clave para el bienestar de la Albufera y de elevada relevancia también para el documento que promovió LAS PROVINCIAS. Las comunidades de regantes, movilizadas por la Generalitat, plasmaron su firma en un escrito donde se comprometían a mejorar las aportaciones de agua al lago, una larga reivindicación que ya se ha empezado a satisfacer gracias a los colectivos que gestionan el Júcar y el Turia.
Una extraordinaria conquista que corre en paralelo con otra de orden más emocional, pero también muy importante: la movilización de la conciencia colectiva valenciana en favor de su parque. Un propósito que se concretó hace un año con esa foto del Oceanogràfic y que sigue adelante este año con una incidencia especial, desdoblada en dos trayectorias: por un lado, porque los entonces firmantes han vuelto a mostrar su apoyo a la iniciativa. Representantes de la vida política (como los grupos parlamentarios y también los grupos municipales de Valencia), empresarial, deportiva y cultural suman de nuevo su adhesión, mientras al mismo tiempo en nuestra web recabamos el respaldo de quienes a título particular aportan su firma al manifiesto en defensa de la Albufera. Una abrumadora marea de muestras de cariño y solidaridad hacia un paraje clave para la identidad valenciana, que merece esta clase de apoyos más que nunca: como una contribución a dejar atrás la infausta dana y abrazar un porvenir más luminoso. El mismo mensaje que se deduce de otra foto que ilustra estas líneas: los alcaldes, a pie de lago, convocados en marzo por este diario: unidad en defensa del parque.
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