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Vuelve Franco

CÉSAR GAVELA

Miércoles, 18 de julio 2018, 09:59

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Franco murió hace 43 años. Si colocamos esos años hacia atrás, nos iríamos a 1932, al principio de la república. Es decir, Franco murió hace mucho, y la transición política que tuvo lugar cuando el dictador desapareció, ya va a cumplir cuarenta años en este otoño. Los que han trascurrido desde que se aprobó la Constitución de 1978, la que puso en marcha el mejor periodo de la historia de España desde hace más de dos siglos. Pese a ha que han existido algunos desajustes y fallos. Menores en todo caso. Y si hay uno mayor, sería, probablemente, el diseño autonómico de España, ese café para todos que inicialmente solo estaba previsto para Cataluña, el País Vasco y Galicia. El resto de las provincias probablemente estarían hoy mucho mejor con sus diputaciones reforzadas en sus competencias y en su protagonismo político.

Franco está juzgado por la historia. Fue un militar ambicioso, traidor, hábil, rencoroso, valiente y cínico. Pero sobre todo, fue un dirigente cruel. Que mantuvo la dura tensión de la victoria en la guerra civil hasta su muerte. Aunque con más suavidad a partir de finales de los años 50, cuando tuvo que recurrir a los tecnócratas del Opus Dei para sacar al país de la pobreza y el subdesarrollo. Franco murió hace mucho. Y poco después de que él muriese, la nueva democracia española dictó leyes honorables y justas, de amnistía, que repusieron a las víctimas de la dictadura en los derechos que les fueron robados. Aunque muchas de esas personas, claro, ya no vivían.

Franco está en los libros de historia y también en los libros de la infamia. Con razón. Pero apareció ZP y lo puso en el centro de la política española. Porque los cadáveres a veces son muy rentables. Y de repente, tres décadas después de la muerte del general, entramos en un 'revival' franquista que tensó la vida pública de un modo peligroso y absurdo. Aunque ha de reconocerse que esa iniciativa del pequeño burgués Zapatero, aquel chico de buena familia de León que nunca trabajó en nada salvo en la política, sirvió para subrayar un hecho muy duro: la existencia de infinidad de víctimas de la guerra enterradas en cunetas y fosas. Restos mortales que deberían ser recuperados y luego definitivamente inhumados si así lo desean sus familiares.

Años después, nos encontramos ante otra reaparición de Franco. De la mano de Pedro Sánchez, que ha heredado el tremendismo de ZP, pero que solo cuenta con la mitad de los escaños que tenía el leonés. Y que debe su puesto a los enemigos declarados de la nación española. Tanto los de la banda separatista como los del populismo chavista-galapagueño. Franco ha vuelto y solo puede volver para la insidia. Pero, al parecer, todavía es rentable su cadáver. Y pasarán otros 43 años, y habrá otro seguidor de Pedro Sánchez, en la España de 2061, que volverá a sacar el esqueleto de aquel general sanguinario y remoto.

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