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Una vocación por la ciencia y el emprendimiento

Una vocación por la ciencia y el emprendimiento

La pandemia ha venido a resaltar la importancia del conocimiento científico, la apuesta de los premios Rei Jaume I desde hace más de 30 años

LAURA TORRADO

Miércoles, 20 de mayo 2020, 07:45

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Habrá más epidemias y serán más peligrosas. Esta pandemia cambiará la economía, la sanidad, la política, el ocio o la tecnología, pero en nuestra mano está hacer que cambie, en España, algo que debería modificarse con relativa urgencia: el trato a nuestra ciencia.

Ha tenido que venir esta desgracia para que la mayoría de la población, políticos incluidos, nos demos cuenta de la importancia de tratar bien a una asignatura hasta ahora pendiente: las ciencias siempre parecen haberse visto como la asignatura 'maría' de todos los gobiernos, aquella donde recortar, suprimir o dilatar cualquier ayuda. La cultura del dinero rápido es muy difícil de combatir frente a los escasos o nulos contratos, los sueldos efímeros que apenas dan para pagar un alquiler o la poco comprometida ayuda para firmar pactos duraderos que impidan que nuestros jóvenes se tengan que ir a investigar fuera de España.

Y así seguíamos hasta que un maldito virus llegó a nuestro país y la gente empezó a caer en la cuenta de la necesidad de tener una ciencia fuerte y arraigada. De cómo los países que más han invertido en investigación están consiguiendo los mayores avances y erradicar esta pandemia que nos ha colocado en los primeros puestos del mundo, pero por el número de muertes.

Ya lo dijo María Blasco en El País (03/05/2020): «los dirigentes tienen que aprender varias lecciones...sólo con una ciencia robusta se podrá reaccionar rápido ante las pandemias». Nuestra Premio Rei Jaume I de 2007 es la Directora del CNIO y una de las mujeres representantes de esa ciencia en España que decidió en su día quedarse. Y el emprendimiento de esos valientes que deciden apostar por un sueño, una idea, una ilusión que les haga ganar dinero, sí, pero para invertirlo en ese sueño, hacerlo grande y llegar a lo más alto, como Alicia Asín Premio Emprendedor de 2017, quien montó una empresa de la nada sobre el Internet de las cosas, que digitaliza las ciudades, en una clara visión de lo que el futuro nos depara. Y las instituciones que, desde la Comunitat Valenciana para el resto de España, respaldan estas ideas y reconocen estos esfuerzos, como los Premios Rei Jaume I, deberían ser también apoyadas por todos los ciudadanos ya que se hace evidente la necesidad de reforzar estos sueños para ser, cada vez más, un país mejor, una sociedad mejor.

El fundador de esta institución, el bioquímico Santiago Grisolía, con ya 97 años y una larga experiencia tanto en España como en Estados Unidos, siempre ha recordado con añoranza cómo un país como USA ha potenciado y apoya a la ciencia, la investigación y a sus investigadores, hasta llegar a ser la potencia que, a pesar de su actual presidente, es hoy en día. Y por ello, trató de trasladar ese apoyo a España cuando volvió a establecerse aquí. En más de 30 años desde la creación de estos premios, se ha reconocido la labor y el trabajo de cerca de 150 investigadores y emprendedores que han realizado su trabajo aquí, en nuestro país, y eso a pesar de lo poco conocidos que son estos premios para la mayoría de una población a veces, demasiado ocupada en otros asuntos más allá de la ciencia o la inversión en empresas que generen beneficios.

Una de las muchas actividades que se han hecho en estos años en apoyo a esta ciencia, la nuestra, fue la firma de más de un centenar de personas, entre galardonados, Premios Nobel que han venido como jurados a España y científicos o empresarios de renombre, a favor de esa inversión, a favor de un verdadero Pacto de Estado que trascienda a los diferentes partidos políticos que ocupen el poder. Ellos necesitan ese pacto que garantice una financiación estable de la I+D que logre alcanzar el 2% del PIB antes de 10 años, que se cree un órgano de gestión independiente del color político del momento, que garantice la reducción de esa burocracia tan típica de España, con profesionales de excelencia, que impulse la contratación de investigadores de relevancia y que fomente la cultura científica, desde bien pequeños, en todos los colegios, que ayude a que los empresarios deseen participar en esa investigación, con alicientes que fomenten a ese pequeño emprendedor que todo español llevamos dentro y no tenga que salir fuera para ser reconocido y pueda «subir la persiana» de su negocio, cada mañana, con la confianza y el respaldo en su país. Es un bonito sueño, pero, suena bastante bien, ¿verdad?

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