Borrar
Urgente Un hombre cae de una tercera planta en Valencia huyendo de la Policía tras discutir con su pareja

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Seat nunca fue la Fiat, Concha Velasco no es Sofía Loren y Port Saplaya nunca será Venecia, pero la trepidante semana política española sólo se ha podido comparar en Europa con la que ha vivido Italia. Por allá, el independentismo xenófobo de extrema derechas montaba un gobierno con la extrema izquierda, para después cargar contra las reservas del presidente de la república: «¿Qué puede salir mal?»; por aquí una moción de censura de Pedro Sánchez juntaba a gente tan dispar que, si se quisiera hacer una orquesta sinfónica, saldría la Charanga del Tío Honorio. Está claro que Fellini y García Berlanga se parecen mucho en su sentido del humor, su bisturí social y su sensual forma de ver la vida, pero es innegable lo mucho que les separa.

Lo mismo nos pasa con la política. Ambos países vivimos una dictadura y una conflagración que arrasó el país, aunque nosotros tuvimos primero la Guerra Civil y luego a Franco, mientras que ellos tuvieron a primero a Mussolini y luego el todos contra todos hasta la entrada de los tanques americanos del general Patton inclinaran definitivamente la balanza.

Desde entonces, Italia lleva encadenando gobiernos débiles, extraños matrimonios parlamentarios, excéntricos gobernantes... y una economía como un castillo. Aunque en las películas americanas los italianos dormiten en camiseta de tirantes las tardes perezosas de verano y las italianas recorran las calles con vaporosos vestidos cortos de flores, la realidad es que son la cuarta economía europea y séptima del mundo. No todo es mafia, pasta y corrupción, 'Santa Madonna mia!'

Miembros fundacionales de la Unión Europea, su patrimonio histórico milenario les ha convertido en una potencia turística sin rival desde la puntera hasta la caña de la bota, además de ser el país con mayor esperanza de vida de nuestro continente.

Aquí tampoco es que estemos para tirarnos piedras: quinta potencia europea, décimo segunda economía mundial (aunque hemos llegado a ser la octava), sede de multinacionales como Inditex o de bancos globalizados como Santander o BBVA. Eso sí, tenemos menos práctica en que casi no nos dé tiempo a aprendernos el nombre del Ministro de Economía (el pobre Román Escolano lo ha sido sólo 85 días desde la salida de Luis de Guindos hacia la vicepresidencia del Banco Central Europeo).

Sin embargo, el problema que tiene España para ser Italia es que, como decía Felipe González, los españoles no somos italianos. La sociedad civil y la del dinero tendrán que buscar espacios de autogestión si los que tendrían que hacerlo se lían o empiezan a romper platos. Siempre nos queda abrigar esperanzas al pensar que Plácido Domingo no tiene nada que envidiar a Luciano Pavarotti... y además se llevaban bien.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios